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GUERRA SIN BARCOS

La Naval, última grande de la Margen Izquierda

A COMIENZOS DE LOS AÑOS setenta, los colegiales españoles memorizaban la importancia de Bilbao y Vizcaya por su industria pesada. Han pasado treinta años y aquellos libros de texto se han quedado obsoletos. La Naval de Sestao es la última de aquellas grandes industrias. Es todavía la mayor empresa del metal de Vizcaya. Su futuro es el de una comarca, la Margen Izquierda del Nervión, castigada durante los últimos veinte años por las reconversiones y con una tasa de desempleo cuatro puntos por encima de la media vasca.

La Naval sobrevive con 1.200 trabajadores y sin carga de trabajo. "En el astillero se habla y se anda mucho para pasar el tiempo", señala Amable Martín, trabajador de La Naval que entró en la escuela de aprendices en 1969. Desde las gradas del astillero han visto cómo se cerraban Altos Hornos de Vizcaya y General Eléctrica, se trasladaba una planta de Tubos Reunidos y se reducía la Babcock a un taller grande con muchos problemas. Hace 12 años, la industria vasca representaba el 35% del PIB, según datos del Instituto Vasco de Estadística (Eustat); ahora es un 30%. En 1985, el 45% del empleo era industrial; ahora es el 27%.

El astillero linda con la zona más degradada de Sestao -el municipio con más paro de Euskadi- y con la heredera de Altos Hornos, la Acería Compacta de Bizkaia, que con 400 trabajadores produce casi la misma cantidad de acero. Altos Hornos llegó a tener 13.000 empleos directos, y La Naval, 4.800. En los últimos 20 años, la población de Sestao ha pasado de 44.000 vecinos a 30.000.

La Margen Izquierda y su cercana Zona Minera han sido el caladero tradicional de votos de los socialistas en Vizcaya. Hasta esta legislatura gobernaban casi en todos los municipios. Sólo les faltaba Gallarta. En los últimos comicios perdieron Ortuella y Sestao. Pese a todo, la comarca sigue siendo el cinturón socialista. La cuna del actual secretario general de los socialistas vascos, Patxi López, y de dos históricos trabajadores de La Naval: Ramón Rubial, ex presidente del PSOE, y Nicolás Redondo, ex secretario general de UGT.

El pasado domingo, Manolo Velado, del comité de empresa de La Naval por UGT, sindicato mayoritario, entregó a Rodríguez Zapatero, presidente del Gobierno, en el palacio Euskalduna de Bilbao un libro que recogía la historia de la construcción naval en Vizcaya. "Para que sepa nuestro pasado", decía Velado. Zapatero era más o menos consciente del pasado, pero sí lo era del presente. Su candidatura arrolló en la Margen Izquierda en las elecciones generales y su fuerza impulsa a Patxi López en su asalto al palacio de Ajuria Enea para derrotar al lehendakari, Juan José Ibarretxe.

Zapatero se comprometió ese día con la construcción naval pública y con La Naval. López necesita que el compromiso sea realidad. Dos días antes, Ibarretxe recordó que los socialistas cerraron Euskalduna, el otro gran astillero, en 1984 con Solchaga de ministro de Industria. Con un cierto cinismo, decía que, sobre el solar de aquel astillero, las instituciones vascas habían construido el palacio de Euskalduna. Repetía la vieja premisa nacionalista de que lo bueno se hace en Euskadi y lo malo llega de Madrid.

Buena parte de los trabajadores de La Naval proceden de la antigua Euskalduna, y nadie quiere vivir otro cierre. Emilio Urreta, del sindicato nacionalista ELA, era por entonces presidente del comité de Euskalduna, y pide que "no se repita la historia". El Gobierno vasco se muestra dispuesto a ayudar, pero no explica la fórmula. "No necesitamos que los políticos compartan con nosotros la pancarta para estar con los trabajadores. Lo que queremos es que aporten soluciones", sugiere Amable Martín.

Hasta hace poco más de un año, en La Naval había no 1.200 trabajadores, sino el doble, los de las contratas que trabajaban en los últimos gaseros. En Sestao hay conciencia de que habrá una gran jubilación anticipada, pero hay un deseo de permanencia.

En 1998 fue el anterior reajuste. Entonces se jubilaron 350 y también un trabajador recordaba que al astillero "se entraba en pantalón corto", en la escuela de aprendices. Empleos que se heredaban de padres a hijos. "Hay capacidad y tecnología para hacer barcos", insiste una y otra vez Velado.

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