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Reportaje:

Telefónica celebra el primer cumpleaños de O2

El grupo español digiere la compra de la compañía de móvil británica con máximos en Bolsa y récord de beneficios

Ramón Muñoz

Telefónica comienza a digerir la compra de O2, hace justamente un año. Tras meses de castigo bursátil, el grupo ha visto reflejado tanto en su cotización como en los resultados la integración de la segunda compañía de móviles del Reino Unido. O2 ha contribuido a la diversificación del grupo, que recibe ahora de Europa la cuarta parte de sus ingresos. La deuda, superior a los 50.000 millones, es el contrapunto a la euforia bursátil.

Telefónica, la mayor empresa española tanto por número de clientes como por cifra de negocio, tenía hace justamente un año una carencia que ponía en entredicho su carácter multinacional: su casi nula presencia en Europa.

La deuda de más de 54.000 millones es el contrapunto a la euforia bursátil y resta margen de maniobra ante una operación atractiva
La conferencia de inversores de mayo supuso un punto de inflexión: la acción ha subido desde entonces un 23%

Una serie de intentos frustrados (algunos ruinosos como Quam, la marca de telefonía móvil que intentaron lanzar en Alemania) traían de cabeza a César Alierta, cuyo primer empeño desde que accedió a la compañía fue el desembarco en Europa.

De esa obsesión surgió la compra de O2. De un plumazo, y gracias a un talón de 17.000 millones de libras (26.000 millones de euros), Telefónica pasaba a controlar la segunda compañía de móviles británica, con el 24% del mercado, entraba en Alemania con 8,4 millones de clientes (el tercero por ingresos), y puso un pie en Irlanda.

Es difícil realizar un examen objetivo sobre la que sigue siendo la mayor operación de la historia empresarial española, porque el primer aniversario de la compra de O2 coincide también con el mayor periodo de bonanza de la cotización de Telefónica en los últimos cinco años. Los títulos de la operadora sobrepasaron el viernes la barrera de los 15 euros, un precio insólito desde 2001, y muy por encima de los 13,62 euros que valían las acciones antes de anunciarse la operación.

La recepción por el mercado no fue, sin embargo, muy halagüeña en un principio. En los días posteriores a conocerse la operación, la cotización cayó en picado, tendencia negativa que se prolongó durante siete meses, en los que el precio osciló en una media de 12,74 euros. Los analistas perciben a Telefónica como el tío rico que vuelve de América y está dispuesto a comprarlo todo. A la empresa española se la relaciona con la privatización de monopolios, la compra de divisiones no rentables de sus competidores y hasta con la adquisición de la mismísima Vodafone. Y cada rumor venía acompañado de un pequeño castigo en Bolsa.

A la vista de esta negativa reacción de los mercados, Alierta decide lanzar un mensaje tajante aprovechando la conferencia con inversores organizada en mayo pasado: no habrá más compras y se asegurará la retribución al accionista. Así, desde que el presidente del grupo anuncia el compromiso de duplicar el dividendo de aquí a 2009, repartiendo un euro por título, las acciones de la compañía se han revalorizado más de un 23% en Bolsa. En lo que va de año, la compañía se ha revalorizado un 18,8%, frente a las fuertes caídas de sus competidores: Deutsche Telekom (-4%), France Télécom (-2%) y Telecom Italia (-4,6%). Gracias a esa revalorización se ha distanciado de todos sus rivales europeos en valor bursátil hasta los 74.300 millones de euros.

Muchos analistas y la propia compañía defienden que la conferencia de inversores actuó como punto de inflexión en la percepción que tenía el mercado del futuro de la compañía. Pero también han colaborado los resultados. En los dos últimos trimestres la compañía ha anunciado crecimientos de beneficio neto del 40% y 40,3% respectivamente. Unas perspectivas que han llevado a Merrill Lynch a colocar a Telefónica con unas perspectivas de crecimiento muy superiores al resto del sector para el conjunto del año: los ingresos y el beneficio operativo del grupo español crecerán un 40,4% y un 29,2%, respectivamente, frente a France Télécom (7,1% y 3,8%), Telecom Italia (3,7% y 3,8%) o Deutsche Telekom (3,2% y -4,7%).

