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FÚTBOL | Segunda División

La depresión asturiana

Asfixiados por deudas, el Sporting y el Oviedo, que jugaron juntos la Copa de la UEFA 91-92, colistas

Hace once años, el Sporting y el Oviedo se paseaban por Europa casi de la mano, tras clasificarse por primera vez al mismo tiempo para la Copa de la UEFA de la temporada 1991-92. En aquel momento, con la región en plena crisis industrial, el fútbol era un inesperado oasis para los asturianos. Ahora que los indicadores económicos parecen haberse estabilizado, los dos clubes están al borde de la ruina económica y han caído hasta los últimos escalones del fútbol profesional. Como los aristócratas venidos a menos, las únicas alegrías que reciben últimamente las aficiones del Oviedo y el Sporting proceden de los males ajenos. En el Tartiere y El Molinón se siguen festejando los goles que encaja el eterno rival en la lejanía, como si no hubiera bastante con asimilar las propias miserias. En realidad, de eso se alimenta la ilusión del hincha en los últimos años, ya que no encuentra demasiados alicientes en su equipo. Ganar la liga particular se ha convertido en el gran objetivo de cada ciudad, a falta de metas más ambiciosas, hoy por hoy inalcanzables. Las aficiones son, precisamente, los grandes activos de los dos clubes. Después de muchos años de continuos reveses, entre los dos suman casi 30.000 abonados. El Oviedo ha aprovechado los tres años de supremacía, con el Sporting enfangado en la Segunda División, y el tirón del nuevo estadio para estabilizarse por encima de los 15.000 socios. El Sporting, que sufrió en 1998 el descenso más aparatoso de la historia de la Liga, aún tiene la fidelidad de más de 13.000 irreductibles. En cualquier caso son, tras el Zaragoza, los clubes con más respaldo social de la categoría. Ese respaldo ha sido decisivo para su supervivencia. Los políticos que gobiernan las ciudades y la comunidad autónoma se han visto obligados a intervenir para evitar la desaparición de entidades con 97 (Sporting) y 76 (Oviedo) años de vida.

En el verano de 2001, la alcaldesa de Gijón, Paz Fernández Felgueroso, desembolsó más de 12 millones de euros por la compra de la Escuela de Fútbol de Mareo y la marca Sporting, destinados en su totalidad a zanjar una deuda con la Agencia Tributaria y con la plantilla, que ponía en peligro la permanencia en la categoría. Hace tres meses los apuros se trasladaron a la capital, donde hasta el alcalde, Gabino de Lorenzo, dio por desaparecido al Real Oviedo y propuso su refundación en el Astur, un club de Tercera División. Pero en el último momento el nuevo presidente, el profesor universtario Manuel Lafuente, consiguió el auxilio del Principado, que aportó el dinero suficiente como adelanto del acuerdo de patrocinio institucional para que la plantilla retirase las denuncias ante la AFE. Fue un parche, ya que la deuda supera los 30 millones de euros, pero el oviedismo reaccionó con su incontestable apoyo, reflejado en esos más de 15.000 abonados. En las crisis económicas está el germen de los problemas deportivos que angustian a los dos. Era algo previsible en el Oviedo, que perdió de una tacada a la columna vertebral del bloque que luchó por el ascenso la pasada temporada. Manuel Lafuente tuvo que malvender a Rubén Reyes (Villarreal) y Boris (Real Sociedad) por poco más de dos millones de euros. Y, ante el tremendo parón del mercado, encontró en las cesiones de Esteban (Atlético) y Rayo (Onopko) una salida para evitar el pago de fichas inasumibles en estos momentos. El engranaje defensivo se desmoronó por completo con la marcha al Tenerife de Óscar Álvarez, al que el Oviedo hubiese podido retener con el pago de una cláusula de 90.000 euros. La sangría de buenos jugadores en el Sporting no es un problema de ahora. Siempre ha sido un club vendedor, incluso cuando a finales de los 70 y principios de los 80 alcanzó un subcampeonato de Liga y dos de Copa. Pero desde el descenso a Segunda se ha visto obligado a desprenderse de cualquier joven de Mareo que empezaba a despuntar. Últimamente destaca la producción de centrales, como Sergio Fernández (Celta), Yago (Recreativo, cedido por el Celta) y el más reciente, Pablo Amo, que se fue al Depor al día siguiente de jugar el primer partido de Liga. Pese al debilitamiento resulta difícil explicar la situación tras siete jornadas de Liga. Especialmente en el caso del Sporting, que juntó en su delantera a dos de los máximos goeladores de la pasada temporada, como Villa y ex ferrolano Ismael, así como a un clásico de la categoría, el corpulento Manel, cedido por el Espanyol. Maceda, que sustituyó a Pepe Acebal tras la quinta jornada, ha empezado exigiendo un central para un equipo que sólo ha marcado dos goles.

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