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Crónica:FÚTBOL | Ida de los octavos de final de la Liga de Campeones
Crónica
Texto informativo con interpretación

El duelo de nunca acabar

El Deportivo vuelve a superar al Juventus, pero su mínimo triunfo deja la eliminatoria en el aire

Xosé Hermida

Desde hace tres años, Deportivo y Juventus parecen disputar un partido interminable que nadie logra desnivelar. Cada uno puede presumir de triunfos parciales, como el que lograron los italianos la pasada campaña y el Deportivo la anterior. Pero el balance de conjunto tiende a un equilibrio permanente, y el desenlace final se va aplazando hasta la eternidad. Anoche, el Depor volvió a demostrar que tiene más fútbol que su reputado y recurrente adversario. Tampoco fue suficiente para rematarle. Aunque el triunfo mínimo mantiene en pie las esperanzas blanquiazules, los duelistas volvieron a citarse para dentro de dos semanas en Turín, en el enésimo episodio de la batalla de nunca acabar.

DEPORTIVO 1 - JUVENTUS 0

Deportivo: Molina; Scaloni, Naybet, Andrade, Romero; Mauro Silva, Sergio; Víctor (Manuel Pablo, m. 84), Valerón, Luque (Fran, m. 80); y Tristán (Pandiani, m. 68).

Juventus: Buffon; Thuram, Legrottaglie, Montero (Birindelli, m. 55), Pessoto (Conte, m. 62); Zambrotta, Tachinardi, Nedved, Appiah; Del Piero y Trezeguet (Miccoli, m. 46).

Gol: 1-0. M. 37. Mal despeje de cabeza de Thuram a un centro lejano de Víctor desde la derecha. El balón le queda franco a Luque, que marca de volea cruzada desde el pico izquierdo del área.

Árbitro: Gilles Veissière (Francia). Amonestó a Naybet y Conte.

Unos 30.000 espectadores en Riazor.

'La Juve' hace mucho que renunció a jugar, pero tiene instinto ganador en su ADN
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Riazor fue testigo de hasta qué punto está agrietada la leyenda defensiva del Juventus. De un equipo italiano se puede esperar cualquier cosa menos una concesión. Y tampoco es que la Juve otorgara anoche demasiadas, pero sí las suficientes para que el Depor elevase al marcador la superioridad futbolística que, una vez más, volvió a exhibir sobre los italianos. El estado de nervios que vive la defensa juventina ya quedó retratada al poco de empezar el partido, cuando Legrottaglie le regaló la pelota a Valerón y la cosa no acabó en gol porque Tristán volvió a hacer una de ésas en las que se disfraza de hombre de mármol. El blindaje de la Juve se recompuso y no volvió a resquebrajarse hasta la recta final de la primera parte. Esta vez, el Depor aprovechó el obsequio, que vino ni más ni menos que de Thuram, aquella mole impenetrable de hace años, tristemente arruinada por el paso del tiempo. El francés convirtió un despeje en una asistencia a Luque, quien no tuvo más que cruzar la pelota y abrir una noche que hasta entonces discurría en estricto cumplimiento de las previsiones.

La Juve mostró lo que llevaba escrito en su alineación: una abundante tropa -hasta siete hombres- entregada puramente a tareas de demolición y tres aventureros con talento -Nedved, Del Piero y Trezeguet- para silbar alguna melodía reconocible entre el fragor de la maquinaria pesada. El Depor se encontró con el típico partido que ya ha repetido media docena de veces en tres años frente al mismo rival. Un duelo cargante y áspero, como una caminata entre socavones, ante un adversario que hace mucho que renunció a jugar al fútbol, pero con el instinto ganador inscrito en su ADN y una laboriosidad que no concede el menor respiro. El Depor no desesperó. Conocía muy bien las obligaciones que le iba a imponer el partido y siguió a rajatabla las instrucciones de su entrenador, que le había exigido pocas demoras en la circulación de la pelota para evitar que el Juventus maniobrase sus hormigoneras. Y, por encima de todo, el Depor tuvo a Valerón, el genio capaz de elevarse sobre el entrechocar de los cascotes.

Valerón desmintió anoche muchos prejuicios. Sobre todo, el que le acusa de achicarse en las grandes ocasiones. A la llamada de un partido estelar, Valerón respondió entregando todas sus fuerzas y su talento. Presionó como el que más y hasta se permitió robar balones a lo más aguerrido de la falange italiana. Lo demás era cuestión de clase y de descifrar las debilidades del contrario. Valerón las puso todas a prueba. Buscó los velocísimos desmarques de Luque para aprovechar la pesadez del disminuido Thuram. Persiguió todas las pelotas hasta la extenuación y, cuando no había otro camino, las imantó a la bota y se atrevió a encarar a toda la defensa italiana por las rutas más pobladas, las de la frontal del área. Pero una vez más, al Depor volvió a fallarle el delantero centro. Lo de Tristán empieza a ser un caso clínico y eso que Irureta parece haberle concedido un crédito ilimitado. Unas veces es por su irritante desgana. Y otras por un problema de ofuscación. Anoche no se le pudo achacar falta de compromiso. Pero tanta voluntad sólo le sirvió para un triste ejercicio de impotencia.

Aunque fuese casi siempre a remolque del Depor, a la Juve no le faltaron ocasiones. Pero tampoco en ese aspecto los italianos cumplieron la tradición que les atribuye un don infalible en cualquiera de las dos áreas. También es cierto que Molina puso lo suyo, aguantando con aplomo los mano a mano ante Del Piero y Miccoli. La Juve dio la impresión de querer estirarse al comienzo de la segunda parte, pero pronto desistió de tales propósitos. A pesar de todo, siguió confiando en su defensa y su magnífico portero. Lo cierto es que no volvió a fallar, ni siquiera cuando Montero se fue lesionado. Para entonces, el Depor se había apagado con el declinar de las fuerzas de Valerón. No dejó de intentarlo el cuadro de Irureta, pero con menos fundamento que en la primera parte. Y el desenlace de este duelo interminable quedó de nuevo pospuesto.

Valerón cae ante una entrada de Zambrotta.
Valerón cae ante una entrada de Zambrotta.EFE

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Sobre la firma

Xosé Hermida
Es corresponsal parlamentario de EL PAÍS. Anteriormente ejerció como redactor jefe de España y delegado en Brasil y Galicia. Ha pasado también por las secciones de Deportes, Reportajes y El País Semanal. Sus primeros trabajos fueron en el diario El Correo Gallego y en la emisora Radio Galega.

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