Los secretos del vestuario en el cine
Catorce diseñadores revelan en un libro las claves de su éxito y sus relaciones con directores y actores
Las estrellas del cine deben a ellos gran parte del brillo que ostentan. Y las películas les adeudan un alto porcentaje de su verosimilitud, o ¿cómo sería un filme en el que cada actor vistiera como le diera la gana? Ésa es la pregunta que sobrevuela el libro Diseñadores de vestuario. Cine (Océano), en el que 14 creadores desvelan sus secretos, sus relaciones con directores y actores y los conceptos de moda. Es la voz de los coautores de los mundos de El gatopardo, El padrino, El último emperador, Shakespeare in love, Las horas...
Universos en los que "antes de que un actor pronuncie una palabra el vestuario ya ha hablado por él", asegura Deborah Nadoolman, diseñadora y autora de este libro en el que ha entrevistado a algunos de sus más importantes colegas.
Creadores cuyo primer obstáculo es el de diseñar para un mundo en dos dimensiones. "Contemplar las creaciones como las vería una cámara, es decir, bidimensional", aconseja Nadoolman, quien hizo el vestuario de En busca del arca perdida (Steven Spielberg), o del innovador vídeo de Thriller, de Michael Jackson. ¿Y dónde está el truco? Ella dice que mirando las telas reflejadas en el espejo, porque así es como las ve la cámara. "El profesional tiene que saber compensar lo que la tela pierde al aparecer en la pantalla. Un viejo mantra de los diseñadores: 'Aumenta la escala un 30%'. Porque pierdes la tercera dimensión del ojo humano".
Una máxima que conoce James Achenson y que complementa con la filosofía de que "sólo si te lanzas a investigar y encuentras la esencia del mundo que vas a diseñar, puedes empezar a crear de verdad", como lo demostró en El último emperador (Bernardo Bertolucci) y Las amistades peligrosas (Stephen Frears), por las que obtuvo sendos premios Oscar en dicha categoría.
Aparte del estudio de la época, el diseñador debe aceptar otro reto: incorporar sus trajes a la narración cinematográfica de manera natural. La edad de la inocencia (Martin Scorsese) es no sólo un ejemplo de ello, sino también de cómo dar más información sobre la historia. Gabrilla Pescucci lo hizó en ese filme, por lo que obtuvo un Oscar, y en diferentes obras de Ettore Scola. Para ella, su satisfacción es lograr que su trabajo desaparezca en la película porque, "si al público no le salta a la vista, es que está sirviendo al objetivo del filme".
Muchas son las rutas que conducen a este logro pero en ninguna se debe perder de vista un enemigo: la moda. "Si un diseñador de vestuario se preocupa demasiado por la moda, no hace su trabajo como es debido. El diseñador debería encontrarse en cada personaje e ir más allá de estilos", afirma Bob Ringwood, coautor de mundos fantásticos como los de Dune (David Lynch) o Batman (Tim Burton). Para él, un buen diseñador ayuda a inventar el personaje del actor: "Él crea la personalidad pero entre los dos creáis el personaje".
Y con el personaje, la fuerza del espacio y el tiempo en el que vive, como lo hace Piero Tosi, considerado como uno de los mejores de todos los tiempos. Ahí están Bellísima, El Gatopardo, Muerte en Venecia o Ludwig, todas de Luchino Visconti. Se trata de un diseñador cuyos recursos no tienen fronteras, y que si tiene que seguir por la calle a una mujer para pedirle que le deje su traje para vestir a Anna Magnani en Bellísima lo hace. ¿Su secreto? "Encontrar un punto de referencia a partir del que crear un estilo. Diseñar vestuarios es como esculpir". Tosi asegura que el rostro del actor es clave para el diseñador, porque "tras estudiar su rostro tienes que diseñar para su figura". Aunque reconoce que la esencia del diseño "radica en la disposición y la humildad para aceptar cada proyecto como una nueva aventura sin ideas preconcebidas. Y trabajar estrechamente con el director".
De eso sabe mucho Jeffrey Kurland, que ha trabajado en 15 películas con Woody Allen. "Crear para él se parece a diseñar para el teatro, porque rueda todo en un plano, con poca cobertura. Debes tenerlo todo preparado para la secuencia completa", cuenta Kurland tras experiencias como las de La rosa púrpura de El Cairo, Balas sobre Broadway o Poderosa Afrodita.
Otros como Milena Canonero confiesan que les gusta crear vestuarios que estén en sintonía con el director. Lo cual ha dado resultados visuales ya indisociables como son La naranja mecánica, con Stanley Kubrick, Carros de fuego, con Hugh Hudson, o Memorias de África, con Sydney Pollack.
Y aunque todas las épocas han sido tratadas en el cine, la más difícil de abordar desde el vestuario es la del presente. Entre otras cosas "porque todo el mundo tiene su opinión sobre la ropa", cuenta Sandy Powell, que igual ha trabajado para la época victoriana en Shakespeare in love (John Madden) que para Juego de lágrimas (Neil Jordan), que transcurre en el Reino Unido de los años ochenta. Sin contar que con temas de actualidad es más probable que surjan desavenencias con un actor sobre la ropa que ha de llevar, asegura Albert Wolsky, que los ha tratado en Bugsy (Barry Levinson) o Camino a la perdición (Sam Mendes).
Babelia
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