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La llegada del 'Tireless' a Gibraltar potencia las tensiones entre España y el Reino Unido

Moratinos cree que esta nueva "provocación del almirantazgo británico" tendrá consecuencias

El Tireless, el submarino nuclear británico que suscitó tantas protestas cuando entró en Gibraltar el 19 de mayo de 2000 con el reactor averiado, volverá mañana al Peñón, marcando "un punto negativo" en las relación entre Madrid y Londres, según afirmó ayer el Gobierno español. A diferencia de José María Aznar, que, para capear el temporal ciudadano, recurrió incluso a un poco afortunado chiste sobre el "submarino amarillo", José Luis Rodríguez Zapatero ha decidido adelantarse a la calle y pedir por tres veces que se suspenda la visita del impopular buque. Pero Londres la mantiene.

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El ministro de Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, elevó ayer el tono de la protesta al declarar, mientras almorzaba en la Casa Asia, en Barcelona, su "rechazo y malestar profundo" por una decisión que interpretó del siguiente modo: "Políticamente, el Almirantazgo británico sigue provocando de forma reiterada, y se toma nota".

"Queremos tener el mejor nivel de relación con el Reino Unido, pero examinaremos y evaluaremos una serie de acciones que no parecen indicar la voluntad del Gobierno británico a encaminar dentro de un espíritu de amistad y cooperación las relaciones con el Reino de España. Manifestamos nuestra profunda preocupación por una serie de actos y movimientos que no corresponden al grado de compromiso político que dos socios europeos deben llevar a cabo", añadió.

En la "serie de actos" aludidos por Moratinos, destaca la visita que la princesa Ana hizo a Gibraltar el 28 de junio, en el marco de las conmemoraciones del 300 aniversario de la conquista británica. Pero el incidente coincide con otros motivos de enfrentamiento, como las protestas de Londres porque los puertos españoles rechazan a los cruceros provenientes de Gibraltar, el recurso español contra el voto de los gibraltareños en las elecciones europeas o el malestar de Madrid por los dos marinos de la Royal Navy detenidos el mes pasado en Málaga cuando transportaban material militar.

Quejas al embajador

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Todo ello hace que el contencioso sobre el Peñón se manifieste como un lastre insoportable para la voluntad manifestada el 3 de junio en Londres por Zapatero y el primer ministro británico, Tony Blair, de hacer avanzar las relaciones hispano-británicas pese a sus diferencias acerca de Irak. Y también que Stephen Wright, embajador del Reino Unido en Madrid, sea el diplomático que más citas de protesta recibe por parte de Exteriores.

Según la nota publicada ayer por la Dirección de Comunicación Exterior en relación con el Tireless, Wright fue convocado por el director general para Europa y América del Norte, José María Pons, el 5 de julio, poco después de que Londres informara oficialmente, el 23 de junio, de la llegada del buque. Ayer, el embajador volvió a ser llamado por el secretario de Estado de Exteriores, Bernardino León, que le reiteró la protesta y la petición de suspendar la visita.

La Embajada británica hizo pública también ayer una nota en la que confirma que el submarino llegará el viernes en un viaje planificado "con antelación dentro de un programa operativo de rutina". La nota subraya, además, que, desde que fue reparado en la Roca, en mayo de 2001, el Tireless "cumple con los máximos criterios" de seguridad y ha recalado en numerosos puertos de países como Francia, Noruega o EE UU.

Oficiosamente, en medios británicos se comenta que, aunque la sensibilidad del Gobierno español con este submarino concreto pueda ser comprensible, la petición de suspensión de la escala no es atendible, porque no hay peligro alguno y porque, dada la importancia que la base de Gibraltar tiene para el Reino Unido, no cabe pensar que uno de los 12 submarinos nucleares de que teóricamente dispone la Navy vaya a abstenerse de visitarla indefinidamente.

Moratinos confirmó ayer que este viaje del Tireless estaba programado desde antes de la toma de posesión del nuevo Gobierno, y que fue aplazado precisamente para evitar su eventual incidencia en las elecciones del 14-M y en los comicios europeos. También es claro que el Gobierno español no cree que el submarino presente riesgos ni cuestiona que buques nucleares recalen en Gibraltar, en términos generales. Prueba de ello es que el pasado mes de mayo estuvo en el Peñón el Sovereign, otro submarino de la misma clase que el Tireless, sin que se suscitaran protestas. El malestar actual está directamente relacionado con "el evidente rechazo [que] la anterior presencia en el puerto de Gibraltar" de este submarino suscitó en la opinión pública española, según precisa la nota de Exteriores.

Si la tensión entre Madrid y Londres siguiera creciendo, podría afectar al problema de los cruceros que tocan el Peñón. Fuentes británicas lo consideran en vías de solución, porque el Gobierno ha declarado una moratoria de tres meses a su propia prohibición de que prosigan hacia puertos españoles.

Mucho dependerá de lo que dure la escala. Según la Embajada británica, será "breve", como pide Exteriores. Pero "breve", en ese contexto, suele significar una semana, y es tiempo suficiente para que los acontecimientos se desarrollen.

Gustavo de Arístegui, portavoz del PP de Exteriores en el Congreso, considera que la escala del Tireless es "profundamente desafortunada", pero corrigió al ministro Moratinos porque, dijo, "no se puede hablar de provocación entre Gobiernos amigos".

Felipe Alcaraz, por IU, considera, en cambio, que la "concatenación de provocaciones" demuestra que las expectativas de un acuerdo de soberanía compartida sobre Gibraltar eran "totalmente falsas".

La negociación fallida que España y el Reino Unido llevaron a cabo con ese objeto entre julio de 2000 y julio de 2001 arrancó, precisamente, de una reclamación española asociada a los problemas que planteó entonces el Tireless.

El <i>Tireless</i> saliendo del puerto de Gibraltar el 7 de mayo de 2001.
El Tireless saliendo del puerto de Gibraltar el 7 de mayo de 2001.EFE

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