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Reportaje:

Las tribus del PSOE de Sevilla

Las luchas de poder abocan a los socialistas sevillanos a otro congreso de división

Lourdes Lucio

Informar del PSOE de Sevilla es como contar una película de indios. El explorador sólo verá miles de plumas (hasta hoy, 15.814), creyendo que todas pertenecen al mismo grupo, pero caerá en un grave error. Se organizan en tribus. Sioux, cheroqui, arapahoe, navajos, cheyenes, apaches, comanches... Cada una de ellas tiene un jefe y ninguna por sí sola reúne al 51% de todos los indios juntos.

"Es insoportable. Así que vamos a por ellos o vienen a por nosotros"
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De ahí que cada cuatro años, cuando hay que elegir al gran jefe en el consejo nacional, forman alianzas muy heterogéneas, a veces antiestéticas, para aupar a un líder y quitar al anterior con el mismo argumento con el que apartaron al anterior del anterior: "Tiene malos modos, tics autoritarios, impera el ordeno y mando, el clientelismo", acusan.

Así es el PSOE de Sevilla, donde, sin embargo, hay una ley que cumple a rajatabla desde el primero hasta el último militante. Con las elecciones no se juega y por eso, acabados sus congresos, los indios de manera disciplinada se repliegan a sus trabajos, a sus agrupaciones, a sus ayuntamientos. Arrasan en las urnas (el 45% del voto municipal, el 58% en las elecciones generales, el 54% en las autonómicas). Y esperan otros cuatro años a una nueva cumbre de tribus. "Lo que pasa en Sevilla llevaría a cualquier partido a la tumba, pero allí parece que les hace vivir", dice con perplejidad un secretario provincial.

Lo que ocurre en el PSOE de Sevilla se resume en cuatro palabras: lucha por el poder. Y en Sevilla hay mucho poder porque hay mucho que repartir. Por el momento, no se ha escuchado ni una sola idea, ni propuesta. No hay debate ideológico, ni de modelo de partido entre los grupos en liza. "Esto es insoportable así que vamos a por ellos o vienen a por nosotros", admite un dirigente critico.

También hay, según perciben miembros de los dos sectores enfrentados, "un pulso generacional" entre socialistas de la capital y jóvenes alcaldes de la provincia. Los de 40 años quieren ya dirigir el partido. "Ellos ya quieren poner a gente, no que les pongan", dice un alcalde.

José Antonio Viera (62 años) lleva sólo cuatro de secretario general. Dio el paso de aspirar al cargo tras ordenar Manuel Chaves parar los pies a su ex portavoz parlamentario José Caballos por revelarse contra él. La fatua provocó una desbandada de desafectos hacia Caballos, líder hasta entonces de la agrupación, y en una semana los entonces críticos juntaron apoyos suficientes para alzar a Viera a la secretaría general con el 55,8% de los votos. A esta operación se sumó en el último momento el alcalde de Sevilla, Alfredo Sánchez Monteseirín, cuyo gesto arrastró a muchos indecisos. Al día siguiente empezaron los problemas en la ejecutiva, cuya presidencia ocupa el alcalde. El pulso entre ambos ha ido a más desde entonces y la desconfianza ha ido minando la convivencia. El grupo del alcalde acusa a Viera de maniobrar para quitarlo como candidato. Los de Viera aseguran que los de Monteseirín son una panda de desleales y que han cuestionado la autoridad del secretario general desde el primer momento.

Ambos intentaron poner parches para reconducir la situación. Uno de los ensayos fue la lista municipal, con el líder del partido de número dos. El experimento fracasó cuando en el reparto de tareas municipales Monteseirín parecía que reservaba a su secretario general el puesto de delegado de Cementerios. Viera dimitió de concejal.

Desde entonces, los dos grupos han ido repartiendo lanzas y flechas en las 115 agrupaciones de Sevilla. El tambor de guerra lo tocó Monteseirín en un artículo en EL PAÍS la semana pasada, a dos meses y medio del congreso. Renunciaba a estar en la ejecutiva y pedía a Viera que también hiciera lo mismo. El secretario general le contestó en una reunión interna confirmando su candidatura y recordándole a Monteseirín que gobernaba en coalición con IU porque había perdido las elecciones.

"Esto es patético y va a degenerar más. Lo que hay es un intento de compra de voluntades para luchar por el poder, no para hacer cosas", opina un dirigente que se mantiene, por ahora, neutral. Esta semana está previsto que el delegado del Gobierno andaluz en Sevilla, Demetrio Pérez (44 años), haga pública su candidatura a la secretaría general en un acto rodeado de dirigentes locales. En la foto se verá que algunos de los que estaban con Viera ahora están con el nuevo referente crítico.

Pero en la otra foto habrá quienes votaron hace cuatro años contra Viera pero ahora lo apoyan. Hay personas que se situarán en la posición contraria en la que esté su enemigo, aunque aún no saben de qué lado está su enemigo. Otros hacen números para apostar por el caballo ganador. En este momento del proceso, cuando aún no se han elegido a los delegados, hay mucha gente silente, que está recibiendo llamadas para decantarse por uno u otro. "Son el tipo de gente que intervine y reclama amor y paz en el mundo. ¡Y es que no se enteran!: aquí lo que estamos es para repartir las próximas listas y los puestos en Cajasol", dice quejoso uno de los dirigentes consultados.

"En Sevilla no hay liderazgo ni nada que se le parezca", afirma un veterano dirigente. "Y en esta situación hay menos referentes que en otras provincias. Aquí lo que se pregunta es: '¿éste es mío-mío-mío?' Y, claro, tuyo-tuyo-tuyo no hay nadie", añade. "Es que aquí somos muchos y buenos jugadores y nos neutralizamos unos a otros", argumenta un crítico para explicar la descapitalización de sevillanos en la escena nacional y andaluza. Ante este panorama, no es extraño el consejo que un miembro del Gobierno le dio a un alto cargo cuando meditaba sacarse el carné del PSOE. "Afíliate en Jaén que allí el cerebro se valora".

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