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Reportaje:

Soldados sin fortuna

Mientras el Ejército apenas cubre plazas, unos 2.000 militares se han ido a la calle al cumplir la edad o el tiempo de permanencia

Soledad Alcaide

A sus 30 años, Juan Bernal es un cabo primero de infantería de Marina desempleado. El martes, cuando se celebre la parada militar del Día de las Fuerzas Armadas, será la primera vez desde que tenía 17 años que no será miembro del Ejército español. El pasado 31 de diciembre tuvo que dejar su destino en Transportes de la OTAN al cumplirse 12 años de permanencia en el Ejército, límite impuesto por la ley de personal 17/1999. Bernal cobra el paro porque sus especialidades -zapadores y operaciones especiales- no le sirven para encontrar un trabajo y ha solicitado empleo en el Inem como escolta. Eso fue a principios de año.

Como él han tenido que abandonar las Fuerzas Armadas en lo que va de año unas 2.000 personas, entre oficiales de complemento y tropa y marinería. Y está previsto que se sumen a ellos otros 22.000 efectivos en los próximos cuatro años, según la Unión de Militares Temporales.

"Hay que garantizar un horizonte laboral a los soldados", sostiene el diputado Cuadrado
"Es ilógico que Defensa se quede en cuadro y despida militares", dice un teniente

En su mayoría son integrantes de las primeras promociones de militares profesionales, que llegaron entre 1993 y 1995. Fueron contratados según la ley de personal 17/1989, cuyos reglamentos imponían un límite de 20 años de servicio ampliables hasta retiro, sin límite de edad, para tropa y marinería, y otro de 16 años de servicio para los oficiales de complemento. Éstos son aquellos oficiales que entran en el Ejército con una licenciatura y completan plantillas.

En 1999, una nueva ley de personal fijó restricciones de 12 años, con límites de edad de 35 años para tropa y marinería y, de 38, para los oficiales. Esta ley se aplicó de forma retroactiva, de tal forma que entre los 577 militares que fueron despedidos el pasado 31 de diciembre, muchos salían con ocho años de servicio, cuando en un principio habían sido contratados para 16 años, según explica el presidente de la UMT, el ex cabo primero del Ejército del Aire, José Miguel Alonso. Pero la ley también ofrecía a estos contratados temporales la posibilidad de transformar su "relación de servicios" en permanente, si se presentaban a las convocatorias que fijara Defensa.

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La queja de la UMT es que esa posibilidad no se cumplió, pues apenas se convocaron plazas. Sin embargo, cuando finalizó su contrato en diciembre pasado y salió a la luz el problema, el Gobierno del Partido Popular mantuvo que las convocatorias habían sido suficientes.

No lo cree así Jesús Cuadrado, portavoz del Grupo Socialista en la Comisión de Defensa del Congreso. "Nos hemos tomado muy en serio este problema que hemos heredado del Gobierno anterior", asegura. Cuando su partido estaba en la oposición, prometió a la UMT que solucionarían su situación. Ahora la asociación cree que les han abandonado.

Cuadrado recuerda que el Consejo de Ministros del pasado 30 de julio anunció la convocatoria de 340 plazas de personal laboral en el Ministerio de Defensa, de las que el 50% se reservan, en teoría, para ellos y que la UMT ha calificado de insuficiente. "Pero desde luego, no es la solución a todos sus problemas", agrega. "Hay una segunda cuestión más de fondo, que tiene que ver con los programas de formación y los problemas de retribución". El diputado dice que hay que cambiar algunas cosas en las Fuerzas Armadas y, entre ellas, hace hincapié en la formación de los soldados, que deberían garantizar un "horizonte laboral" fuera del Ejército. "La Subsecretaria del Ministerio de Defensa está trabajando en ello", asegura.

