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Desde Akihabara | OPINIÓN
Columna
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El ingenio no conoce la 'depre'

Gente de la industria de Internet se aglomera en la entrada del club más sibarita de Japón, en el barrio de Azabu. Llega una enorme limusina de la que descienden piernas inacabables de supermodelos japonesas; pero los fotógrafos y los gritos se dirigen al de los pantalones, Steve Chen, el cofundador de Youtube.

Así arrancaba una fiesta en Tokio al más puro estilo hollywoodiense, pero en lugar de actores y actrices de la prensa rosa, los invitados eran geeks, frikis, otakus, apasionados de Internet, inversores de riesgo y hombres de negocios en general. Ni Brad ni Angelina: la estrella de la fiesta Youtube Mix, que inaugura la integración de Youtube con Google Japan, era Chen, un inventor.

Champaña y whisky de 10 años gratis para todos, baile pole dance de la campeona del mundo, concierto patrocinado por MTV y retransmitido en directo por Youtube, caviar y sushi deliciosos... Fiestas como ésta eran habituales en la vida nocturna de Tokio hace dos años. Hasta principios de 2008 se despilfarraba en apariencias, eran tiempos relativamente buenos tras la depresión de la industria tecnológica japonesa a comienzos de siglo.

Desde hace medio año el ambiente es muy diferente. Ya no se ven fiestas; no hay éxitos que celebrar. Los geeks y los inversores ya no se juntan para charlar, tomar copas y lamerse el ego recíprocamente. Ya ni el agua corre gratis; los asistentes no van a relajarse sino con algún propósito en mente. Ingenieros que trabajaban en finanzas y que han perdido el trabajo pululan por el networking tecnológico en busca de otra oportunidad; ex desarrolladores de Sony, Panasonic o Sun Microsystems también están deseosos de encontrar algo que hacer. Los inversores escuchan y buscan nuevas ideas, pero sus ganas de arriesgar son inversamente proporcionales a sus ansias de encontrar la startup perfecta, el siguiente Youtube.

Técnicos altamente cualificados buscan trabajo en Tokio mientras las empresas recortan gastos. Los extranjeros que han perdido su trabajo en Lehman Brothers y otras consultoras financieras regresan a sus países de origen o esperan capear el temporal. La crisis está forzando a este personal cualificado a montarse su propio negocio, y así están apareciendo pequeñísimas startups. Kakuteru.com, con tan sólo dos empleados y la ayuda de la comunidad, acaba de nacer con el propósito de dar un paso más allá que la estadounidense Friendfeed. La startup más exitosa del momento es iKnow, su servicio de aprendizaje de idiomas en red ha captado medio millón de estudiantes en un año. Hace un mes consiguió 12 millones de euros en capital riesgo.

Los ingenieros se juntan en pequeñas reuniones de desarrolladores, se ayudan para recortar gastos, buscan formas de colaborar, de salir adelante sin tener que hipotecarse, se generan negocios que buscan la rentabilidad desde el principio.

En este tumulto de nuevas startups muchas se centran en desarrollar aplicaciones para el iPhone y el iTouch. Ya son 15 las dedicadas únicamente a la venta de aplicaciones para esos aparatos. Una de ellas, Appliya, se dedica a comprar licencias de grandes productoras de anime y manga japonés y a partir de ellas crea videojuegos. Sus aplicaciones más exitosas para el iPhone son juegos basados en Evangelion. Pero sin duda la más interesante se llama Tochindot, con su Sekai Camera, que te da información sobre edificios, carreteras, restaurantes, etcétera, simplemente apuntando la cámara del iPhone hacia esos lugares. Tochindot nos acerca a un geotaggeado visto a través una cámara.

Si alguien dijo que el ingenio depende del dinero, se equivocó. Las crisis económicas van por un camino diferente del de las crisis creativas, sean artísticas o tecnológicas, y éstas están aflorando, no sé si como nunca, pero sí, al menos, como siempre.

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