Qué pasa con el paro
Como en las primeras semanas de cada mes, en ésta hemos conocido los datos de paro registrado y afiliaciones a la Seguridad Social en el mes de febrero. Ambos fueron, si no espectaculares, sí bastante buenos, al menos mejores de lo previsto, lo que plantea la cuestión de si, efectivamente, la economía española ha acelerado su ritmo de crecimiento y, por tanto, la creación de empleo en los primeros meses del año. Es pronto para poder responder a esta pregunta, pero, en principio, de la bondad de estos datos no se deriva una respuesta afirmativa.
Por lo que respecta al paro, la tendencia creciente de sus tasas de variación anual iniciada dos años atrás empezó ya a invertirse en los últimos meses del pasado año, como puede observarse en el gráfico superior derecho. Ahora bien, ello no fue debido a una aceleración del ritmo de creación de empleo, pues éste continuó hasta el final del año debilitándose (gráfico izquierdo), sino más bien a la reducción del ritmo de crecimiento de la población activa (gráfico central), es decir, de las personas que trabajan o buscan trabajo. A su vez, el menor crecimiento de la población activa se explica, en la actual coyuntura, por el hecho de que, ante las mayores dificultades de encontrar empleo, muchas personas se desaniman y se retiran del mercado de trabajo. Es decir, una reducción del paro no lleva aparejada siempre un aumento del empleo, y viceversa.
Los buenos datos de paro y afiliaciones no permiten asegurar que la recuperación vaya a más
La evolución creciente de la afiliación a la Seguridad Social en los primeros meses del año sí que indicaría, en principio, que se está acelerando la creación de empleo. No obstante, también aquí hay que valorar las cifras con cuidado, pues desde hace más de un año se observa una creciente brecha entre las tasas de crecimiento del empleo según la EPA y las de los afiliados (gráfico izquierdo). La disparidad parece obedecer fundamentalmente a dos factores. En primer lugar, al fenómeno de la inmigración y su progresiva regularización. En los dos primeros meses del año, los afiliados crecieron un 3,2%, dos décimas más que en el último trimestre de 2002, pero mientras que los nacionales crecían al 2%, los extranjeros lo hacían al 33,3%. Es difícil asumir como creación de empleos nuevos a todos estos nuevos afiliados extranjeros, más bien puede tratarse en su mayor parte de una regularización de su situación. En segundo lugar, las diferencias entre afiliación y EPA también se explican en gran medida por la divergente evolución del colectivo de autónomos, que mantiene tasas positivas y crecientes en el caso de la Seguridad Social (1,4% anual en el cuarto trimestre del pasado año), frente a tasas negativas y decrecientes en la EPA (-5,4% anual en el mismo periodo). Ello puede explicarse, entre otras causas, porque muchas personas que se retiran del mercado laboral (por ejemplo, prejubilados) siguen cotizando para generar derechos de jubilación.
En resumen, los buenos datos de paro registrado y de afiliaciones no permiten asegurar que la recuperación de la economía española, iniciada tímidamente en el segundo trimestre del pasado año, vaya a más. Sí permiten, en cambio, deducir un diagnóstico provisional, hasta que dispongamos de datos más completos, de que el mercado laboral y, por consiguiente, el conjunto de la economía, no se están deteriorando tanto como se deduciría del estado de ánimo de los consumidores e inversores.
Ángel Laborda es director de Coyuntura de la Fundación de las Cajas de Ahorros Confederadas para la Investigación Económica y Social (FUNCAS)
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