La patronal francesa financia en secreto a los sindicatos para facilitar sus relaciones
La fiscalía investiga cuentas bancarias de las que se retiraron 17 millones en efectivo
La patronal francesa dispone de un fondo secreto valorado en al menos 160 millones destinado originalmente a apoyar a los empresarios frente a las huelgas, pero que ha acabado financiando a los sindicatos. Lo que empezó como una investigación de la policía financiera sobre los cobros de importantes cantidades en efectivo por Denis Gautier-Sauvagnac, presidente de la Unión de Industrias y Oficios de la Metalurgia (UIMM), la federación más importante de la patronal francesa, ha desvelado que desde hace más de 50 años la patronal "fluidifica el diálogo social".
A finales de septiembre, el Tracfin, la célula contra el blanqueo de dinero del Ministerio de Hacienda, denunció ante la fiscalía que Gautier-Sauvagnac retiraba habitualmente grandes sumas de efectivo de una cuenta corriente de la UIMM. El 3 de octubre, la policía financiera registraba los locales de la UIMM, el domicilio de su presidente y el de una de sus colaboradoras. Encontró cerca de medio millón de euros en metálico. En los días siguientes, los investigadores descubrieron otras tres cuentas corrientes de la UIMM, de las que se habrían retirado hasta 16,6 millones en billetes entre 2000 y 2007.
El escándalo estalla en vísperas del primer enfrentamiento real entre el Gobierno del primer ministro, François Fillon, y los sindicatos, la huelga de transportes que pretende paralizar Francia mañana en protesta por la reforma de los regímenes especiales de pensiones. Esta cuestión afecta en gran parte a los empleados de los ferrocarriles. Gautier-Sauvagnac anunció el lunes a la presidenta del MEDEF, la patronal francesa, Laurence Parisot, que abandonaba su puesto en el equipo encargado de negociar la reforma del mercado de trabajo que forma parte del programa del presidente Nicolas Sarkozy.
La caja secreta
La patronal ha reconocido la existencia de esta caja secreta, creada, según algunos, después de Mayo del 68 para ayudar a los empresarios a resistir a la epidemia de huelgas, y según otras fuentes, en 1952, en el momento caliente de la guerra fría. La caja habría estado destinada a combatir la hegemonía comunista en el sector sindical. Las aportaciones de las empresas se situarían en torno al 0,1% de su masa salarial. A lo largo de los años, esta especie de fundación secreta habría generado un fondo de varios cientos de millones de euros. Se trata, exclusivamente, del sector del metal, el núcleo duro de la patronal.
Fuentes próximas a la encuesta judicial aseguran que buena parte de los fondos se destinaban a la financiación de los sindicatos. La mejor definición del uso de este dinero la da el predecesor de Gautier-Sauvagnac en la UIMM, Daniel Dewavrin, cuando explica al periódico económico Les Echos que las sumas en efectivo servían "para fluidificar las relaciones sociales", al tiempo que asegura que en el pasado las cifras fueron "mucho más importantes" que actualmente.
El que fuera director del MEDEF Yvon Gattaz, aseguró ayer que "el dinero entregado en mano" por la patronal había sido siempre uno de los "sistemas normales de financiación" de los representantes de los trabajadores. La actual cúpula de la patronal atribuye estas prácticas a un asunto "de la vieja guardia" y pide "transparencia". "Este asunto y estas revelaciones", decía Laurence Parisot, "me da la sensación de ser como un secreto de familia, es algo que nosotros ignoramos, tanto respecto a la UIMM como para nosotros".
Oficialmente, los sindicatos han negado la mayor y han acusado a la derecha de querer desprestigiarles. Bernard Thibault, secretario general del primer sindicato francés, la CGT, lo niega rotundamente. La CFDT asegura "no haber tocado un euro". Pero desde el campo sindical ya empieza a salir gente que rompe el silencio, la omertá. Le Parisien citaba a un alto cargo sindical que, desde el anonimato, reconocía que más de una organización había recibido "ayudas".
Pero lo que el escándalo pone sobre la mesa es el problema de la financiación de las centrales sindicales. Los sindicatos franceses que, como la patronal, no tienen que publicar cuentas, son débiles porque tan sólo está sindicado el 8% de los trabajadores.
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