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Columna
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Urbanos

La Guardia Urbana tuvo bajo el franquismo su homenaje cinematográfico: Manolo, guardia urbano, película protagonizada por Manolo Morán, uno de los mejores actores de carácter, así llamados en los años anteriores a James Bond y a la guerra de Vietnam. Después las cosas se complicaron y el urbano desapareció como mito, pero tal vez haya llegado el momento de cambiar de criterio, porque dos guardias barceloneses han desmontado el comando Barcelona por el procedimiento de observar que un coche enmadrugado mostraba demasiadas anomalías: la matrícula colgante, una puerta mal cerrada y la chica y el chico separados, ella en el sillón de atrás.

Un comando al que se le atribuye el asesinato de dos concejales del PP, un ex ministro socialista y un guardia urbano y que había colocado al Ministerio del Interior ante el espejo de la ineficacia contribuye a ser detenido víctima de sus propias chapuzas. Las guerras largas producen situaciones así: sesudas operaciones de planos, pizarras, punteros y a sus órdenes mi general y de pronto carísimas chorradas estratégicas. No es la primera vez que un aterrador comando etarra cae por un relajamiento tonto o tal vez vivimos una comprobación más de las ganas que tiene el criminal de ser detenido y castigado.

Partido con suerte el PP, cercado por el Tribunal Supremo, las vacas locas, las leucemias kosovares, la inflación, Celia Villalobos, el terrorismo vasco, la ostentación carnívora del ministro de Agricultura y la verbalidad de Arzalluz y de pronto le llega el Séptimo de Caballería de la Guardia Urbana. A comando regalado no le mires el dentado. El Gobierno del PP se ha apoderado del éxito de los guardias y lo ha convertido en prueba de su eficacia antiterrorista. En la incolora, inodora e insípida contribución de Aznar a la entrevista mayéutica de Sáenz de Buruaga se limitó a decir que no eran problemas ni las vacas, ni las leucemias, ni los huesos de doña Celia y que la victoria sobre ETA era cuestión de tiempo. Lástima que el éxito de los prodigiosos urbanos de la ciudad de los prodigios fuera posterior, porque, de haber sido anterior, Aznar se habría crecido hasta ser el más alto, el más guapo, el más rubio de todos nosotros.

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