"Berlusconi no es un efecto especial"
Pregunta. Ha venido a presentar Mi Túnez. ¿Son sus particulares Memorias de África?
Respuesta. Obviamente. Son mis raíces. Soy de cultura francesa, porque era un protectorado francés, pero mi familia venía de Sicilia. Mi pasaporte es italiano, pero mis raíces, africanas.
P. ¿Para ser sus auténticas Memorias de África no falta Robert Redford?
R. Sí. Es uno de los grandes, obviamente [ríe].
P. Ha sacado todas las fotos del baúl de los recuerdos. ¿Qué le queda en él?
R. Las fotos son del álbum personal de mi padre. Yo he tenido siempre una estrella que me ha protegido. Y tengo recuerdos extraordinarios. Cuando vivía en Los Ángeles quien me alquiló la casa fue Paul Newman. He conocido a Marlon Brando. Steve McQueen venía a mi casa a Roma para ir a probar el Ferrari...
P. Y Vittorio Gassman, Burt Lancaster, Alain Delon... ¿Qué hacía para que nunca le tocara un feo?
R. Bueno [risas], no soy yo la que elige los actores, sino el director. Pero sí, he sido afortunada.
P. ¿La estrella que la protege la ayudará a vender ejemplares?
R. Yo no soy el editor [ríe]. Es cierto que ahora en el Festival de Cannes todos gritaban: "¡Claudia, Claudia, tu Túnez!". Todos habían visto el libro, y eso me gustó mucho.
P. Dice de los tunecinos: "Soy una de los suyos". ¿A los sicilianos les pasa como a los de Bilbao, que nacen donde les da la gana?
R. Los italianos son los que, cuando la I Guerra Mundial, llegaron a Nueva York con la maleta de cartón. Y a Australia. Te los encuentras por todas partes.
P. En el cine ha sido desde petrolera a pistolera del Oeste o amante de Mussolini. ¿Qué papel ha preferido?
R. Recuerdo muchos. En La Viaccia, de Bolognini, yo era una puta estupenda del siglo XIX.
P. Vaya. ¿Cómo se le ha ocurrido ese papel el primero?
R. Porque he hecho casi toda la literatura italiana. El cambio radical fue en el 62, con El Gatopardo, de Visconti,
y Ocho y medio, de Fellini.
P. Quiso ser maestra, pero se le cruzó una peli con Omar Sharif: así cualquiera se arrepiente de enseñar.
R. Fue algo absurdo. Yo tenía 15 años, estaba en el colegio, y el director llegó a la puerta. No estuvo nada mal para empezar.
P. ¿Cabría hoy en el vestido blanco del baile de El Gatopardo?
R. Sí, sí. Yo no como, como como un pájaro. Desde siempre. Un trozo de queso, pan, un poco de vino tinto, chocolate y dulces, almendras, nueces, y basta. Siempre peso lo mismo.
P. ¿Cree que la crisis económica se solucionará a la Tancredo: que todo cambie para que todo siga igual?
R. A mí nunca me ha importado el dinero. No entiendo nada.
P. Eso es que no ha necesitado entender.
R. No, no. Incluso me han timado, y mucho. Se saldrá de la crisis, y sí, quizá como el Gatopardo, cambiando algo para que todo siga igual [ríe].
P. Cuenta que el cine de hoy ya no la hace soñar, porque todo son efectos especiales. ¿Para efectos especiales, Berlusconi?
R. Berlusconi no es un efecto especial. Es muy inteligente y tiene mucho éxito. Sabe lo que quiere.
P. Sí. Incluso de cualquier edad. Según su mujer, hasta menores.
R. Por Dios. Me molestan esos cotilleos. No me los creo. Él va a todas partes, a todas las fiestas, a todos los cumpleaños. Él es un hombre así.
P. ¿Le da miedo Benedicto XVI?
R. Es un teólogo muy inteligente, pero no le acepto lo que dice de los preservativos, porque yo, como embajadora de la Unesco, me ocupo del sida desde hace 10 años. He estado en Camerún, y ver a todos los niños con sida en los hospitales... Es necesario usar el preservativo.
P. Usted se ha retocado menos cosas que Sophia Loren, ¿no?
R. Yo nunca me he hecho nada. Estoy contra todo eso. Hay que aceptar la edad. No puedes parar el tiempo. Yo no puedo mirarme al espejo y no reconocerme. Mi secreto es que sonrío mucho, y sonriendo desaparecen las arrugas. Las mías del entrecejo me las provocó Lucchino [Visconti], porque quería que los ojos dijeran lo que no decía la boca.
P. Veo que sigue echando más humo que Juana de Arco en la hoguera.
R. No entiendo por qué la gente puede beber, puede drogarse y no puede fumar. Yo fumo mucho, pero no me trago el humo. Me gusta. Y no veo por qué no debo fumar. Fumo en todas partes.
P. Qué carácter.
R. En Nueva York me pidieron que fuera a la ONU a hablar sobre los niños de África. Fue muy divertido, porque me puse a fumar. Todos los embajadores africanos hicieron lo mismo, llegó uno de allí diciendo "aquí no se fuma", y yo le dije: "No acepto órdenes". Todos siguieron fumando.
P. ¿Le ha faltado algo por hacer?
R. No. Nunca me he casado. Por eso no me falta nada [risotada]. He hecho demasiados contratos, y no quería hacer uno más.
Perfil
Tiene 70 años y dos hijos, es embajadora de la Unesco para temas de la mujer y dice que detesta hablar de política, aunque destila admiración por Berlusconi. Le gusta pasear por París, donde vive, y se declara fanática del fútbol, de los dulces y del chocolate. Baila sola en su casa -rock, twist-, y cuenta que el cine le ha permitido, dando tantas vueltas al mundo, colmar sus deseos de niña de haber sido exploradora.
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