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Reportaje:Ida de los cuartos de la Liga de Campeones

Ribéry hasta en la sopa

El francés del Bayern es tan revoltoso en el campo como travieso en el vestuario

Jordi Quixano

Es único. Se plantó en el borde del área grande para lanzar el penalti, inició la carrera y picó la pelota con sutilidad, suave y al centro. Lehmann, portero del Stuttgart, no cayó en la trampa y atrapó la pelota sin moverse del sitio. Aquel no era un penalti al estilo Panenka ni nada que se le pareciera. Ridículo de los gordos. "Mis compañeros se tomaron la broma un poco mal", reconoce con una sonrisilla picarona Frank Ribéry (Boulougne-sur-Mer, Francia; 1983), medio ofensivo del Bayern y rival del Barça, futbolista tan gamberro fuera del campo como incisivo sobre el césped.

Hace dos años, el Bayern desembolsó 25 millones por Ribéry, la mayor cifra en la Bundesliga. Scarface [cara cortada, como se le conoce por la cicatriz que cruza su rostro tras un accidente de coche cuando era niño] respondió con arrancadas explosivas, quiebros en corto y en largo, y desbordes de ensueño. "Es un jugador complicado de defender porque es muy habilidoso y rápido, y cuando coge la pelota va a por ti. Marca las diferencias y él solo puede decidir un partido", le elogia Puyol. "Tiene la capacidad de sorprender", abunda Henry. A lo que Ribéry recoge el testigo: "Como al público, me encantan los regates. Ese es mi arte, que los demás no sepan lo que hago con los pies". La afición del Bayern le dio la razón; un mes más tarde de su llegada se vendieron por primera vez en la historia del club la totalidad de los abonos para palcos VIPS de empresas y aumentaron en 10.000 los socios.

"Es duro pararle, porque cuando coge la pelota va a por ti", le elogia Puyol
Junto a su amigo Van Buyten, le tiró un cubo de agua al ex portero Kahn desde una azotea

Pero desde que llegó a Baviera su fútbol ha cambiado notablemente; ha pasado de ser un extremo profundo a un enganche o un interior izquierdo con libertad de movimientos. Circunstancia táctica que incomoda a cierto sector barcelonista que suspira por su fichaje, por un futbolista de recorrido. "Es un extremo excepcional", le considera Ottmar Hitzfeld, ex técnico bávaro y ahora seleccionador suizo. "Se mueve muy bien entre las líneas", defiende Klinsmann. Tanto es así, que Wolfgang Dremmler, ojeador jefe del Bayern -ha acudido a cuatro partidos del Barça este año-, tiene un apartado donde estudia las debilidades de los rivales a partir de los movimientos de Ribéry. "Con Frank en forma, el Bayern es capaz de todo", asegura Dremmler al aterrizar en Barcelona. Y Guardiola soluciona el dilema táctico: "Es un jugador muy vertical, rápido, que cae bien a las dos bandas. No sé por dónde lo hará contra nosotros, pero suele jugar por la izquierda". Y agrega: "Es directo, tiene gol y personalidad. Lo defenderemos colectivamente y si está donde Alves, éste deberá ser equilibrado, como siempre".

Expulsado de la escuela de formación del Lille por mal estudiante, con supuestas salidas nocturnas y una pelea pública con su representante en Francia, Ribéry deambuló por equipos humildes galos antes de recalar en el Metz. En 2004, emigró y deslumbró en el Galatasaray. Cuando llegó al banquillo Eric Gerets, ex jugador del Milan y PSV entre otros, Ribéry se marchó al Marsella porque en Turquía no le pagaban. "Es uno de los mejores futbolistas que han pasado por aquí pero, desafortunadamente, decidió rescindir su contrato en un momento complicado de la entidad", recuerda Haldum Ustunel, vicepresidente y director deportivo del Galatasaray. Y cuando Gerets se fue al Marsella, el extremo se marchó al Bayern. "Me he quedado con las ganas de dirigirle", cuenta el propio Gerets; "pero sé la impresión que deja por donde pasa. Es tan completo, rápido y técnico...que puede jugar donde le dé la gana". Lo mismo piensa Lahm, lateral muniqués: "Es un jugador de clase mundial". Y Zidane remata: "Es la joya del fútbol francés". No sólo eso, sino que es un reclamo publicitario -hizo de Pantera Rosa para Nike y posó en una tienda como si fuera un maniquí- y un referente para los niños. "En la escuela siempre le ponemos de ejemplo porque no falta a los entrenamientos, nunca crea problemas y es amigo de sus amigos", apunta Werner Kern, responsable de la cantera del Bayern. Para amigo: Van Buyten.

No es raro ver aparcados cerca de la calle comercial Maximilianstrasse dos Audi Q7. Los coches de Ribéry y Van Buyten. Inseparables en el vestuario, son tan traviesos como divertidos. Al ex portero, capitán y refunfuñón Kahn, por ejemplo, le tiraron un cubo de agua desde la azotea de las oficinas del club o a Podolski le pusieron pasta de diente en los pomos de las puertas. Pero Ribéry se lleva la palma; es un gamberro por definición. Cambia los zapatos de sitio, tira sal en los vasos de agua de los jugadores, corta los dedos de los calcetines a Van Buyten -"él es más fuerte, pero yo corro más", apunta divertido-, deshincha las ruedas de los coches para que los compañeros no se puedan escaquear de firmar autógrafos o secuestra en Dubai el autobús del equipo durante un stage de invierno... y lo estrella. "Sé perfectamente cuando debo ser serio y cuando no", responde el 7; "pero aún me falta gastarle una broma a Klinsmann...".

Ribéry, convertido al Islam, reza cinco veces al día y cumple el ramadán cuando la agenda se lo permite. "No estamos dispuestos a dejarle marchar del equipo", asegura Karl-Heinz Rummenigge, director general del Bayern. "Frank seguirá con nosotros. Eso ya está acordado", interviene Klinsmann. "El año que viene será jugador del Bayern", ahonda el presidente Franz Beckenbauer. Y Ribèry responde: "Me siento bien aquí y tengo contrato hasta el 2011". A Ribéry le quieren todos menos los rivales. Hoy le toca el Barça y Klinsmann lo tiene claro: "Messi es un genio pero nosotros tenemos a Ribéry, otro genio".

Ribéry, ayer durante el entrenamiento.
Ribéry, ayer durante el entrenamiento.CARLOS MIRA

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