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Reportaje:Gran Premio de Malaisia

Un campeón a imagen de Rossi

Simoncelli, compañero de gimnasio y carreras de motocross de 'Il Dottore', hereda de Lorenzo el título de 'dos y medio'

Oriol Puigdemont

Puestos a buscar un referente en el mundillo del motociclismo, nadie mejor que Valentino Rossi. Es la reflexión que hizo Marco Simoncelli (Cattolica, Italia; 1987), el nuevo campeón del mundo de dos y medio, que hereda el trono de Jorge Lorenzo tras terminar tercero ayer en Sepang y que este invierno se enganchó a Rossi para compartir con él sesiones de gimnasio y de motocross en Pésaro, donde viven.

La compañía le ha venido de perlas a Simoncelli, que ha incorporado la esencia competitiva de su compatriota y ha sabido adaptarla a su carácter, más impulsivo. El resultado es una fotocopia distorsionada de Il Dottore, suficiente para barrer en la categoría de plata en un año en que nadie daba un euro por él. Como dicen los italianos, ésta era su última spiaggia (playa) o, lo que es lo mismo, la última oportunidad que le quedaba para reclamar un trato preferencial con vistas al futuro antes de pasar a ser otro piloto de relleno.

"Si no tengo suficiente moto para ganar, deberé ser yo quien gane", se dijo

En menos de un año, Rossi ha conseguido darle la vuelta a Simoncelli, que ha transformado la irregularidad y los excesos de efervescencia en concentración y confianza, una combinación ganadora que le ha llevado a renacer como piloto. A partir de ahora, ya hay motivos para seguirle de cerca, más allá de saber si se ha cortado o no el felpudo que luce en la cabeza y que tanta guerra le da a la hora de ponerse el casco.

En esta metamorfosis hay mucho más que la predisposición de un sparring de lujo. Hay un proceso interno de maduración que ha llevado a Simoncelli a replantearse su método y su forma de entender las carreras. Aún le queda algún tic de locura fuera de la pista -hace un par de meses se sacó el carné de conducir y a los dos días se lo retiraron porque adelantó a un camión por una línea continua-, pero en los circuitos se ha ganado el respeto de rivales y marcas. Su representante, Carlo Pernat, ya ha recibido propuestas para MotoGP, aunque Simoncelli seguirá un año más en 250cc.

"Yo mismo me he sorprendido del cambio que ha dado", asegura Rossi; "pero, a la vez, soy consciente de que ha trabajado muchísimo para lograrlo. Cuando salimos a hacer motocross, tengo que dejarme la vida porque, si no, me gana".

Simocelli ha madurado a medida que el campeonato ha avanzado, una circunstancia que le ha permitido ganar enteros en Gilera, que apostó por él por deseo de Giampiero Sacchi, el director deportivo del Grupo Piaggio. Simoncelli comenzó con el prototipo estándar. Eso le enrabietó y facilitó que emergiera su mejor versión. "Si no tengo suficiente moto para ganar, tendré que ser yo quien gane", se vino a decir. Y vaya si lo hizo. Tras firmar dos ceros en las dos primeras pruebas, en la tercera se entonó y su progresión fue diabólica: es el primer campeón que recupera una desventaja de 49 puntos. "Da miedo verle", aseguraba Aleix Espargaró en Montmeló. "Se tira a las curvas como un león y, además, ya no se cae como le pasaba antes. No sé cómo consigue ir así de rápido", le piropeaba.

Los resultados le pusieron a tiro el modelo más evolucionado de Gilera, la RSA, que conduce desde Alemania. Con la confianza por las nubes y con el mejor material, comenzó a volar. De los rivales del italiano, sólo Álvaro Bautista le ha puesto en algún aprieto, por más que el talaverano se ha aflojado en el momento decisivo (Japón y Australia). Ayer ganó Bautista, pero ya era tarde.

El título convierte a Simoncelli en el primer motociclista italiano que gana un Mundial con Gilera, 51 años después de Libero Liberati, en 1957, en 500cc.

Simoncelli celebra su título.
Simoncelli celebra su título.AFP

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