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Reportaje:

El niño de 11.000 años no tiene ayudas

La Consejería de Cultura ha desestimado la petición de la Universidad Jaume I de Castellón para profundizar en las excavaciones de la Cova Fosca y el Cingle de Masnou en Ares del Maestre. Un hallazgo que permitió descubrir el pasado mes de octubre en el primer enclave los restos de un niño de unos 11.000 años de antigüedad. El entonces consejero de Cultura, Esteban González Pons, se desplazó hasta el yacimiento, a pie de cueva, y convocó allí a los medios de comunicación para anunciar "uno de los descubrimientos más importantes de la prehistoria en la Comunidad Valenciana", que iba a "aportar luz sobre el arte rupestre levantino".

El interés de González Pons y su poder de convocatoria se vio correspondido en la mayor parte de los medios escritos y el consejero se comprometió "a apoyar las investigaciones". Sin embargo, semanas después se paralizaron los trabajos por falta de presupuesto al agotarse la subvención de la Generalitat. El pasado mes de febrero la Jaume I solicitó a Cultura la renovación del permiso y tras un silencio de cinco meses ha recibido una negativa por respuesta. La directora de las excavaciones y catedrática de Prehistoria de la Jaume I, Carmen Olaria, no salía ayer de su perplejidad y denunciaba la existencia de "intereses creados" que impedían la continuidad de los trabajos.

Olaria atribuye la paralización a "los jefes de área y a los inspectores territoriales" que "no querían" que el "proyecto continuase". La investigadora no quiso entrar a valorar los motivos, aunque recordó que el consejero "prometió que todo seguiría" y defendió que el hallazgo "no sólo es importante para la Comunidad Valenciana sino también para España" porque "es uno de los pocos descubrimientos de poblaciones asociadas a pinturas rupestres".

Efectivamente, resulta muy poco frecuente encontrar enterramientos humanos en las cuevas que estos cazadores y recolectores solían utilizar tan sólo como refugio temporal para sus batidas de caza y cuyas paredes pintaban. Tanto en la Cova Fosca como en el Cingle de Masnou se han encontrado ambos: muestras del arte rupestre levantino y restos humanos que con toda probabilidad fueron en vida los autores de las improntas halladas. Pero lo más importante es que el niño de Ares puede "revolucionar lo que se creía saber hasta ahora sobre el arte rupestre levantino", según la profesora Olaria.

Las tesis que mantienen todavía la mayoría de investigadores sitúan a las primeras poblaciones de hombres modernos en la Comunidad Valenciana hacia el año 5000 antes de Cristo, y sostienen que fue en esa época cuando realizaron sus primeros grabados de ciervos, toros o jabalíes en las paredes de las cuevas donde se cobijaban. Las revelaciones y la excavación de Carmen Olaria demostrarían que "al menos cuatro milenios antes ya había poblaciones estables en el Maestrazgo" y que "las pinturas rupestres son muy anteriores a lo que se pensaba". La nueva datación de Olaria, basada en los restos óseos del niño de Ares, explicaría por qué se han encontrado cambios estilísticos en las diferentes pinturas, porque sus autores "tuvieron 4.000 años", del 9000 al 5000 a. de C., "para evolucionar y perfeccionar" su forma de expresarse.

En la Cova Fosca y en el Cingle de Masnou "hay muchas claves, queda mucho por descubrir" expresa no sin cierta tristeza la catedrática mientras lamenta "el carpetazo" de la administración autonómica a la investigación. Una verja de hierro cierra ahora el paso a la entrada de la cueva mientras los restos del niño de Ares descansan en un cajón, envueltos en una bolsa de plástico en la Universidad Complutense de Madrid, sin presupuesto para realizar las pruebas de ADN esenciales para su exacta datación y cuyas conclusiones, afirma Olaria, podrían aportar nuevas sorpresas.

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