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Ibarretxe impone su criterio al PNV

El 'lehendakari' arrastra al partido ante el riesgo de división y la cercanía electoral - Rodríguez Zapatero lanza hoy en Barakaldo la campaña de los socialistas vascos

El PNV ha llegado a la conclusión de que secundar la hoja de ruta diseñada por el lehendakari Ibarretxe, es, pese a sus riesgos, la solución menos mala para afrontar unas próximas elecciones autonómicas y, sobre todo, evitar que las diferencias de criterio entre el sector más pragmático del partido y su ala soberanista estallen en una crisis interna. Finalmente, el lehendakari, aunque con resistencias, ha logrado imponer su criterio, como se escenificó ayer en la asamblea informativa celebrada ayer en Bilbao, en la que Ibarretxe y el presidente del partido, Iñigo Urkullu, dieron las claves de la situación a los cargos internos y públicos del partido.

Este acto y la presencia, hoy, de Rodríguez Zapatero en la Fiesta de la Rosa del PSE, en Barakaldo, marcan el inicio del camino hacia las urnas en Euskadi. Tendrá sus jalones intermedios en el encuentro del presidente e Ibarretxe, el día 20 en La Moncloa, y en el pleno del 27 de junio, en el que el lehendakari pedirá permiso al Parlamento vasco para convocar su consulta soberanista.

El fantasma de la escisión, como la de 1986, ha retraído la crítica interna
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El peor fantasma que recorre los pasillos de Sabin Etxea, la sede del PNV en Bilbao, es el de la escisión. El trauma de la ruptura en 1986 atenaza a un partido que sabe que una situación de guerra interna aceleraría su debilitamiento. La tendencia descendente en las tres últimas convocatorias electorales -sobre todo en las generales de marzo, donde fue batido por el PSE en las tres provincias- ha llevado al nacionalismo a pensar que sólo el cierre de filas puede permitirle mantenerse en el poder.

Las discrepancias internas cada vez se ocultan menos y gana fuerza la corriente más pragmática, que ve con grandes reservas el escenario de enfrentamiento al que lleva la hoja de ruta de Ibarretxe. El PNV de Vizcaya, del que procede el propio Urkullu, levantó la voz hace tres semanas por medio del diputado general de este territorio, José Luis Bilbao, contra consultas inciertas. Bilbao pidió un acuerdo con los socialistas para sacar a Euskadi de su situación de atasco político.

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Sin embargo, las gestiones realizadas por el PNV ante el PSOE para buscar una salida que permitiera encajar el proyecto soberanista de Ibarretxe en una reforma estatutaria "singular" no ha dado resultado. El último intento, según ha confirmado este periódico, lo hizo el propio Urkullu, quien el martes mantuvo una entrevista discreta con Zapatero en Madrid. Constató en ella que el Gobierno no va a hacer ningún esfuerzo para dar satisfacción a una propuesta que éste considera irreconducible a los márgenes de la Constitución. Con este dato, el PNV ha puesto la maquinaria del partido detrás del lehendakari.

Ibarretxe envió el jueves a La Moncloa su propuesta de "acuerdo político" para la entrevista del día 20, a sabiendas de que el presidente Zapatero la rechazará por sus contenidos -entre otros, la pretensión de abordar la cuestión de Navarra al margen de representantes de esa comunidad- y por su procedimiento, al saltarse el método marcado por el Estatuto de Gernika para las reformas estatutarias. Ese mismo día, Ibarretxe declaraba en una entrevista en ETB y Radio Euskadi que mantenía la hoja de ruta anunciada en septiembre, incluida la consulta soberanista.

En esta situación, el lehendakari se ha impuesto a la mayoría de la dirección del PNV, nucleada en torno a Iñigo Urkullu, que hace sólo unas semanas le había pedido que retirara su plan soberanista. Urkullu y los suyos han dado un paso atrás ante la resistencia de Ibarretxe a asumir sus peticiones y ante el temor de que la persistencia en sus exigencias abra una crisis en el PNV de dimensiones incalculables.

Las declaraciones de Bilbaohicieron sonar las alarmas, traducidas en confusión y temor en las filas del partido. A unos meses de las elecciones vascas, el PNV ha sacado la conclusión de que sólo dispone de un referente electoral claro, que es Ibarretxe, pese a la fuerte caída de su popularidad este año, según las encuestas. Y el objetivo principal es ganar ante el avance de los socialistas.

Para ello es esencial la batalla de la imagen y presentar a la otra parte como cerrada al diálogo. A este propósito obedece la inclusión por el lehendakari en el texto enviado a Zapatero del borrador que defendió el PNV en las conversaciones de Loiola (Guipúzcoa), el otoño de 2006, con el PSE y Batasuna, encuadradas en el proceso de final dialogado del terrorismo. Dicho borrador le sirve de apoyo para reprochar que el presidente no quiera hablar con él de lo que habló con ETA.

La única concesión que Ibarretxe parece dispuesto a hacer al PNV es no urgir el adelanto electoral a octubre, para dar margen al partido a desarrollar su estrategia. Ésta pasa por afirmar que el Gobierno y al PSE se niegan a todo tipo de diálogo y tiene su primera estación en el encuentro que mantendrán Zapatero e Ibarretxe en La Moncloa el día 20. A partir de ahí, el lehendakari iniciará su campaña electoral, situándose en la equidistancia, entre ETA y los socialistas. A los primeros les acusará de impedir la construcción nacional y a los segundos de negar una solución dialogada. El victimismo le dio muy buenos resultados en las autonómicas de 2001.Pero los tiempos han cambiado. En las elecciones vascas de mayo de 2005 apeló a la misma estrategia, tras el rechazo de su primer plan soberanista en el Congreso, y perdió cuatro escaños. Los socialistas también han aprendido y tratarán de evitar una política de confrontación exagerada con el PNV y, menos aún, reeditar el "frente nacional" contra el "frente nacionalista", como sucedió en 2001.

El <i>lehendakari</i>, Juan José Ibarretxe, y el líder peneuvista, Iñigo Urkullu, durante la Asamblea Nacional del PNV.
El lehendakari, Juan José Ibarretxe, y el líder peneuvista, Iñigo Urkullu, durante la Asamblea Nacional del PNV.SANTOS CIRILO

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