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Reportaje:Mundial de baloncesto 2006

La decadencia del campeón

Serbia, traicionada por el ego de sus estrellas y sus querellas internas, cae con estrépito

Robert Álvarez

El bonito cuento de hadas del baloncesto serbio se ha convertido en una pesadilla para uno de los países que vive con más intensidad este deporte. El conflicto latente estalló em 2005, cuando la selección balcánica hizo el ridículo en el Campeonato de Europa ante su propio público. Jugadores que se peleaban en la cancha; un seleccionador, Zeljko Obradovic, que dimitió y echó en cara a las estrellas su nefasta actitud; directivos que pusieron de relevancia sus diferencias; ex jugadores y ex técnicos que llevaban el agua a su molino...

Aquellos polvos trajeron estos lodos. Se renovó por completo el equipo, que, después de concluir en el noveno puesto en Belgrado, necesitó una invitación especial de la federación internacional para poder disputar el Mundial, dado que no había logrado clasificarse. Sólo así podía defender el título que logró en las dos últimas ediciones, celebradas en Atenas 1998 e Indianápolis 2002.

Stankovic: "La atmósfera es nauseabunda. Nuestra reputación ya no tiene razón de ser"

Pero el nuevo cuadro encomendado a Dragan Sakota, uno de los pocos entrenadores de prestigio que no han emigrado, no está dando la talla en Japón. Perdió el primer día ante Nigeria (82-75) y perdió de nuevo ayer frente a Francia (65-61).

La afición serbia está que trina con unos jugadores que no hace mucho eran idolatrados. El conflicto estalló el año pasado, cuando, después de perder ante España por 19 puntos y de ser eliminados por Francia, varios fueron vistos, sonrientes, en locales nocturnos.

"Cuando jugaba con Danilovic, Djordjevic y otros, también íbamos a divertirnos a las discotecas. Pero al día siguiente salíamos a la cancha a ganar a todos los rivales", trató de excusarse de forma ingenua Rebraca, una de las figuras que consumó el fracaso europeo. No fue el primero. Ya en el anterior torneo, en Suecia, Serbia sólo pudo ser sexta y en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004 concluyó undécima.

El temperamental Obradovic no tuvo pelos en la lengua tras dimitir como seleccionador hace un año: "Los jugadores tienen muy malas relaciones personales. Sus egos nos han conducido hasta este vergonzoso final. Mi error ha sido precisamente no excluir de este equipo a tres o cuatro. Nunca antes he visto a gente como ésta. El odio entre algunos de ellos es tal que no pueden ni verse".

La afición, los entrenadores, los directivos... Todos se cansaron de los caprichos de los mejores jugadores. Muchos de ellos juegan en la NBA. Varios elegían cuándo querían a la selección y ponían sus condiciones. Sakota hizo tabla rasa ante el Mundial. Sólo reclutó a tres de los doce que compitieron en el último Europeo: Rakocevic, Avdalovic y Milicic.

Una colección de figuras han dejado la selección, como Bodiroga, Gurovic, Rebrama, Scepanovic, Tomasevic, Jaric y Radmanovic, además de los lesionados Vujanic y Milojevic, y de Krstic, que ha dado prioridad a su carrera en los Nets de Nueva Jersey, y la incógnita de Stojakovic, del que se dice que podría regresar en 2008 si la selección se clasifica para los Juegos.

Pero la renovación no va a ser fácil. Ha quedado claro a las primeras de cambio en el Mundial.

Durante muchos años a Serbia le bastaba con el enorme talento de sus jugadores, pero a sus egos y exigencias hay que añadir las luchas internas por el poder en la federación, el descenso del nivel del trabajo de base debido a la emigración de los mejores entrenadores y la pérdida de potencial por la desmembración de las antiguas repúblicas yugoslavas. Y, encima, los dos principales clubes del país, el Estrella Roja y el Partizán de Belgrado, están enfrentados en los despachos.

Borislav Stankovic, ex secretario general de la federación internacional, resume la delicada situación en la revista Maxi Basket: "Ese enfrentamiento entre dirigentes ha creado una atmósfera nauseabunda. La reputación de excelencia que tenía el baloncesto yugoslavo ya no tiene razón de ser. ¿Cuándo vamos a darnos cuenta de que Serbia es un territorio mucho más pequeño? Los progresos de nuestros jóvenes se han detenido, los mejores emigran de forma prematura y abandonan muy pronto la selección".

El panorama no puede ser más desolador para un país que dominó el baloncesto mundial.

Rakocevic se lamenta durante el partido contra Francia.
Rakocevic se lamenta durante el partido contra Francia.EFE

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Sobre la firma

Robert Álvarez
Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona, se incorporó a EL PAÍS en 1988. Anteriormente trabajó en La Hoja del Lunes, El Noticiero Universal y el diari Avui.

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