El clan de los Gordos se queda sin su búnker de drogas
Un millar de toxicómanos visitaba el lugar a diario, según la policía
Dentro de las sucesivas actuaciones policiales en el tramo de la Cañada de Valdemingómez, donde se acumulan más de 60 casas dedicadas a la venta de drogas, cayó la semana pasada la mayor de todas: el clan de los Gordos, una familia que acaparaba gran parte del negocio. En la operación, con el habitual apoyo de los antidisturbios, fueron arrestados 13 miembros de la banda. Todos familiares entre sí y con edades comprendidas entre los 23 y los 62 años. Uno de los arrestados está ya en libertad.
El Grupo XIV de la Unidad de Drogas y Crimen Organizado (UDYCO) calificó la macrovivienda, oculta por una valla de cuatro metros, como un "centro comercial" que abría 24 horas al día.
Entre los detenidos hay dos mujeres que tenían un papel destacado en la organización diaria. Se encargaban del manejo del dinero y de dar las instrucciones, que los demás miembros del clan obedecían. Sin embargo, eran los cuatro hermanos, que daban nombre a la banda por su sobrepeso, los que se encargaban de contactar con los proveedores. En el caso de la heroína, la base estaba en Turquía.
Una habitación estaba dedicada a la práctica de rituales mágicos
La operación se inició el 26 de julio del año pasado, pero no fue hasta el 17 de febrero cuando los agentes solicitaron la orden judicial para entrar en la vivienda. Así, 18 funcionarios irrumpieron a las dos y media de la tarde en lo que los investigadores califican de auténtica fortaleza o búnker. La intervención duró apenas 15 minutos. Los policías se encontraron con importantes medidas de seguridad: seis puertas acorazadas, enormes cerrojos y barras colocadas como contrafuerte. Cada una de ellas estaba custodiada por un miembro del clan familiar, que sólo abría tras cerciorarse de que no hubiera peligro para su negocio.
Los agentes tuvieron que utilizar arietes para derribar las puertas y acceder a todo el recinto. Allí se incautaron de un kilogramo de cocaína, casi 700 gramos de heroína y hachís. También 12.000 euros, la cantidad recaudada en el turno de la mañana. En el momento de la intervención policial, con un total de 65 agentes, había 120 personas consumiendo o comprando. Según los cálculos, un millar de toxicómanos visitaban el lugar a diario.
Alrededor de 25 familiares de los Gordos viven en las cuatro viviendas que oculta el muro exterior. Los varones viven con sus mujeres y sus primos. En esta parcela, además de las casas, se ocultaba un aparcamiento de casi 900 metros cuadrados. Unas dimensiones que hacían el supermercado de los Gordos el más rentable de todos los que hay en Valdemingómez. En la zona hay unas 60 fincas donde se mueve el 90% de la droga que se consume en Madrid.
La actuación de los traficantes comenzaba en la puerta exterior, en la que hasta tres hombres del clan controlaban cualquier entrada o salida. A éstos se les unían los seis que custodiaban las puertas del edificio interior, otros en el punto de venta y las mujeres, que eran las que vendían y empaquetaban las drogas. Además, en la habitación principal habían instalado un circuito cerrado de televisión con seis cámaras, que podían ver en una estancia aledaña.
En la sala donde dos mujeres servían tras un mostrador habían colocado postes metálicos con cintas para que los consumidores hicieran una cola ordenada, "parecida a la de los aeropuertos", según el jefe del Grupo XIV de la UDYCO. En un cesto de mimbre guardaban la recaudación. Cuando se llenaba, metían los billetes en una caja fuerte, en la que habían practicado una hendidura a modo de hucha.
Algunas habitaciones habían sido habilitadas para el consumo de drogas, lo que se indicaba en carteles pegados en las paredes, que decían: "Zona de fumadores". Para mantener el punto de venta abierto las 24 horas el clan instauró tres turnos de ocho horas. En la mesa en la que se realizan las compras, firmado como "la dirección", se podía leer un cartel con las indicaciones que debían seguir los "trabajadores" de los turnos.
Los miembros del clan eran sumamente supersticiosos, según la policía, que destaca que dedicaban una habitación íntegra a la práctica de rituales de "magia negra o vudú". Habían instalado altares con vasos llenos de líquidos, cigarros puros a medio consumir o hatillos con objetos.
La policía informó de que el Consistorio derruyó ayer una vivienda abandonada anexa. Allí requisaron varias pistolas, una carabina, un visor nocturno, munición y 1,6 kilogramos de heroína. Este inmueble también se utilizaba para vender drogas. Tenía rejas y un circuito de cámaras similar al de la parcela vecina.
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