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Reportaje:

Los caciques de la comisaría

Dos policías detenidos en Ronda empleaban métodos mafiosos para intimidar a sus compañeros

Juana Viúdez

Asuntos Internos llevaba años detrás de ellos, pero nadie había conseguido pruebas para quitarles la placa. Dos agentes de escala básica consiguieron corromper, con una mezcla de sobornos y amenazas, a buena parte de la plantilla del Cuerpo Nacional de Policía en Ronda (Málaga), incluido el inspector jefe al cargo de la comisaría. Llevaban actuando impunemente al menos cuatro años. Se movían con soltura entre camellos y proxenetas, a los que dejaban delinquir a cambio de dinero, copas y mujeres.

"Eran los amos del cortijo. Entraban y salían a su antojo. No tenían horarios. Vestían de paisano y actuaban sin testigos", señala una fuente cercana al caso. Su carrera se truncó el martes, con la detención de siete agentes. Tres de ellos, uno de escala básica, un subinspector y el inspector jefe, han acabado en prisión.

El juez cree que los agentes detenidos cobraban a las prostitutas extranjeras por arreglarles los papeles y avisaban a los dueños de clubes de las redadas, a cambio de dinero o de relaciones sexuales con las chicas. También trata de demostrar que tenían un acuerdo con los camellos de la ciudad para hacer la vista gorda y darles el soplo si se ordenaba alguna operación contra ellos.

Las irregularidades de esta comisaría, con 39 agentes, eran un secreto a voces. "Resultaba muy sospechoso que sus registros siempre dieran negativo", comenta un compañero de los detenidos. Su discreción hacía muy difícil actuar contra ellos. "Funcionaban como la mafia: sin testigos e imponiendo la ley del silencio", asegura otro agente. Un informe interno enviado en noviembre de 2004 a la Comisaría Provincial y a la Dirección General de la Policía detallaba sus coacciones: "Se están enviando anónimos a las esposas de los compañeros (...) en los que se expone que sus maridos tienen amantes y llevan una vida licenciosa".

En otras ocasiones, comenta un policía, amenazaban a los compañeros indiscretos con meterles droga en el coche o en su casa. Sus técnicas de intimidación no se quedaban en la comisaría. "Llegaron a poner en busca y captura a empresarios de los que querían vengarse. A uno le detuvieron en un control de Barcelona porque le habían puesto un requerimiento falso en la base de datos policial", cuenta un agente de Asuntos Internos. "Es gente peligrosa, mala", afirma otro policía.

Algunos policías honestos se enfrentaron a ellos y los denunciaron a través de los sindicatos. Los corruptos les respondieron con la misma moneda. En unos tres años los juzgados acumularon más de 30 denuncias cruzadas. Esta maraña de acusaciones y la lejanía de la comisaría, a 100 kilómetros de la capital por una carretera de montaña, ayudó a que los problemas de Ronda no salieran de allí. El escándalo ha salpicado a cuatro agentes de la Confederación Española de Policía (CEP) y a tres del Sindicato Unificado de Policía (SUP).

Un agente de escala básica resume la forma habitual de trabajar de los dos cabecillas: "Cada vez que llegaba alguien nuevo a la comisaría lo estudiaban durante una temporada. Trataban de descubrir sus gustos y debilidades y después se los proporcionaban para sumarlo a su causa".

Esta fue, probablemente, la trampa que tendieron a Juan Antonio Rodríguez, de 50 años, el inspector jefe con fama de hiperdisciplinado y reglamentista, trasladado hace año y medio a Ronda para poner orden en la comisaría y que también ha terminado en prisión, acusado de ocho cargos, entre ellos abusos sexuales y detención ilegal. Según fuentes del caso, los dos policías, sabedores de la debilidad de Rodríguez por el sexo femenino, le invitaban con frecuencia a prostíbulos. El inspector mantenía una relación sentimental con una mujer marroquí que regentaba uno de ellos.

Los clubes de alterne dieron la pista que sirvió para conseguir una imputación sólida. En noviembre de 2006, durante una actuación del grupo de Extranjería y Documentación en el Club Toca Toca, uno de los tres de la ciudad a unos cinco kilómetros del centro de Ronda, una de las prostitutas aseguró que un policía de la localidad le había tramitado los papeles. Tres meses después Asuntos Internos detuvo a los siete policías. En el club Toca Toca, este periódico sólo logró hablar con sus tres pastores alemanes, que ladran con fuerza a los desconocidos.

Las sospechas de soplos a camellos hicieron que los agentes de Ronda estuvieran cada vez más apartados de los servicios habituales. En los últimos meses, las redadas contra la droga las realizaron agentes de la capital con apoyo de la Policía Local. Cuando Rodríguez se enteró, montó en cólera. Precisamente, el miedo a un chivatazo aceleró las detenciones.

Agentes de policía a la entrada de la comisaría de Ronda.
Agentes de policía a la entrada de la comisaría de Ronda.ÁLEX ZEA
Exterior del club Toca-Toca.
Exterior del club Toca-Toca.ÁLEX ZEA

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Sobre la firma

Juana Viúdez
Es redactora de la sección de España, donde realiza labores de redacción y edición. Ha desarrollado la mayor parte de su trayectoria profesional en EL PAÍS. Antes trabajó en el diario Málaga Hoy y en Cadena Ser. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense y Máster de periodismo de EL PAÍS.

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