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Reportaje:Atenas 2004 | BALONCESTO: ESPAÑA VUELVE A JUGÁRSELA CONTRA ESTADOS UNIDOS 20 AÑOS DESPUÉS

"Somos buena gente"

Los abucheados jugadores de la NBA luchan por mejorar su imagen

Puede que en Atenas no estén los mejores, ni los grandes nombres, ni el verdadero dream team, pero Estados Unidos sigue siendo ese equipo temible, venerado u odiado, siempre centro de la atención allá donde va. ¿Qué hace Iverson cuando se levanta por la mañana? ¿Desayuna Duncan té o café? ¿En qué emplea su tiempo libre Anthony? ¿Escucha alguien a Larry Brown fuera del parquet?

En Atenas, a diferencia de muchos de los miembros de la expedición olímpica de Estados Unidos, los componentes del conjunto de la NBA han optado por no alojarse en la Villa Olímpica, un lugar demasiado vulgar para semejantes estrellas. ¿O es que acaso a alguien se le ocurre pensar que personajes de su caché aceptarían apretarse en un piso de 90 metros cuadrados y sólo dos baños para 12 personas? Eso vale para el equipo español, pero no para Iverson, Duncan y compañía, que se han refugiado en El Pireo, en el Queen Mary 2. El considerado como el mejor crucero del mundo para los que se consideran los mejores baloncestistas del mundo, han debido de pensar.

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Y, aunque la información sobre su lugar de alojamiento es de dominio público, desde el equipo estadounidense se empeñan en crear una atmósfera de misterio. "Nos alojamos fuera de la Villa, en un lugar más cercano al pabellón", dice, escuetamente, Craig Miller, encargado de tratar con los representantes de la prensa. ¿Dónde? ¿En qué lugar? "No podemos revelarlo por motivos de seguridad", prosigue. En estos Juegos, la seguridad ha servido y sirve para justificarlo casi todo.

Pero, al margen de eso, quienes han visto a los componentes del equipo estadounidense pasearse por el Queen Mary 2 aseguran que son de lo más normal. Más altos, sí. Más, fuertes, también. Si acaso, un poco escandalosos -hablan más fuerte de lo que procede en un lugar así-, pero nada más. Algunos, acompañados de sus esposas e hijos, hacen vida de familia en sus horas libres. Otros aprovechan el tiempo para salir a comprar por el centro de Atenas o para seguir otras competiciones de los Juegos. A Jefferson se le ha visto en los partidos de softball de Estados Unidos, con alguna de cuyas jugadoras tiene amistad. "Creo que van a ganar la medalla de oro. Están jugando muy bien", ha dicho de sus compatriotas. Gran aficionado al deporte, el alero de los Nets de Nueva Jersey también disfrutó de lo lindo en la ceremonia de inauguración de los Juegos, en la que tuvo ocasión de departir con dos estrellas del tenis, Martina Navratilova y Andy Roddick. Como un fan más, se fotografió con ellos y se marchó entusiasmado.

Okafor, el alero de Charlotte Bobcats, también se lo pasó de lo lindo en la final de gimnasia viendo cómo su compatriota Carly Patterson le arrebataba el oro a la reina rusa Jorkina. "Fue estupendo poder ver a Jorkina en persona. Es más verterana y, en sus actuaciones, se nota la diferencia con otras atletas", ha comentado Okafor, que tampoco quiso perderse la ocasión de pasar por la piscina olímpica y asistir al espectáculo de otro extraterrestre, Michael Phelps. Con Maurice Green, en la final de los 100 metros, se llevó una pequeña decepción. "Trae el oro a casa", le había rogado. Pero se tuvo que conformar con el bronce.

"Nunca he experimentado nada igual en toda mi carrera como baloncestista. Ha sido el punto culminante", dijo Anthony tras participar en la ceremonia inaugural. Parecía emocionado. Después añadió: "Queremos mostrar al mundo que somos buena gente, que Estados Unidos tienes algunas personas buenas en el país". Una declaración que demostró que eran conscientes de lo que les aguardaba. Algo que viven, casi sin excepción, cada vez que saltan a la cancha. La atmósfera se calienta y, mientras el rival es recibido con una fuerte ovación, las estrellas de la NBA se tienen que tapar los oídos para no escuchar los silbidos.

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