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Reportaje:Alemania 2006 | Italia-Ghana

Las murallas de Totti

El capitán italiano afronta el torneo como su última posibilidad de consagrarse fuera de Roma

Diego Torres

Francesco Totti es tan romano que su estructura mental se podría definir con lo que el arquitecto Marcello Piacentini denominó "neoclasicismo simplificado". Vive como un cónsul de la República, pero sin ornato. Es vecino del EUR, el barrio futurista que Piacentini diseñó por encargo de Mussolini, y dicen que su casa tiene dos puertas que dan a la calle, pero que él siempre sale por la misma. Siempre a la hora prevista. Los días de partido, los días libres, los días de entrenamiento, para cada actividad se fija un horario y un ritmo. Para ir a caminar con su hijo también tiene una costumbre de hierro, lo mismo que para comprar zapatos en la zapatería de toda la vida, tomarse un café en la cafetería de sus amigos o cortarse el pelo en la peluquería donde se lo cortaban cuando era un mocoso. Cuando sale a pasear lo hace por la misma acera de siempre y nunca va demasiado lejos.

Queda por ver si a Totti le afecta el escándalo del 'calcio' y la última grave lesión que sufrió
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Totti reserva las aventuras para la cancha. Allí posee un don único para encontrar salidas limpias cuando todos los caminos parecen cortados. En su casa de Roma es distinto. Tal vez porque no le queda más remedio. Totti nunca sale del EUR si no va de incógnito. A veces se pone el casco, se monta en su vespino, y recorre las calles de la Roma vieja inadvertido, como cuando era un adolescente. Sus conciudadanos son gente muy expresiva y él es tan querido que su presencia provocaría tumultos. "Mi mayor sueño", ha dicho; "es tomarme un cappuccino en Piazza di Spagna con mi esposa".

Hoy en Hannover, ante Ghana, el mejor futbolista italiano comenzará a jugar mucho más que un Mundial. A sus 29 años se le agotan las posibilidades de ganarse el reconocimiento que su talento merece fuera de la muralla Aureliana. La ocasión exige gran carácter. La vieja estructura del fútbol italiano se deshace entre investigaciones judiciales y esto supone un grado de presión extra en un momento de grave confusión moral. La selección ha recibido la onda expansiva y se siente obligada a responder. Queda por ver si a Totti lo afecta. También habrá que comprobar su nivel competitivo después de la entrada que le rompió el tobillo y la tibia izquierda hace cuatro meses. Es el precio que tuvo que pagar por jugar en un club meridional: los árbitros, hoy seriamente cuestionados por la justicia penal, nunca lo protegieron. Y Totti no quiso dejar el Roma por el Juventus o el Milan. En 2002 tampoco quiso fichar por el Real Madrid.

Si Totti es un futbolista ignorado por la burocracia, Del Piero es su protegido. Juega en el Juventus y es amigo de Luciano Moggi. Hasta hace un mes, cuando los fiscales le dieron caza, Moggi fue el hombre más influyente del calcio. La prensa, los árbitros, todas las instancias administrativas del fútbol italiano, se encargaron durante la última década de defender a Del Piero. En el Mundial de Francia, Cesare Maldini, el seleccionador, no dudó en ponerlo en el equipo titular a pesar de que estaba fuera de forma. En el banquillo se quedó la mejor versión de Zola mirando cómo Del Piero fracasaba. Consciente de que en Alemania se despedirá del fútbol de alto nivel, Del Piero ha vuelto a reclamar un sitio. "Soy como Aquiles", dijo. "Lo importante no es cuánta guerra se hace sino cómo. Y yo estoy al cien por cien".

Del Piero no se recupera de una lesión grave como Totti, pero ya no cuenta con el respaldo de Moggi, ni tiene 20 años, ni lo espera otra cosa que el descenso con la Juve, a la serie B, o más abajo. Totti está cada día más fuerte y sus compañeros ya no dudan de su capacidad, como sucedió en 2002. En Corea el entonces capitán de la selección, Paolo Maldini, le hizo saber que no le gustaban sus particularismos. Maldini no entendió que el romano necesitaba ir al campeonato con su masajista, con su gente de confianza, con su ciudad a cuestas. Como ahora. Totti viaja por Alemania con Vito Scala, un hombre orondo y sombrío que hace las veces de conexión con Floria, la matriarca, es el masajista, el preparador físico, el secretario, el amigo.

El hándicap de Totti es que, de algún modo, nunca salió de Roma. Ahora viaja por Alemania con el Campidoglio sobre sus hombros, y así es difícil. Abrumado o marginado, no consiguió brillar en ningún torneo internacional. Se fue de Corea expulsado y lo expulsaron de la Eurocopa de Portugal por un salivazo. Pero el fútbol, como dice Maradona, "siempre da revancha". Si Totti aspira a ganarse un lugar entre los 'fantasistas' que llevaron a Italia a la final de una Copa del Mundo, junto con Baggio, Antognoni, Mazzola, Meazza o Piola, hoy comienza su desafío.

Totti, antes de una sesión preparatoria
Totti, antes de una sesión preparatoriaREUTERS

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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