_
_
_
_
Reportaje:JAZZ

¡Elvis vive!

La actuación conjunta de Costello y el pianista Allen Toussaint corona la 42ª edición del Heineken Jazzaldia

En menos de un mes, Declan Patrick MacManus cumplirá 53 años. El dato no tendría importancia si el poseedor de ese nombre, que decidió cambiar en homenaje al rey del rock, no fuera otro que Elvis Costello, un hombre que por su pinta podría regentar una charcutería, pero que el pasado domingo ofreció en San Sebastián un cierre al Jazzaldia entre lo conmovedor y la fuerza épica de los músicos de raza.

Costello llegó acompañado por el pianista estadounidense Allen Toussaint, con quien desde 2006 mantiene un pacto en forma de disco titulado The river in reverse, firmado tras una serie de conciertos a beneficio de los damnificados por el huracán Katrina en Nueva Orleans. Costello aportó a sus chicos de The Imposters, mientras que Toussaint (Luisiana, 1938) invitó a su cuarteto de viento, The Crescent City Horns. Y juntos lograron hacer hervir en la plaza de la Trinidad a un público de varias generaciones que siguió los guiños de los músicos en todo momento.

El músico llevó al público congregado a mover los pies como si aquello fuera el carnaval de Nueva Orleans

Salió Costello con un impecable traje gris marengo y una camisa a cuadros de color malva, unas gafas de sol que impidieron observar su mirada durante todo el concierto y armado con una guitarra Fender Telecaster de la que salieron rifs y ecos de soul y rythm and blues.

Temas como Chelsie, Wonder woman o Internacional echo sirvieron para demostrar que, pese a la calidad de dúo, la colaboración entre Toussaint y Costello parece más una ampliación de la banda del británico nacido en Liverpool. Pese a que Elvis también es generoso y le hizo coros al músico americano cuando cantó apenas dos temas propios.

Costello bromeó a mitad del concierto: "De las más de setecientas y media canciones que tengo y que son grandes éxitos no sé muy bien cómo elegir". Pero, ¡vaya si supo! Armado con la guitarra eléctrica o con una Gibson acústica en la que tenía pegado una especie de billete de dólar donde podía leerse la palabra Elvis, llevó al público a mover los pies como si aquello fuera el carnaval de Nueva Orleans. Pero también se adivinaron lágrimas entre los más sensibles cuando atacó los compases de Alison. Como postre, y para dejar caldeada la plaza de la Trinidad y con ganas de que pase el año que queda para la próxima edición, donó Sharpert Thorn.

Tal vez en 2008 los organizadores, que con buen criterio han programado a grupos que poco tienen que ver con el jazz, se inventen una sección Zabaltegi donde entren grandes nombres sin necesidad de justificaciones extrañas.

Elvis Costello.
Elvis Costello.JESÚS URIARTE

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_