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¿Valencianos de segunda?

Hace años que como abonado del Palau de la Música acudo puntualmente acompañado de mi esposa a los conciertos, algunos de ellos magníficos, que se celebran en su auditorio. Pero no es la programación del Palau el motivo de mi carta, si no algunos problemas surgidos en el entorno de dicha institución.

Hace años, antes de que se ajardinaran, los que íbamos a los conciertos solíamos aparcar en las aceras de tierra que rodeaban el Palau. Descartada por motivos obvios esta opción tuvimos que buscar acomodo a los vehículos en las pequeñas rotondas de la prolongación de la Alameda o bien en algún que otro aparcamiento de pago de los alrededores.

La semana pasada dejé mi coche junto al de otros aficionados en un lugar de dicho paseo, en el que por cierto no hay ninguna señal de prohibición, y cuál sería nuestra sorpresa al comprobar al salir del concierto que todos habíamos sido multados por aparcamiento indebido. No voy a entrar aquí a valorar la justicia o injusticia de la sanción, que ya recurriré por la vía adecuada, aunque les aseguro que he estado aparcando allí durante todo este curso sin ningún problema, pero sí quería llamar su atención sobre la, a mi entender, discriminación que sufrimos los amantes de la música.

Me explicaré. El pasado otoño al ir a aparcar en un sitio de dudosa legalidad un guardia me indicó amablemente que no dejara allí el coche pues se vería obligado a multarme. Entonces se me ocurrió preguntarle por qué no sancionaban a ningún vehículo de los que aparcaban allí los días de fútbol.

"Buena pregunta", contestó, "pero no debe hacérmela a mí si no a la señora alcaldesa, porque nosotros sólo cumplimos órdenes".

Pues bien, eso es lo que hago siguiendo el consejo del agente de la autoridad. Señora Alcaldesa, si el aparcamiento en lugar indebido es según las Ordenanzas de tráfico motivo de sanción, ¿por qué se multa unos días sí y otros no? ¿Por qué los aficionados al fútbol (yo también lo soy) pueden dejar sus coches donde les apetece (aceras, rotondas, en doble o triple fila, etc) sin ningún riesgo, mientras se persigue a los amantes de la música? ¿Existe acaso una vara de medir diferente para unos y otros?

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Me resisto a creerlo porque, de haberla, estaríamos ante un caso de flagrante injusticia que perjudica a unos ciudadanos, los musicólogos, y beneficia a otros, los futbolistas, cuando uno y otro colectivo están, al menos en proporciones similares, al corriente en el pago de sus impuestos. Tampoco creo que estemos ante la necesidad del Ayuntamiento de incrementar la recaudación municipal por la vía de las multas de tráfico, porque entonces no se explica que dejen sin explotar el filón de las tardes-noches de fútbol.

Por todo lo dicho los asistentes al Palau le estaríamos agradecidos si nos tratara en pie de igualdad y nos dejara aparcar nuestros coches en las proximidades del coliseo, procurando no entorpecer el tráfico. Si ello no es posible le ruego que las Ordenanzas Municipales se apliquen a todos por igual, porque de lo contrario nos veremos obligados a pensar que nos considera valencianos de segunda y eso es algo que no estamos dispuestos a aceptar.

Vicent Abad es director del Museu de la Taronja.

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