O2 ha tenido un gran impacto en las cuentas del grupo. Así, al finalizar el mes de junio de 2006, la contribución de Telefónica O2 Europa al importe neto de la cifra de negocios del grupo ha sido de 5.827,6 millones de euros (23 %), mientras que la contribución al beneficio operativo ascendió a 1.757,5 millones de euros.

La compra de O2 ha afectado a la distribución geográfica de los ingresos del grupo, que ha variado significativamente: España contribuye un 39,2% (55% hace 1 año), Latinoamérica un 35,1% (40,6% hace un año) y Europa da el salto hasta el 25%. Es decir, que cuatro de cada diez euros provienen del negocio en el Viejo Continente. "El grupo se beneficia de una buena diversificación geográfica y parece estar menos expuesto a los riesgos del sector" opina Société Général.

A ese cambio en la estructura de los ingresos se ha unido también la diversificación en la procedencia de los clientes. Telefónica O2 Europa alcanzó a cierre del primer semestre una base de 33,6 millones de clientes, lo que ha permitido al grupo Telefónica contar con la masa crítica que buscaba y colocarse como el tercer operador del mundo por número de accesos -con más de 191 millones- sólo por detrás de dos compañías chinas. Del total de accesos del grupo, el 22,4% proceden de España, el 55,9% de Latinoamérica y el 19,6% de Europa. "El comportamiento operativo de O2 en Alemania e Inglaterra es impresionante comparado con el de sus pares", señala Lehman Brothers.

El peso de la deuda

Pero la euforia tiene también su contrapeso. La enorme factura que supuso la compra de O2 multiplicó por dos la deuda del grupo, que a cierre del segundo semestre permanecía en 54.922 millones de euros. El lastre de esa deuda, unido al compromiso con los accionistas del pago de dividendo, impiden al grupo español cualquier margen de maniobra si surge una oferta atractiva en un mercado relevante.

El grupo se defiende afirmando que ha culminado con éxito el primer tramo de la financiación, y apela a los informes como el último de Banco Santander: "Nos ha sorprendido observar que finalmente el coste medio de la deuda está por debajo de nuestras expectativas".

Lo que está claro es que O2 es el paradigma de la gestión de Alierta, pese a que bajo su presidencia ha realizado otras importantes adquisiciones como la operadora mexicana Pegaso, las 11 filiales de móviles latinoamericanas de BellSouth, el operador checo Cesky Telecom y la toma del 5% de China Netcom.

Una ínsula en el organigrama del grupo

Si algún interrogante suscita O2 es saber donde encaja en la estructura del grupo. Pese a los reiterados mensajes de integración, la realidad es que la compañía británica y quienes la dirigen son una isla dentro del organigrama de Telefónica. Y la última gran reorganización realizada el pasado mes de julio reforzaba aún más la idea de que O2 es una república independiente.

Peter Erskine, que negoció la venta a Telefónica como consejero delegado de O2, no sólo ha mantenido las riendas de la operadora británica sino que ha ampliado el ámbito de su poder a todo el negocio europeo de la multinacional española. Como máximo responsable de la dirección general de Telefónica O2 Europa, creada ad hoc, está a cargo de todas las operaciones en Reino Unido, Alemania e Irlanda, y en la República Checa.

La marca O2 es, junto con la brasileña Vivo, la única que no ha sido devorada por Movistar. Y el equipo directivo no ha variado mucho respecto al que estaba cuando Telefónica adquirió la compañía.

Erskine, que sólo reporta a Alierta, se muestra públicamente orgulloso de esa independencia. Tal vez por eso reconozca que no tiene mucha prisa por aprender castellano.

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Sobre la firma

Ramón Muñoz
Es periodista de la sección de Economía, especializado en Telecomunicaciones y Transporte. Ha desarrollado su carrera en varios medios como Europa Press, El Mundo y ahora EL PAÍS. Es también autor del libro 'España, destino Tercer Mundo'.

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