"Defiendo la pintura, pero hay una revolución en el vídeo"
En The End of Art(El fin del arte, que saldrá a finales de año en España, editado por Akal), Donald Kuspit (Nueva York, 1935) propugna el valor de la pintura y señala el declive de la estética posmoderna, que tacha de hueca y superficial. Su formación en filosofía, historia del arte y psicoanálisis, lo llevan a reclamar obras de arte que, además de realizadas con oficio y sensibilidad, buceen en el inconsciente. No es la primera vez que se augura el fin del arte, pero Kuspit lo hace para desarrollar sus ideas sobre el postarte y los postartistas. "Los dadaístas ya hablaban del fin del arte hace casi un siglo, pero mi punto de vista es totalmente distinto", subraya. "Surge de la distinción que hizo el artista y teórico Allan Kaprow entre arte y postarte. El arte tiene que ver con una experiencia emocionalmente muy compleja, la experiencia estética. Eso no le interesa al postarte, que es una especie de comentario superficial de la vida ordinaria".
"Muchos artistas quieren ser filósofos y muchos de los filósofos, ser artistas"
PREGUNTA. El arte conceptual, el antiarte que propugnó Duchamp, tenía que ver con un arte no-objetual. En su momento, una forma de protesta contra la mercantilización del arte. El arte conceptual no se podía vender, tampoco las ]]>performances. Ahora sí se venden.
RESPUESTA. Así es, todo está en venta. El mercado se apropia de todo. Y eso es parte del sistema capitalista. Se tiene la idea de que el artista es una especie de intelectual, más que el creador de un objeto. Toda la idea de la desmaterialización del arte es parte de eso, y el caso es que muchos artistas quieren ser filósofos -y muchos filósofos quieren ser artistas- y eso es lo que pasa en un panorama muy complejo que también tiene que ver con el lenguaje. Los escritos de Duchamp son más interesantes que sus obras.
P. Usted señala que después de este fin del arte quedarán los Nuevos Maestros Antiguos, que incluyen a una mayoría de pintores. ¿Cuáles son las cualidades que los distinguen?
R. Creo que vale la pena señalar que la colección de Charles Saatchi, que suele marcar las tendencias en el arte británico, acaba de abrir una exposición de pintura. También hay bastante pintura en Nueva York, de modo que no es correcto hablar del declive o el fin de la pintura. En Nueva York me interesa la obra de artistas como Vincent Desiderio. Lucian Freud es muy importante también, una gran influencia. Son gente que domina el oficio, hacen obras preciosas, pero también tienen una dimensión conceptual y -creo que esto es lo importante- tratan de integrar las ideas y técnicas de los Antiguos Maestros con las de los Maestros Modernos. Todas las cartas están sobre la mesa. El asunto, tal como lo veo, es integrar estas asimilaciones mientras se hacen objetos bellos con una resonancia estética.
P. El mundo del arte es cada vez más amplio. Es la victoria de la idea de Joseph Beuys de que todos somos artistas. Pero quizá eso tiene también un peligro. ¿Diría usted que hay verdaderos y falsos artistas?
R. Es un asunto interesante. Estoy de acuerdo en que hay un exceso de artistas, hay una crisis malthusiana en ese sentido, un crecimiento exponencial. En Estados Unidos, e imagino que es lo mismo en Europa, se crearon muchas facultades de Bellas Artes en las universidades. Producen cada año cientos de licenciados y el asunto es cómo van a sobrevivir, qué es lo que harán. Creo que todas esas bienales que surgen tienen que ver con esto y eso ha generado un turismo cultural. Muchos de ellos sólo quieren ser artistas por el atractivo de un cierto estilo de vida. Pero hay una verdadera crisis en ese sentido y creo que dentro de cincuenta años las cosas serán distintas. Hay en marcha un proceso de criba que dará sus resultados.
P. Tal vez ésa sea la razón por la que los comisarios de exposiciones son tan poderosos hoy. Son los que ordenan, eligen, los gurús del arte.
