Esteban Torralva, animador de la movida madrileña
Esteban Torralva, radiofonista y promotor musical durante los primeros años de la movida madrileña, falleció mientras dormía en Cartagena (Murcia) el martes 15 de noviembre, víctima de un paro cardiaco; desde hace tres años, sufría una encefalopatía.
Nacido en Gijón el 14 de marzo de 1954, hijo de militar, Torralva llegó a la Universidad Complutense de Madrid a mediados de los setenta, tras matricularse en Medicina. Era un buen estudiante, pero la atracción por la música era más poderosa: dejó la carrera en el quinto curso, convencido de que una chupa de cuero era preferible a una bata blanca (sí, entonces se tomaban decisiones trascendentales a partir de cuestiones que hoy nos suenan triviales).
Gracias a sus conocimientos sobre las nuevas tendencias, fue fichado por Radio Juventud, de Radiocadena Española. Allí, en compañía de Ana González, realizó el programa El refugio atómico, un espacio en la noche de los domingos que programaba maquetas y donde se entrevistó a figuras de la talla de los Cramps o Johnny Thunders. Un incidente con este último, ya cuando las emisiones de RCE se realizaban desde el Edificio Pueblo, contribuyó a que el programa dejara de existir.
La eclosión de la movida como fenómeno social permitió que Esteban desempeñara funciones de agitador cultural: su piso, en la calle de Cartagena, muy cercano a Rock-Ola, se convirtió en una especie de prolongación de la sala madrileña. Comprometido con la estética after punk y la exploración de alternativas rupturistas, Torralva trabajó intensamente en Tres Cipreses, una de las primeras discográficas independientes madrileñas, donde se presentaron Gabinete Caligari, Parálisis Permanente, Loquillo y los Trogloditas o Desechables.
Con el trío barcelonés Desechables, de fuerte carga erótica y morboso sonido primitivo (no tenían bajista), Esteban descubrió la materialización de sus sueños: se transformó en su representante, les llevó a Francia y logró que Diario pop, el estratégico programa de Radio 3, apostara por ellos y se convirtiera en su plataforma nacional.
Desechables planeaba grabar un LP en directo en Rock-Ola a principios de 1984; unos días antes, Miguel González, su guitarrista, murió durante un intento de asaltar una joyería de Villafranca del Penedés... con una pistola de juguete.
La tragedia descarriló temporalmente al grupo y sumió en la frustración a Torralva, que perdió los horizontes durante varios años.
Reintegrado al hogar familiar en Cartagena, retomó la antigua vocación de escritor y periodista: colaboró con La Opinión y, en compañía de su hermana, la fotógrafa Ana Torralva, realizó perfiles de figuras del flamenco, algunos de los cuales se publicaron en EL PAÍS.
Esteban quedó fascinado por las posibilidades de Internet y, en tiempos recientes, al ver limitada su movilidad, acentuó su faceta de ciberactivista, apoyando incansablemente a Greenpeace o Amnistía Internacional. Dejó sin terminar una novela de ciencia-ficción, otra de sus pasiones.
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