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Columna
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El bilaureado general

La retirada de la estatua de Franco en Santander y el anuncio de que se va a proceder de igual manera en Melilla va a permitir que las calles españolas queden libres de recuerdos al general golpista. Estos residuos que reconocen al bando vencedor de la Guerra Civil se eliminan de manera progresiva en medio de grandes resistencias pese a lo que prescribe la ley. En la ciudad de San Fernando todavía queda la efigie ecuestre del general José Enrique Varela sin tener noticias sobre el momento en el que se va a proceder a su retirada. Más aún, el Ayuntamiento, gobernado por una coalición PA-PP, da largas sobre el momento y la manera en la que se cumplirá la ley para retirar el monumento que conmemora la vida de este general golpista, dos veces condecorado por la Laureada de San Fernando por su participación en la guerra de Marruecos. Varela nació en San Fernando y pasó de soldado a general por méritos en el combate así como por su participación en la masacre de marroquíes y en la Guerra Civil española. Además de otras condecoraciones consiguió el Gran Collar de la Orden Imperial del Yugo y las Flechas, distinción que compartió con Hitler y Mussolini.

Las calles españolas quedarán libres de recuerdos al general golpista Franco
En San Fernando aún permanece la efigie ecuestre del general José Enrique Varela

Participó en la sanjurjada y el 18 de julio se puso a la cabeza del levantamiento golpista en la provincia de Cádiz, donde se cometieron todo tipo de atrocidades contra las autoridades leales al Gobierno y contra ciudadanos por su mera simpatía con la causa de la República, cuya memoria se rescata a duras penas. Algunos de los restos de los dirigentes republicanos de Cádiz todavía no se han encontrado. A pesar de todo hay resistencias a cumplir la ley y retirar la estatua mientras San Fernando no le ha dedicado ni un pequeño recuerdo a otro ilustre hijo suyo, el capitán republicano Fermín Galán.

Varela fue un general carlista que participó en todos los movimientos contra el Gobierno de la República y que fue nombrado por Franco ministro del Ejército. Dimitió por el atentado perpetrado por los falangistas contra una reunión requeté frente a la basílica de Begoña. Fue nombrado Alto Comisario de España en Marruecos con sede en Tetuán. Esta parte de su biografía todavía está por explicar. Las autoridades franquistas de Cádiz, en su espíritu servil, le regalaron un impresionante chalet con amplio jardín en la Avenida pagado con el dinero que se le descontó de manera obligatoria a los funcionarios municipales y a los trabajadores de astilleros. Esta mansión, que apenas disfrutó el titular, pasó a sus herederos, que gozan aún de una imponente residencia en la ciudad fruto de un arbitrario e injusto impuesto. Con la llegada de la democracia el gobierno municipal socialista quiso que el jardín del chalet pasara a ser de uso público para lo que no le quedó otro remedio que llegar a un acuerdo en virtud del cual se recalificó para vivienda libre el patio trasero de la finca.

Fruto del mismo convenio la familia Varela se comprometía a devolver el chalet a la ciudad en 15 años. Se obtuvo así un jardín público y los herederos del general golpista hicieron un importante negocio. Pasado el tiempo señalado, ya con gobierno municipal del PP, la familia Varela renegoció las condiciones del convenio y consiguió quedarse con el uso del chalet a cambio del acceso público al archivo del general, compuesto en su mayor parte por documentos oficiales. Varela gana batallas después de muerto. Por si esto fuera poco, tenemos que sufrir que los herederos del general parezcan unos filántropos que nos dejan acceder al archivo. Los familiares y seguidores de Varela se preocuparon siempre de ofrecer la imagen del general como un abnegado benefactor de la ciudad de Cádiz a la que se entregó tras la explosión de 1947, ocultando cómo obtuvieron su chalet y cómo se lucraron con importantes plusvalías fruto de los diferentes convenios firmados con el Ayuntamiento. Algunas páginas de la Guerra Civil todavía no se han cerrado.

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