R. Sí, los administradores del arte, en general, son los que tienen el poder. Lo controlan todo. Entre los galeristas y los comisarios. Y no me parece del todo mal. Lo importante es la visión que tienen o imponen. Muchos de ellos simplemente miran alrededor, sin una visión personal que aportar.
P. Usted fue muy duro con la Documenta que dirigió Catherine David, a quien acusó de ideologizar la muestra.
R. Yo he participado en el comité para elegir al director de la Documenta al menos en cuatro ocasiones. Entre ellas la que eligió a Catherine David, que presentó un proyecto muy interesante y nos pareció una persona perfectamente capacitada para hacerlo. Pero la muestra que montó resultó ofensiva para mucha gente relacionada con la organización y fue algo totalmente distinto de lo que dijo que iba a hacer. Siguió una agenda de intereses políticos muy ideologizada, que no tenía nada que ver con el arte. El arte era sólo una ilustración de sus intereses. Al final, se trataba todo de teoría, de palabras, de lenguaje y no de objetos de arte. Se trataba de sentar una posición mediante las ideas y palabras. Una involución, que no se dirige a nadie más que a sí mismo.
P. ¿Qué piensa entonces de los artistas que se interesan por la política o por la política en el arte?
R. Todo reside en el arte. ¿Quiere expresar una posición política? Únase a un partido, sea políticamente activo de la manera que quiera. Si quiere cambiar el mundo tiene que hacerlo desde la realidad del mundo. Si quiere hacer arte, pues debe producir algo artísticamente interesante. No sólo política o socialmente interesante. Es a través del arte que esa obra va a tener impacto y no debido al mensaje que desea propagar. De otra manera simplemente tienes que echar un discurso en un parque o lo que sea. Siempre ha habido arte político: las imágenes de Luis XV o las del propio Velázquez sobre Felipe IV. Hoy vemos esas pinturas y nos importa el arte de Velázquez, no la figura de Felipe IV. Ha habido una transformación imaginativa de las realidades políticas y sociales del XVII que las ha dejado obsoletas, pero seguimos admirando a Velázquez como pintor.
P. ¿Cuál cree que es ahora el papel del crítico de arte?
R. Creo que es importante mantener el margen de libertad para ejercerla. La crítica de arte tiene una función algo complicada, en parte porque tiene un aspecto pedagógico, de dar información, análisis, interpretación y comprensión de las obras; y es básicamente eso. A mí me interesan cada vez más los artistas y el desarrollo de su proceso creativo.
P. Usted es un defensor del regreso a la pintura, pero llega a Madrid para dirigir un taller sobre arte digital y vídeo. ¿Cree que estos nuevos lenguajes visuales han madurado lo suficiente como para tratarlos como medios consumados?
R. Sí, tengo una conciencia dividida: quiero defender la pintura, pero soy consciente de la revolución plástica que han traído el vídeo y el arte digital. Creo que es el futuro, que hay gente que está realizando ya trabajos muy maduros en ese medio. Y es lo que pretendo demostrar en el taller que dirigiré en Madrid, con algunos ejemplos. Me interesa mucho lo que está sucediendo en esta área. He tenido la suerte de conocer a algunos de estos artistas del vídeo, en particular a Bill Viola -a quien considero un místico religioso, que tiene una visión del arte-, o los trabajos de Hans Breder -el que ha desarrollado el intermedio-, Michael Somoroff y muchos otros. Creo que hay una buena cantidad de gente haciendo un videoarte serio, maduro y sutil.
P. ¿No los consideraría postartistas?
R. No, no son postartistas porque no se la pasan haciendo estos "comentarios" de la vida cotidiana. Son artistas que hacen trabajos muy sofisticados, conscientes del peso de la historia del arte y estéticamente muy sutiles. No son videoclips de gente que va por la calle rompiendo escaparates. A quién le importa eso.
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