Entre el éxtasis y el coñazo
ANIMAL COLLECTIVE
"La democracia puede ser algo molesto". Esto nos lo dice Noah Lennox, más conocido como Panda Bear, un hombre que admite no haber votado jamás en unas elecciones. Noah es natural de Baltimore, pero vive en Lisboa junto a su mujer y su hija. "El grupo funciona por esta dinámica igualitaria y supuestamente democrática, por lo que es imposible que nos pongamos de acuerdo en casi nada. Así, decidimos que no todos teníamos por qué tocar en los discos, salir de gira o hacer promoción. Esto nos da una enorme libertad y nos asegura que, cuando nos ponemos a trabajar juntos, tenemos muy claro qué queremos y qué puede funcionar. Sobre todo, desde que vivo en Europa las cosas se han convertido en algo mucho más estructurado". Insulares como ellos solos, Animal Collective, desde su irrupción a principios de siglo, ha sido una de las fuerzas vivas del underground más militante, un grupo de amantes de la experimentación musical con una total desconexión con la realidad que les rodea. Sónicamente impecables en su constante búsqueda de la diferencia, ya sea a través de la psicodelia, la electrónica o el indie, Animal Collective son uno de esos grupos que provoca adhesiones casi fascistoides.
El próximo sábado 25 de octubre actuarán como colofón de un festival valenciano y, siguiendo sus tradiciones, tocarán, esencialmente, temas nuevos que formarán parte de Merriwather post paviion, el disco que editarán en febrero. "Llevamos tocando estas canciones desde verano. Al principio, cuando decidimos que nuestros conciertos se nutrirían esencialmente de temas aún no editados, topamos con ciertas reticencias por parte del público. Ahora ya no sucede eso. Además, nuestra nueva aproximación en directo es mucho más electrónica, lo que nos permite revisitar viejas canciones, hacer medleys y demás cambiando la estructura de las canciones y ofreciendo algo nuevo a partir de algo viejo", comenta Panda.
Animal Collective actúan en el IV Heineken Greenspace (Valencia) el sábado 25 de octubre. www.heineken.es
DUNGEN
Gustav Ejstes es un sueco con suerte. Podría haber copiado el sonido pospunk, tecno pop o sleaze rock, pero escogió la psicodelia, uno de esos estilos que sí está bien copiar y que, aunque tenga unos cuarenta años, jamás suena retro, porque alguien muy listo un día lo decidió así. Pitchforkmedia ha dicho: "A pesar de lo pesado e intrincado del sonido, su anacronismo acaba sonando como algo que vale la pena, despreocupado y natural".
FLEET FOXES
La sensación del año se supone que son esta gente de Seattle, enamorados de las melodías de Stephen Stills, las armonías de Brian Wilson y el legado de Jeremiah Johnson. Hacia rutas salvajes parece encaminarse este combo que pronto deberá inventar nuevos trucos. Tan esteticistas que hasta Lagerfeld pondría reparos. The Guardian ha dicho: "Éste es el sonido de bosques en plena noche. Increíblemente, viven en Seattle y son veinteañeros".
BATTLES
Revolviéndose contra su futil destino, el posrock renacía gracias a su rock matemático. El sonido del futuro o el más absurdo ejercicio de experimentación. O ambas cosas. Muchos de sus fans pertenecen a esa corriente que pretende convertir sus gustos en verdades absolutas. Pitchforkmedia ha dicho: "Suena menos como rock de 2007 que como rock de 2097, un mundo en que amplificadores Marshall y microprocesadores van de la mano".
JOANNA NEWSOM
La edición de Ys en 2006 sedujo incluso a los escépticos. Música de ninfas medievales, arreglos ambiciosos hasta lo ridículo, harpas y voces sacadas de Cuarto milenio. Una tomadura de pelo o una obra de tal sensibilidad que hace que Sylvia Plath a su lado parezca Santiago Segura. Lo élfico se hizo tendencia. The Guardian ha dicho: "Ys está lleno de momentos que resultan mágicos por razones de las que jamás acabas de estar seguro".
EXPLOSIONS IN THE SKY
Entre la tensión eléctrica y la contemplación desértica, estos posrockeros tejanos han llevado un paso más allá las propuestas de Godspeed! You Black Emperor o Mogwai, todas ellas celebradas por su supuestamente irresistible opacidad. Pasada la efervescencia inicial, otra fórmula más. Si a la segunda ingesta te sigue doliendo, déjalo estar. Stylus Magazine ha dicho: "Tras escuchar esto siento que no volveré a necesitar otro disco instrumental".
LINDSTROM
Productor noruego que ha revolucionado la electrónica espacial con un disco que, con coartada futurista, revive el fantasma de Tangerine Dream en lo que podría ser el inicio de una tendencia de impredecibles consecuencias para la humanidad. Si mandamos esto en una sonda a la estratosfera, nos aseguramos de que los extraterrestres no vienen aquí ni a por sal. The Phoenix ha dicho: "Tres temas, cada uno entre 10 y 29 minutos, cada momento es eléctrico".
BON IVER
Estaba triste y se encerró en una cabaña. Cazó ciervos y grabó canciones sobre su amor perdido. Otro clavo en el ataúd emocional que es este revival de la psicodelia campestre. En el caso de Iver, se escora hacia el folk de confesiones adolescentes y melodías inexistentes. Podrías escucharlo veinte veces seguidas y seguirías sin recordar nada. Música amnésica. Mojo ha dicho: "El aislamiento pocas veces es más espléndido que esto".
ISOLÉE
Rajko Mueller es la cabeza binaria detrás de este proyecto, epígono de la IDM, que es inteligente y digital, aunque a veces es dudoso de que sea música. Suena todo a teoría. Por eso casi vale la pena más estudiarlo que escucharlo. Tienes la sensación de que con sus partituras se saca la fórmula de algún medicamento. Playlouder ha dicho: "Su música posee una vulnerabilidad que te invita a acercarte a su ordenador y darle un beso para consolarle".
SIGUR RÓS
Una de las pocas bandas que ha logrado polarizar a la crítica más obtusa y altanera. Algunos aman a estos islandeses en su idioma inventado, en sus sonidos crustáceos y en su pop paralímpico. Otros, aún buscan la cámara oculta. Una pesadilla recurrente es aquella en la que Lars Von Trier les llama para ofrecerles una película. Wired ha dicho: "A pesar de sonar crípticas, estas canciones no necesitan traducción".
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