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LOS PROBLEMAS DE LOS INMIGRANTES

Peregrinaje por los invernaderos

A Cissoko Khalidou no le dan miedo ni las fotos ni contar que lleva en Roquetas de Mar (Almería) tres años y ocho meses viviendo y trabajando sin papeles. Al poco de llegar desde Mauritania intentó regularizar su situación, pero fue uno de los miles de inmigrantes que no lo lograron.

Interpuso un recurso de reposición en el año 2001 y presentó para ello un precontrato de trabajo y tampoco lo consiguió. Al año siguiente, en 2002, interpuso un recurso de revisión y aún está en situación de irregularidad, sin permiso de residencia y trabajo.

Khalidou tiene 44 años, "camino de 45", y en su país una esposa y seis hijos a los que envía buena parte del dinero que gana trabajando en los invernaderos. Sin papeles ha tenido que ir "de empresario en empresario" porque ninguno se arriesga a tenerlo demasiado tiempo con él "por miedo a que lo pillen".

Dice que nunca lo han tratado mal, que jamás ha tenido un problema con un agricultor y que está contento de estar en Roquetas de Mar porque tiene asegurada su comida y la de su familia, a la que, una vez que tenga papeles, quiere traer de África.

El inmigrante mauritano lleva tres meses ahora trabajando para un empresario agrícola que, según explica, está dispuesto a hacerle papeles. Si es así, dice, podrá trabajar la campaña entera para el mismo patrón y no tendrá que andar de finca en finca buscando quien lo emplee.

Ahora gana unos 28 euros al día y no cree que le pagarían más aunque todo estuviera en regla. Dice que hay empresarios que pagan así a sus empleados sean o no inmigrantes, tengan o no papeles, como hay otros que pagan 30 euros a todos por igual.

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Khalidou afirma que llegó en patera con 24 personas más hasta las costas almerienses. En su país ya había oído hablar de Roquetas de Mar y creyó que allí encontraría trabajo. No conocía a nadie, pero al mes siguiente de su llegada logró su primer empleo en un invernadero.

Explica que "no todos tienen esa oportunidad" y no pierde la esperanza de que las palabras del empresario para el que ahora trabaja no se queden en eso, en meras palabras.

"Mientras tenga trabajo con una persona, seguiré trabajando", dice y se entristece cuando cuenta que no puede ir a ver a su familia porque no tiene papeles y si sale del país no sabe si podrá regresar. Ahora le han dicho que las cosas podrían arreglarse para él y no acaba de creerlo, porque ya ha oído "lo mismo muchas veces" durante estos años.

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