¿La verdadera vida de Henry James?
Más allá de la sospecha de su ambigüedad sexual, de la certeza de su diletantismo cosmopolita y aun de su incontestable condición de precursor de la narrativa contemporánea y sus tres virtudes teologales -a saber, monólogo interior, narrador autoconsciente y punto de vista-, el maestro Henry James resplandece por la ambición de su ideal literario que, porque no aspira sino a la perfección, consagra su vida entera al proceso creativo que ha de llevarle al texto impecable, a "la sensación", escribe en su nouvelle 'La lección del maestro' (1892), "que es la verdadera vida del artista, de haber sacado de su instrumento intelectual la mejor música que la naturaleza había escondido en él". Es este mismo relato el que dispone en ambos platos de la balanza de la justicia poética las condiciones del éxito y las razones de la calidad, el que resuelve, adelantándose a Valéry, que la perfección del mot juste es el trabajo, y que "los buenos libros te hacen respirar el aire del arte". Ésa es la lección y éste el maestro que inspiran las últimas y espléndidas novelas del irlandés Colm Tóibín (1955), autor de El faro de Blackwater (1999), y del londinense David Lodge, aclamado por sus agudas novelas satíricas, encabezadas por El mundo es un pañuelo (1984), dos autores de altos vuelos que, así como Nabokov compuso La verdadera vida de Sebastian Knight como biografía de ficción de un escritor imaginario concebido por el espejo en el que se desdobló, pergeñan sus novelas como las biografías de ficción de un autor real convertido en personaje, y entre guiños y espejos también ahora anda el juego, toda vez que es la bibliografía de James, a pie de página, la que esclarece, la que completa el texto de ambas obras.
THE MASTER. RETRATO DEL NOVELISTA ADULTO
Colm Tóibín
Traducción de María Isabel
Butler de Foley
Edhasa. Barcelona, 2006
440 páginas. 28,50 euros
¡EL AUTOR, EL AUTOR!
David Lodge
Traducción de Jaime Zulaika
Anagrama. Barcelona, 2006
495 páginas. 20 euros
Reinventándose a James, Lod
ge, cuyo interés por el autor de La copa dorada viene de lejos, de las páginas que le dedicó en La caída del Museo Británico (1965), en forma de pastiche de su estilo, y en El arte de la ficción (1966), After Bakhtin. Essays on Fiction and Criticism (1990) o La conciencia y la novela. Crítica literaria y creación literaria (2002), no llega a desembarazarse del todo de su propensión a la comicidad, y se escora de forma sutil hacia la transformación que lo conduce a una parodia en ciernes. Tóibín, en cambio, busca acomodo en una sobria imitación que tiende a llevarlo al pastiche. Lodge escribe a sus anchas acerca de un James egocéntrico en el mundillo literario victoriano, entre George Bernard Shaw y H. G. Wells, entre los varapalos de The Times, la sombra del fracaso y la adulación de un público que nunca le resulta suficiente, retratando al maestro sobre el colorido del fondo social, coral y editorial de la cultura decimonónica, farisaica y mercantilista, desde luego, pero no menos grandilocuente. Tóibín prefiere la introspección, y lo retrata sobre el fondo oscuro de su atribulada conciencia trufada de dudas y fantasmas. Lodge le da alas a su imaginación permitiéndose sugestivas licencias, como la de imaginar que James conoció a la futura Agatha Christie, a la vez que se asegura de que las caudalosas aguas de su biografía de ficción del maestro arrastren sus fuentes literarias, el lenguaje de su ficción, la crítica literaria y la innovadora poética de su estilo. Tóibín, más jamesiano, emula a James deteniéndose en la observación de la personalidad de su personaje, enjaulada en una represiva y turbia vida cotidiana y en la soledad de la escritura: "Le entusiasmaba cruzar de arriba abajo la habitación, empezar una nueva frase, dejándola que serpenteara hacia delante y dejando después que el párrafo galopara". A Lodge le importa el artista que surge del hombre. A Tóibín, el hombre que surge del artista.
Los dos, en cualquier caso,
atienden a esos años, entre el final de la década de 1880 y mediados de la siguiente, en que el vanidoso trasterrado James trató de encaramarse al mundillo teatral y cayó con estrépito tras el sonado fracaso de su Guy Domville (mientras la gloria escénica embriagaba a Oscar Wilde), y en que enfermó de celos por el insultante éxito que su amigo Du Maurier obtuvo nada menos que con su primera novela, Trilby (aprendiendo que puede que el trabajo lleve a la perfección, pero que no va a misa que la perfección lleve al éxito). A vueltas con el oficio del escritor (el prestigio) y el beneficio del autor (la fama), Tóibín y Lodge han reescrito la vida del genio James, pero el lector leerá también entre líneas dos ensayos novelados acerca de la biografía agridulce de todo Autor, atrapado entre su vida y la creación que le proporcione la posteridad.
Salta nuevamente al ruedo literario Henry James, acompañado por dos subalternos de lujo que se suman a la apiñada cuadrilla de escritores que ha seguido con devoción al maestro neoyorquino que entreveró la impostura del arte con la de la vida, y de la que Auden ejerce de portavoz con sus irónicos versos de 'Ante la tumba de Henry James': "Maestro del matiz, / ruega por mí y por todos los escritores, vivos o muertos: / porque hay muchos cuyas obras / son de mejor gusto que sus vidas, porque es infinita / la vanidad de nuestra vocación, intercede / por la traición de todos los escribanos".
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