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OPINIÓN
Columna
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La ceguera política

Si fuese cierto que los dioses ciegan a quienes desean perder, el Olimpo político lo confirmaría abrumadoramente. Tanto la condena a prisión de un general y de dos oficiales médicos, acusados de falsificar en Turquía documentos oficiales para la dolosa identificación falsa de 30 muertos del caso Yak-42, como la comparecencia del presidente de la Generalitat valenciana ante el instructor del Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana (TSJCV), imputado por cohecho en el caso Correa, ilustran esa leyenda.

Las rituales invocaciones del PP a las responsabilidades políticas de los altos cargos por delitos de sus subordinados y las medidas cautelares impuestas por el código popular de buena conducta a los militantes imputados en procesos penales han terminado esta vez en agua de borrajas. El ex ministro de Defensa y actual portavoz de Justicia en el Congreso, Federico Trillo, ha quedado políticamente absuelto por el PP del atroz fraude perpetrado por los forenses a sus órdenes enviados a Trebisonda. Y a diferencia de los diputados y alcaldes madrileños, separados temporalmente de la militancia por su imputación en el caso Correa, Francisco Camps sigue recibiendo adhesiones en cuantas romerías, procesiones y verbenas participa.

El PP defiende a Trillo, responsable político del 'caso Yak-42', y a Camps, imputado en el 'caso Correa'

Seguramente no es casual en tanta benevolencia que Trillo y Camps formen parte de la guardia de hierro que ha protegido a Rajoy de las emboscadas tendidas por la presidenta Aguirre y su círculo de periodistas de cámara para liquidarle como presidente del PP y candidato a las elecciones de 2012. Cabe pensar que la ceguera impida a Trillo abandonar la escena política, y a Camps pasar a la retaguardia mientras los tribunales sigan investigando para satisfacer sus "ganas locas, locas" de justicia, si bien ambos sólo conseguirán de esta forma prolongar la agonía. Más sorprendente resulta el ofuscado cierre de filas de Rajoy, que comparecerá en Alicante junto a Trillo y Camps el próximo domingo en un mitin electoral.

Trillo fue un cruel e implacable perseguidor de Felipe González durante su último mandato; entre 1993 y 1996, el ex ministro de Defensa rivalizó con Aznar y Miguel Ángel Rodríguez en frases insultantes, insinuaciones calumniosas y acusaciones injustas contra el entonces presidente del Gobierno. La negativa a asumir ahora su evidente responsabilidad política (sólo los tribunales podrían establecer su responsabilidad penal si la "mendaz identificación" por sus subordinados en Trebisonda de los 30 cadáveres hubiese sido realizada en cumplimiento de sus órdenes) es la causa de que ahora pruebe a cucharones su propia medicina. En cualquier caso, el lúgubre cambiazo de los ataúdes de casi la mitad de los 62 muertos en el accidente del Yak-42 no puede ser aislado causalmente de las prisas por cumplir con el horario de las exequias celebradas en Torrejón de Ardoz ante los Reyes, que hubieran debido ser aplazadas, al menos como respetuoso homenaje a las víctimas. -

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