Ese problema se refleja en lo que han vivido en estos 10 meses los primeros militares que salieron del Ejército. Alonso se ha quedado desempleado, con 36 años y mujer e hija a su cargo. "Soy electricista electrónico, pero tengo problemas para encontrar trabajo, porque no tengo experiencia. En el Ejército trabajaba como auxiliar administrativo", explica. Además, no podía aportar su vida laboral, porque como funcionarios los militares cotizan como "clases pasivas", cuyo historial no llega a Trabajo hasta su jubilación. "¿Cómo es que usted es electricista?, me preguntan cuando pido trabajo, porque no figuro en ningún lado", dice. En los últimos 10 meses, en paro, ha intentado ganar experiencia haciendo algunas instalaciones y, mientras espera una oferta, comenzó en septiembre un curso de 700 horas del Inem para formarse como electricista industrial.

"Eso sí que es un curso", afirma. La comparación viene al caso porque Defensa ofreció a los militares que salían una serie de cursos para reinsertarse en la vida civil, con una media de 50 horas.

"En los cursillos me enseñaron a hacer un currículum y también a trabajar con el sistema Windows 2000 que llevaba años trabajando. Todo online", cuenta el cabo primero del Ejército del Aire Pedro Mesa, de 33 años, que no consiguió la permanencia, a pesar de haberse presentado a tres convocatorias. En la última había 100 plazas para 600 solicitantes de la especialidad. "Por suerte, yo tenía pedida la compatibilidad para trabajar por las tardes en una empresa, aunque se me ha reducido el sueldo", explica. "Cada vez que escucho 'asegura tu futuro' en los anuncios [que Defensa ha insertado para captar soldados profesionales], para mí es una puñalada".

La paradoja es que Bernal, Alonso y Mesa, entre otros, dejaron el Ejército forzados, cuando el reclutamiento de nuevos soldados no cumple las expectativas. La Ley de Régimen del Personal de las Fuerzas Armadas de 2001 establecía que los efectivos de tropa y marinería profesional debían ser entre 102.000 y 120.000. El Ejército cuenta hoy con 72.639 soldados profesionales en activo, según las cifras que facilitó esta semana el Ministerio de Defensa. En los ocho primeros ciclos, se han incorporado 7.276 militares de tropa y marinería, 1.000 más que en el mismo ciclo del año pasado.

"Es ilógico y absurdo que el Ministerio se quede en cuadro y siga despidiendo militares", sostiene el teniente J. A. G., que prefiere que no se cite su nombre completo. Dejó el Ejército con 41 años, al cumplirse 12 de servicio como psicólogo en Recursos Humanos. Cuenta que pertenece al grupo de 140 psicólogos que entraron en el Ejército entre 1991 y 1994. "Fuimos los que pusimos en marcha la Psicología Militar y dimos pie a que ésta se reconociera como especialidad", explica J. A. G., que añade que por sus estudios sobre el suicidio entre los soldados ha obtenido dos premios. Con ello quiere dejar claro que en determinadas ocupaciones de Defensa es preferible la experiencia a la juventud. "Que un psicólogo llegue a ser eficaz cuesta tiempo. Y no es lo mismo un puesto de guardia en una garita, que se aprende en unos meses, porque es una tarea básica", agrega. "Hay una cosa clara, la institución militar necesita de profesionales cualificados".

Miembros de la Unión de Militares Temporales en la puerta de una oficina del paro en Madrid.
Miembros de la Unión de Militares Temporales en la puerta de una oficina del paro en Madrid.RICARDO GUTIÉRREZ

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Soledad Alcaide
Defensora del Lector. Antes fue jefa de sección de Reportajes y Madrid (2021-2022), de Redes Sociales y Newsletters (2018-2021) y subdirectora de la Escuela de Periodismo UAM-EL PAÍS (2014-2018). Es licenciada en Derecho por la UAM y tiene un máster de Periodismo UAM-EL PAÍS y otro de Transformación Digital de ISDI Digital Talent. 

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