Dudas en la sala de espera
Ellen Pompeo y Eric Dane, dos de los protagonistas del drama médico 'Anatomía de Grey', hablan en la despedida de la tercera temporada de la serie en Cuatro y Fox
Los teóricos del género lo llaman cliffhanger. Son esas sorpresas que, al final de la temporada de una serie, provocan la expectación de la audiencia hasta que llegan nuevos episodios. Dos circunstancias -una buena y otra mala- permiten adivinar cómo se despide Anatomía de Grey esta semana (el miércoles, a las 21.30 en Fox -dial 21 de Digital + y cableoperadores-, y el jueves, en Cuatro, a las 22.05).
La buena es que el próximo año ya no estará Kate Walsh porque se marcha a protagonizar su propia serie, a partir del personaje que le ha dado fama en ésta, la ginecóloga Addison Montgomery-Shepherd. La mala es que también causa baja Isaiah Washington, el doctor Preston Burke, con quien la relación se hizo insostenible después de que llamara "marica" a un compañero de reparto, T. R. Knight (George O'Malley).
La salida de escena de Addison deja fría a la residente Meredith Grey, con quien a lo largo de muchos episodios se tuvo que pelear por los favores del neurocirujano Derek Shepherd (Patrick Dempsey), su marido de ida y vuelta. "Dudo que ahora el problema sea Addison. Las preocupaciones que tienen ahora Derek y Meredith son distintas", sostiene Ellen Pompeo, la actriz que interpreta a esta última. Y no pueden acabar las dudas sobre su relación que les asaltan alternativamente "para que la serie continúe". Tampoco parece inquietarle el éxito de la doctora
Montgomery-Shepherd a su ex amante Mark Sloan (Eric Dane), el cirujano plástico que apareció en la segunda temporada como causa de la ruptura del matrimonio de los Shepherd. "Como ya no está Kate, me quedo soltero, con muchos caminos por explorar. Sobre todo por el carácter tan promiscuo de mi personaje", se consuela Dane.
Cuando se pregunta por Isaiah Washington, el gesto se tuerce. "No puedo hacer comentarios sobre esa situación", zanja Pompeo en su encuentro con EL PAÍS en Londres, donde está de gira de promoción antes del inicio del rodaje de nuevos capítulos de Anatomía... Dane encaja la cuestión con más desparpajo: "Los doctores Burke y Sloan no trabajaron mucho juntos, salvo al final de la temporada". O sea, que no es que lo vaya a echar en falta.
Pero con dos empleados de menos en el hospital Seattle Grace, escenario de las tramas, se cierra el abanico de posibles romances en este drama médico con tantas pinceladas de culebrón. ¿Hará falta que entren nuevos elementos de distorsión en la próxima temporada? "En mi caso van a tener que llegar de fuera del hospital, porque no queda nadie dentro con quien no haya... conectado", especula Dane, quien, al igual que su compañera Pompeo, se resiste a avanzar algo sobre el futuro de la serie.
En el caso de ella, porque sabe que su destino está en manos de los guionistas: "A veces es frustrante. Me digo: 'Por qué haría Meredith esto?'. Pero si lo escriben es por una razón, así que les dejo hacer lo suyo y yo hago lo mío". "No tengo control alguno sobre lo que va a pasar", prosigue Pompeo. Además, "si me creo expectativas únicamente voy a desilusionarme".
El futuro de Meredith, de Sloan y del resto de sus compañeros no les pertenece, pero sí su pasado, si se da por buena la palabra de los productores ejecutivos, quienes cuentan que primero escogieron a los actores y luego fueron dando forma al papel de cada uno en función de sus características. Sí parece ser cierto al observar a Ellen Pompeo sentada en la suite de un hotel de diseño de Londres, tan extremadamente delgada y frágil, riendo nerviosa y aferrada a un enorme anillo de compromiso al que no para de dar vueltas, mientras se defiende de las preguntas de los periodistas.
Y también queda patente lo que Dane ha dado a Sloan. Los guionistas "han aprendido lo que es capaz de hacer mi personaje, lo amoral que puede llegar a ser". Después, "han visto que se libra mejor que el resto de los malos rollos, y eso se debe al actor que lo interpreta". Así, sin complejos, como su personaje, de quien destaca que es "descarado, mordaz y con cierta falta de arrepentimiento". "Yo lo llamo honestidad, pero otros prefieren pensar que es un capullo arrogante", bromea.
El éxito de Anatomía de Grey -22 millones de espectadores en Estados Unidos, por delante de la hasta entonces líder, CSI, más dos Globos de Oro y 14 candidaturas a los Emmy- ha sorprendido a sus propios protagonistas. Aunque "el fenómeno en que se ha convertido la serie es algo a lo que no hago caso", apunta Pompeo. "Me alegra tener un trabajo que afecte a tanta gente, pero no podría dejar que eso me cambiase como persona". No obstante, no puede dejar de reconocer que se siente "mucho más afortunada que nunca" en su vida.
Dane, de 34 años, se armó de paciencia persiguiendo su sueño de convertirse en actor: "Tuve claro que es lo que tenía que hacer". "Me mudé a Los Ángeles con 18 años, y mi primer gran papel no lo tuve hasta hace siete. Eche cuentas". "Siempre he sabido que en algún momento pasaría algo. Cuando no pasaba, esa era la idea que me hacía seguir".
Pero el fenómeno Anatomía puede ser un arma de doble filo para sus carreras en un futuro. "Yo tengo un compromiso por siete temporadas, y después de eso mi compromiso con la cadena vencerá", explica Pompeo. "Estaré lista para pasar a otra cosa". Ahora ni se lo plantea, mientras habla de agotadoras jornadas de rodaje. "Uno está tan cansado que deja de disfrutar con la interpretación". Incluso este año, "el primero en el que me he sentido con energía como para trabajar durante la pausa", "no había ningún proyecto realmente interesante. Eran todas comedias románticas bobas".
Dane-Sloan, menos trascendente y más bromista y desenfadado que su compañera de reparto, sabe en qué consiste el oficio. "Soy humano y es agotador, pero le diría que el 85% del tiempo me lo paso bien". Y si se aplica, puede seguir los pasos del actor que, antes de él, interpretó al médico más deseado de la televisión, el pediatra de Urgencias: "Me encantaría tener una carrera parecida a la de George Clooney...".
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