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Crónica:CIENCIA FICCIÓN
Crónica
Texto informativo con interpretación

'Star Wars', El ataque delos clones: la saga continúa (I)

YA ESTÁ AQUÍ. La esperada 5ª entrega (2º episodio de la serie) de Star Wars, El ataque de los clones (2002), ha irrumpido en las pantallas para asombrarnos de nuevo. Y es que el universo creado por el director norteamericano George Lucas sigue maravillando. Para bien y para mal.

Fascinantes paisajes de ignotos sistemas planetarios o de ciudades constituidas por edificios de vértigo entre los que transita un abigarrado y denso enjambre de vehículos aéreos conviven con los errores físicos ya habituales de la saga (véase Ciberp@ís 16-9-1999 y siguientes).

A estas alturas, sería mucho pedir una justificación para las acrobacias de las naves en el espacio interestelar, las ruidosas explosiones en el vacío, la gravedad idéntica de los mundos planetarios (Coruscant, Tatooine y Naboo, el acuático Kamino o el rocoso Geonosis) o la mera existencia de esas fabulosas armas, llamadas espadas-láser (nada de espadas de luz o de energía, denominación menos comprometida), empleadas por el malvado conde Dooku, alias Darth Tyranus (Christopher Lee).

A Lucas poco le importa la credibilidad científica. La frase inicial: 'Hace mucho tiempo, en una Galaxia muy lejana...' recuerda más, como nota la astrofísica Jeanne Cavelos en su libro The science of star wars (1999), al inicio de un cuento que a una serie de ciencia ficción. Parece ponernos en guardia, advirtiéndonos, de entrada, que poca similitud con la realidad debe esperarse. Star Wars es una hábil mezcla de elementos de ciencia ficción (naves y viajes espaciales, robots evolucionados, tecnología avanzada...) con otros propios de la más exacerbada fantasía (existencia de la mítica Fuerza, presencia de caballeros Jedi, enfrentamiento entre el bien y el mal...).

Las grandes superproducciones no están tampoco libres de fallos y descuidos que, sin llegar a la categoría de los errores de tipo físico citados, poco dicen en su favor. Quizá la aparatosidad y pomposidad de las escenas que se recrean (para justificar, claro, presupuestos desorbitados) dificultan el trabajo de revisión y montaje. Cómo, si no, se explica que la ahora senadora Padmé Amidala resulte lastimada (unos bien marcados arañazos causados por una especie de enorme felino alienígena desgarran su inmaculado y ajustado traje blanco y la piel de su tersa y suave, según Anakin, espalda) y en las escenas siguientes sangre y heridas ¡hayan desaparecido! Luego, su vestido aparece impoluto tras haber dado su portadora unas cuantas volteretas por la rojiza arena de una duna (algo, dicho sea de paso, nada nuevo: los héroes nunca se despeinan, ni se manchan, ni se arrugan el traje).

Y puestos a eliminar, hasta las huellas sobre la arena, bien visibles en la misma escena, desaparecen completamente, como por ensalmo, en las siguientes.

En este universo, donde conviven, paradójicamente, avanzadas tecnologías y elementos mágicos, se muestran escenas que no pueden por menos que hacernos sonreír. En una galaxia donde el viaje interestelar y la comunicación instantánea están a la orden del día, Padmé y Anakin viajan de incógnito ¡arrastrando las maletas de su equipaje!

En otra escena, cuando Obi-Wan envía un mensaje a la nave de Anakin emplazada en Tatoonie, Patmé aprieta un botón y lo reenvía a su destinatario. Instantes después, Patmé aprieta el mismo botón (rojo, para más señas) para desplegar un mapa de la galaxia.

Uno esperaría que, por lo menos, hubiese hecho algo para cambiar la función del botón. ¿Una extralimitación de la tecnología del botoncito o es que nadie revisó la escena?

Quizá lo más sorprendente sea el comportamiento de Yoda. Recreado por primera vez enteramente por ordenador, acabará por dejar a un lado toda la sabiduría y conocimientos acumulados y recurrirá a la fuerza bruta de las armas (¡y nosotros que lo teníamos por un pacifista a ultranza!). Espada-láser en ristre, se muestra un habilidosísimo espadachín y un saltimbanqui consumado.

Claro, se sirve de la Fuerza, que para algo es un gran maestro Jedi. Pero entonces, ¿para qué necesita un bastón para caminar?

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