Llamazares deja el cargo con críticas a IU por "sectaria, dogmática y tribal"
El ex coordinador formaliza su dimisión y aboga por "refundar la izquierda"
Izquierda Unida es "tribal", "dogmática", "sectaria" y "feudal". Su coordinador general hasta ayer mismo, Gaspar Llamazares, tiene "responsabilidad" en esto, pero "ninguna culpa". Y la militancia merece algo mejor, que sólo llegará con la "refundación de la izquierda" a partir de noviembre. Con ese ejercicio de ambigua autocrítica, Llamazares se despidió ayer del cargo; lo hizo en su tierra, Asturias, ante sus fieles y tres semanas antes de ser sustituido en la IX Asamblea Federal, a la que la organización llega hecha trizas. La dimisión se produce ocho meses después del descalabro electoral, que dio a IU los peores resultados de su historia: un millón de votos, dos diputados.
Con un discurso que, por primera vez en mucho tiempo, llevaba escrito -"por razones que tienen que ver con el corazón"-, el ya ex coordinador puso punto final a su reinado de ocho años al frente de la tercera fuerza política española. Y lanzó idéntico llamamiento que el primer día: "Necesitamos una IU más amable".
"Me llevo una sensación agridulce. Asumo la responsabilidad por no haber logrado articular la movilización social ni cambiar más la organización para ponerla al ritmo de los tiempos... Pero no asumo ninguna culpa", zanjó. Y es que los obstáculos -la oposición sin tregua del PCE y las peleas internas que han roto la frágil mayoría de Llamazares- han sido más fuertes que su receta: "Necesitamos ser más imaginativos, menos dogmáticos; más abiertos y menos sectarios y tribales; más federales, menos feudales. Hacer la revolución del día a día, ¡no la de la cafetería! Gestionar la frustración de no conseguirlo todo pero sí algunas cosas".
Dimite ahora "para que la Asamblea Federal no comience en clave de reproche". Lo que, además, implica que él no tendrá que dar cuentas de su gestión en el informe que la dirección presenta ante los delegados en el arranque del cónclave. Pero Llamazares no se retira: no sólo conserva el escaño de diputado, sino que aspira a liderar "la refundación de la izquierda" y a formar parte del "nuevo socialismo del siglo XXI". "Aviso para navegantes: dejo la coordinación pero sigo en la política", advirtió entre aplausos. Luego deslizó algo que sonó a desafío: "Propongo que desde Asturias encabecemos no la resistencia, sino la ofensiva. Un nuevo movimiento de refundación de la izquierda que tienda la mano a IU para su recomposición". ¿Un proyecto fuera de IU? "No, en absoluto". ¿Una corriente o un partido nuevo dentro de IU? "Eso ya se verá. Yo me he referido exclusivamente a la Asamblea", afirmaba él a la salida del campus universitario de Mieres, sonriendo a viejos militantes que le pedían fotos y le daban las gracias. La dirección de IU no acudió a arroparle en bloque; porque ya no es un bloque y porque no quiso dar a este acto un carácter de despedida.
Llamazares había entrado en el plenario tocado con el pañuelo palestino, y en su discurso señaló el logro del que se siente más orgulloso: la Ley de Memoria Histórica. Encadenó críticas al Gobierno socialista por derechizarse y acabó con un "¡puxa [viva] Asturias, puxa IU!". Después rompió a aplaudir a los militantes asturianos -"los míos"- que, a su vez, lo aplaudían a él puestos en pie.
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