La esencia del cante
El flamenco actual no sería el mismo sin Ricardo Pachón. Toda la música que se ha hecho en Sevilla en los últimos treinta años y que ha supuesto alguna ruptura o innovación, desde Camarón a Lole y Manuel pasando por Smash, Tabletón y Veneno, ha pasado por sus manos. Pero no todo es música fronteriza. Los últimos tiempos, Pachón (Sevilla, 1937) vive dedicado a digitalizar sus archivos musicales, que abarcan grabaciones de los años sesenta a los ochenta, y que guardan incunables de gente que o no ha grabado nunca o que lo ha hecho muy poco, como Juan Talega, El Choza o La Perrata. La transmisión oral de los cantes ha provocado que algunos estilos, sobre todo los más antiguos, se pierdan, aunque la tradición se ha mantenido, en parte, gracias a las figuras que han permitido que esa herencia continúe. En su estudio sevillano, Pachón conserva almacenadas cuidadosamente en estanterías algunas de las esencias del cante, una parte de las cuales ya han empezado a ser digitalizadas o editadas por el Centro Andaluz de Flamenco.
Algunos de los cantes más antiguos que se conservan de los años sesenta los grabaron los americanos que procedían de la base de Morón o la de Rota
Además de las grabaciones propias realizadas en fiestas y festivales, entre las que se cuenta también material de Camarón, Pansequito o Fosforito y temas de Veneno que quedaron inéditos tras la ruptura del grupo, el porcentaje más importante del archivo de Pachón le llegó de una manera casual. En Andalucía muchos consideran a los americanos los últimos señoritos. Cuando en España no sabíamos lo que era un magnetofón portátil ellos iban a las fiestas flamencas con bolso, algo nada habitual en la época, dada la rígida moral franquista. Fascinados por el flamenco, una música que veían cercana al blues, se dedicaban a guardar incansables las voces y los toques de artistas hoy desaparecidos. De hecho, algunos de los cantes más antiguos que se conservan de los años sesenta los realizaron los americanos que procedían de la base de Morón o de la Rota. Buena parte de la música grabada por los americanos quedó en manos de una flamencóloga llamada María Silver, quien la guardaba en un sótano de Madrid y no sabía qué hacer con ella cuando recurrió a Pachón. Allí almacenaba más de doscientas cintas con cerca de mil horas de música de artistas como Bernarda o Diego del Gastor. Ante el temor a que se perdiera, parte de ese material se lo quedó la Diputación de Sevilla por 300.000 pesetas, tras ser rechazada la oferta por el Ayuntamiento, que consideró el material falto de interés. Paralelamente, firmó también un convenio con la Junta de Andalucía y ya han digitalizado un 90% del archivo de audio. Editados por el Centro Andaluz de Flamenco como inicio de una colección que se subtitula La fiesta interminable, se han grabado también discos inéditos de Terremoto, Turronero, La Perrata, Chocolate y la Paquera. Se ha creado además una intranet conectada con las ocho provincias andaluzas a la que tienen acceso los investigadores y los aficionados. "El mundo no está como para sacar discos de Juan Talega o Bernarda".
En el patio de su casa, un pequeño jardín donde florece una buganvilla, Pachón rememora el origen de su archivo, en el que se incluyen curiosidades como las clases de flamenco que el cantaor Juan Talega impartía para los americanos y que acostumbraba a grabar. "Era un narrador fabuloso, uno de esos tipos con el don de la palabra y acostumbrado desde pequeño a trabajar el lenguaje", añade. Su teoría era que los primeros cantes venían de Triana y que se expandían al mismo tiempo que los gitanos eran expulsados hacia otras zonas de Andalucía.
El currículo de Pachón como productor no cabe en tres folios y sus producciones discográficas dan escalofríos. Sin embargo, ¡se jubiló como funcionario!, un empleo que no dejó de ejercer ni en los momentos más álgidos de su carrera. Se licenció en Derecho y hubiera acabado como funcionario europeo de no ser porque aprobó primero unas oposiciones como funcionario de la Diputación de Sevilla, donde se puso a trabajar en el área de Cultura. Desde siempre ha sido aficionado al flamenco y acostumbraba a recibir en su despacho a muchos de los músicos que luego destacarían en el panorama nacional. Como ejemplo del ambiente que se respiraba, cuenta que Silvio le cantaba a pleno pulmón en el despacho, en el que era frecuente también encontrar a la madre de Lole. Agotando todas las posibilidades de libranza que pueda tener un funcionario, empezó a hacer producciones. Su amigo el escritor Carlos Lencero solía decir que Pachón era un submarino en escabeche, en el sentido de que disponía de un sueldo fijo que le permitía vivir la música con mayor intensidad. Entre moscosos y permisos siempre ha hecho los discos que le ha dado la gana. "No he vivido de la música pero me he divertido muchísimo, lo comido por lo servido". Lo que Pachón no entiende todavía es cómo una música que era tan buena se vendía tan poco. "Siempre he trabajado con gente interesante pero poco comercial. He sido un productor muy poco rentable para las discográficas".
Del flamenco que se hace ahora no quiere opinar. Dice Ricardo Pachón que el flamenco se está "agachonando" (de "gachó" no "payo", que es palabra despectiva en boca de un gitano). En relación con el cisma actual sobre si los cantes deben ser a compás o cantes libres, percibe un retorno al cante de la posguerra -Marchena, Molina, Valderrama- en la estética de los nuevos valores enaltecidos por la crítica -Arcángel, Poveda y Estrella Morente-. "Hemos pasado casi medio siglo recuperando las fórmulas métricas de los cantes primitivos: tonás, martinetes y seguidillas, y revalorizando el legado de los músicos gitanos como Diego del Gastor o Fernanda de Utrera y su transmisión a segundas generaciones como Lebrijano y Pansequito, pero volvemos irremediablemente al cante de falsete y al cantaor descuadrao". De momento, ya trabaja en el que será el nuevo disco de La Macanita. -
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