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Crónica:LA CRÓNICA | NACIONAL
Crónica
Texto informativo con interpretación

Pocas certidumbres en papel

Soledad Gallego-Díaz

La crisisis del Carmel, que atrae estos días toda la atención de ciudadanos y políticos, se superpone en Cataluña al proceso de debate del nuevo estatuto de autonomía que lleva varios meses abierto, pero que todavía no ha dado origen a propuestas concretas ni a acuerdos entre los distintos partidos.

Según pasan los meses va percibiéndose, además, que uno de los problemas con los que se enfrentan los protagonistas es la desconfianza. El tripartito que preside Pasqual Maragall, con ERC e ICV, desconfía de que el PSOE y el Parlamento de Madrid le dejen al final "en la estacada". Y el Gobierno de Madrid, y los de otras muchas comunidades autónomas, desconfían de lo que puedan llegar a proponer el Gobierno y el Parlament de Cataluña.

El PSOE cree que será más fácil recuperar la tranquilidad cuando se discutan acuerdos concretos y no simples "declaraciones", como hasta ahora

La culpa de tanta desconfianza, asegura un especialista del PSOE, es simplemente la incertidumbre: nadie conoce las propuestas concretas que defiende el tripartito como tal, y, en consecuencia, el Gobierno catalán tampoco conoce las posiciones negociadoras de sus interlocutores en el Gobierno de Madrid. En cuanto existan propuestas concretas y se clarifique la posición del tripartito será mucho más fácil recuperar la confianza y tranquilizar el panorama político. Debatir sobre propuestas formales resulta mucho más fácil que sobre declaraciones más o menos ambiguas o inexactas.

De momento, lo único que existen son declaraciones públicas de miembros de los tres partidos, en muchos casos nada coincidentes, y análisis y propuestas elaboradas por distintos organismos más o menos oficiales. Pero nadie ha oído hablar todavía, por ejemplo, al consejero de Economía, Antoni Castells, sobre el sistema de financiación autonómica que piensa proponer el tripartito.

"Cada día alguien dice algo distinto y el resultado de todo eso no está siendo demasiado positivo porque puede terminar provocando divergencias entre Cataluña y el resto de España sobre cosas que son simples elucubraciones sin respaldo político real", advierte un diputado socialista, miembro del Congreso y vinculado al debate autonómico.

"Es verdad que el tripartito tendrá que negociar con otros partidos catalanes y que tampoco se sabe nada en concreto sobre la posición de Convergència i Unió", explica un dirigente del PSOE, "pero, aun así, quizá fuera bueno que el propio tripartito dejara claros pronto algunos de sus propios acuerdos".

Apoyo de Zapatero

En este clima de incertidumbre, resultó notable la intervención del presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, en el Pleno del Congreso del pasado jueves. "Zapatero comparte la idea de que existe un problema de desconfianza contra el que hay que luchar y siempre que puede transmite un sentimiento de tranquilidad", asegura uno de sus asesores. En esta ocasión combinó la "ración de confianza" en que el Estatuto saldrá "a la primera", con un apoyo expreso al ministro Jordi Sevilla, que había aludido a "condiciones necesarias" de respeto a la Constitución y con una aclaración interesante: el Gobierno no se va a guiar por el procedimiento de las balanzas fiscales para fijar la financiación autonómica.

Zapatero mantiene una buena relación con Maragall y se ha esforzado en ofrecerle el máximo apoyo durante la crisis del Carmel. El presidente de la Generalitat está personalmente afectado porque se trata de un barrio con voto PSOE, muchos habitantes castellano-hablantes y con una gran tradición de asociacionismo vecinal, hasta el punto de que fue allí donde muchos socialistas catalanes "echaron sus dientes" en política. Además es el PSC, y no los otros dos socios de Gobierno, quien está asumiendo la responsabilidad y las culpas de la crisis, mientras que Esquerra Republicana e ICV se mantienen casi al margen.

"Hay que comprender también", explica un diputado socialista, "que la reacción de la oposición, reprochando al Gobierno de la Generalitat que se preocupe mucho del Estatuto y poco de las cosas concretas, como los túneles del metro o las viviendas, va directamente contra la línea de flotación del discurso político del presidente, que siempre ha defendido que se necesita 'más Estatut' no por cuestiones identitarias, sino para seguir mejorando las condiciones de vida de los habitantes de Cataluña". Eso explica, añade, la reacción del presidente de la Generalitat en el Pleno del pasado jueves y su gran enfado contra CiU, a la que los socialistas acusan de aprovecharse de un accidente, en el que tiene su parte de responsabilidad, para "levantar cabeza".

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