Ardiente fusión
El guitarrista Larry Coryell enseña en Córdoba a mezclar jazz, flamenco y música clásica
En una clase normal, cuando el profesor dice 'paramos diez minutos' se produce una desbandada masiva hacia el bar, el pasillo, el patio o la calle. En ésta no: por más que el maestro insista en que conviene descansar un poco, los alumnos se quedan atornillados a sus asientos y a sus guitarras, viendo cómo suena lo que tienen en la cabeza, ajenos al paso del tiempo. Pero es que éste no es un curso cualquiera. Se llama La fusión de estilos en la guitarra: jazz, flamenco y clásico, y lo imparte uno de los mejores intérpretes del mundo, Larry Coryell, el mismo que anoche compartió gloria y escenario con el trompetista Randy Brecker y con la Orquesta de Córdoba, bajo la dirección de Leo Brouwer.
El concierto y el curso forman parte del Festival Internacional de la Guitarra de Córdoba, que ha llenado la ciudad de músicos de las más remotas procedencias. A la clase de Larry Coryell, que es tejano, tiene 59 años y el aura de una leyenda del jazz, se ha apuntado gente de Brasil, Japón, Suráfrica, Inglaterra, Francia, Portugal... También han venido de Granada y de La Línea, y no falta una nutrida colonia de ciudadanos de Pozoblanco, al norte de Córdoba. Todos se sientan alrededor del maestro, con sus guitarras españolas, acústicas y eléctricas; van tocando, y él, medio en inglés medio en español, hace comentarios y sugerencias.
'Siempre busca la parte positiva', dice Francisco Javier Ruiz, 'nos anima mucho'. Este estudiante de 18 años es de Pozoblanco y tiene una formación clásica, pero le gusta 'mucho el jazz'. 'He aprendido escalas y acordes nuevos, creo que aquí todos aprendemos de todo'. Lo mismo dice Fernando Pacheco, que viene de Minas Gerais, Brasil, y que, tras la guitarra, lleva con orgullo la camiseta amarilla de su selección de fútbol. 'Ha merecido la pena venir', opina, 'Larry nos da teoría, técnica, canciones, todo'. Nono Carrillo, desde Granada, remata: 'Es la situación ideal para progresar'.
Lo que para el profano amenazaba con ser un enérgico revoltillo de 17 guitarras diferentes se transforma en música en milésimas de segundo. En eso debe consistir la fusión, en derretir las individualidades sin ahogar las voces de cada uno, mezclando el rock, el flamenco, el jazz y las notas clásicas. Y el profesor, en el ojo del huracán, rebosa entusiasmo. 'Es increíble cómo han avanzado en cuatro días', dice efervescente. 'Me encanta tanta diversidad, tantas personas esforzándose para lograr un objetivo común'.
Cuando, tras 12 horas de enseñanza (en realidad, más), se clausura el curso y se entregan los diplomas, los alumnos pierden la compostura; se convierten en fans y se precipitan hacia el maestro armados de rotuladores indelebles, discos, partituras, cámaras de fotos... La guitarra eléctrica de Hilario García, también de Pozoblanco, lleva un autógrafo que dice, con letras verdes, 'buena suerte'. Para la mayoría ya es bastante fortuna aprender a tocar con Larry Coryell.
La belleza imperfecta
'Estar aquí es como subir al cielo', dice Larry Coryell, bebiendo litros y litros de agua, sudando con elegancia y haciendo como que no se da cuenta de que la temperatura, agotadora, es de 40 grados, un poco excesiva para el paraíso. Pero claro, el calor no es lo más importante en este momento. 'Aquí, a cada paso que doy, a cada vuelta, veo una guitarra, un guitarrista, principiante o maestro. He encontrado guitarristas andaluces que me inspiran técnicamente, y quiero valerme de esas inspiraciones en nuestra actuación. He visto, por ejemplo, cómo Vicente Amigo usa los dedos de la mano derecha; es increíble, porque aunque la mano está quieta, mueve los dedos con una fuerza enorme, y muy rápido. Resulta muy instructivo', afirma con espíritu científico. A su juicio, lo mejor de este versátil instrumento está en España. 'La guitarra pura existe aquí; este país es la raíz, la fuente de todas las manifestaciones posibles', dice. Y habla de su concierto. 'Me parece estupendo tocar con la Orquesta de Córdoba, que es muy buena. Y gracias al cielo, el maestro Leo Brouwer comprende mi música'. En el programa, temas del director cubano, que también es compositor y guitarrista, algo de The Beatles, un arreglo de Igor Stravinsky y una obra del propio Coryell, llamada Sentenza del cuore (Sentencia del corazón en italiano). 'En esta pieza traté de mezclar dos cosas opuestas, lo duro y lo dulce, y espero que la gente se quede con lo dulce, combinándolo con sabiduría y pasión pura. Porque la pasión pura, por sí sola, no es bastante', explica el músico. Coryell, concentrado, continúa hablando de esta actuación. 'Normalmente la habríamos planteado con dos guitarras, pero como veníamos a un festival tan centrado en este instrumento pensé que sería buena idea introducir una trompeta. Se lo propuse a Arturo Sandoval , que estaba muy interesado, pero al final no pudo venir por razones familiares. Y entonces hablé con Randy Brecker , e hicimos un sólo ensayo, y quedó perfecto'. 'Bueno', matiza sonriente, 'no demasiado perfecto, porque entonces ya no sería jazz'.
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