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Reportaje:

El viaje sin retorno de Ibrahim

Perdió su carné en Senegal y no puede volver a España, donde vive desde 1982

Tiene un contrato de trabajo en una empresa de aluminios de Gijón, donde vive y está empadronado, tiene un hijo de un año con Ruth Martínez, a los que va a ver todos los fines de semana a Ribadesella (Asturias), donde Ruth reside con su madre. Se llama Khalifa Dia, Ibrahim para su familia y sus amigos. Es senegalés, tiene 35 años y una vida en España, adonde llegó con 16 años.

El pasado 7 de mayo Ibrahim viajó a Senegal para disfrutar de su mes de vacaciones, como ya había hecho otras veces. Pero el viaje de placer terminó cuando, a una semana de emprender la vuelta, se dio cuenta de que había perdido el carné de identidad que acredita sus permisos de trabajo y estancia indefinidos en España. Un mes después aún no ha podido volver. Sin el NIE -número de identificación de extranjeros- ni siquiera ha podido acceder a la embajada española en Dakar.

Está tan desesperado que empieza a pensar en pagar a las mafias y volver a entrar a España en patera

Ibrahim llegó a España en 1982 con un visado de turista. Trabajó en los invernaderos de Alicante y después de un tiempo viajó a Asturias, donde cuidó ganado, trabajó en un circo, recogió cartones por la noche... Hace dos años su vida en España empezó a enderezarse. Conoció a su actual jefe, le hicieron un contrato indefinido y en verano conoció a Ruth, que estaba haciendo un curso en Gijón.

'Unos amigos comunes nos prepararon una cita a ciegas', recuerda Ruth, 'y me gustó inmediatamente, porque vi lo buena persona que era, tímido, respetuoso. Yo volví a Ribadesella pero continuamos con nuestra relación. Y luego nació Magatte'. Su hijo es lo más importante para Ruth ahora, tanto que, 'a pesar de lo mucho que quiero a Ibrahim', Magatte es la razón principal para pedir que le dejen volver. 'No es sólo que estén destrozando una vida, una pareja, sino que están dejando a un hijo sin su padre'.

Cuando Ibrahim se percató de la pérdida de su documentación llamó a su jefe y a Ruth. 'Fuimos inmediatamente a la Brigada de Extranjería y Documentación de Gijón', explica el jefe de Ibrahim, 'que expidió un certificado de que Ibrahim tenía permiso de residencia y trabajo, un contrato indefinido...'. Tras muchos problemas con el correo, el certificado llegó a Senegal el 26 de junio.

Mientras la carta viajaba, Ruth y la gente de la empresa comenzaron a llamar y a enviar faxes 'a todos los organismos que se nos ocurrieron: la embajada española en Senegal, la Dirección General de Asuntos Consulares, el Ministerio de Exteriores, el Ministerio del Interior...y lo más que hemos conseguido es que algunos nos digan que enviemos los hechos por escrito', se queja Ruth.

Cuando Ibrahim recibió el certificado todos, incluído él, pensaron que ya se había solucionado el problema. 'Pero entonces empezó lo peor porque, con la documentación en la mano', cuenta Ruth, 'Ibrahim pudo entrar en la embajada sólo para que le dijesen que la cónsul estaba de vacaciones, que no se sabía cuándo volvería y que no podían hacer nada. Incluso le sugirieron que probase en el aeropuerto a ver si le dejaban pasar'. Pero no le dejaron.

La cónsul en Senegal, Isabel Llamazares, que no está de vacaciones y que no entiende quién ha podido decir eso, explica que todo este retraso se debe 'a lo colapsada que está la oficina en verano, con dos ventanillas para atender diariamente a unas 80 peticiones de visado'. 'Si él tiene documentación suficiente para acreditar su permiso de estancia en España no habrá ningún problema para que vuelva', afirma la cónsul, 'lo que ocurre es que tendrá que esperar, porque de momento estamos dando cita para presentar los papeles para septiembre'.

Pero Ibrahim, al que nadie le ha explicado esto, no puede esperar más. El miercoles pasado le contó a Ruth que estaba desesperado, que no le iban a dejar volver y que en Dakar había mafias que le ofrecían pasar a España en patera por 400.000 pesetas. 'Le rogué que no lo hiciera, es muy peligroso, pero es que no sabe qué hacer, él tiene su vida aquí y no le dejan volver', dice Ruth. Y mientras en Senegal Ibrahim recorre varias veces a la semana los 200 kilómetros que separan su pueblo de la embajada en Dakar, en Gijón su jefe le guarda el puesto de trabajo y en Ribadesella Ruth le espera con Magatte para enseñarle cuando vuelva 'los cuatro dientes que le han salido en estos dos meses'.

Ruth, a la izquierda de la foto, e Ibrahim, a la derecha, en el bautizo de su hijo junto a los padrinos.
Ruth, a la izquierda de la foto, e Ibrahim, a la derecha, en el bautizo de su hijo junto a los padrinos.

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