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FÚTBOL Copa del Rey

El Toledo mancha la historia del Madrid

Un equipo de Segunda B elimina al campeón de Europa, que, como en Tokio, afrontó el comienzo sin la atención debida

Santiago Segurola

El síndrome de Tokio volvió anoche a causar estragos en el Real Madrid, que recibió dos goles en los primeros 15 minutos y se complicó tanto el partido que ya no fue capaz de resolverlo. En la Copa eso significa la eliminación. En esta oportunidad, por el Toledo, un equipo de la Segunda División B que ya ha marcado la fecha de ayer como uno de los grandes momentos de su historia.No es poca cosa echar de la Copa al campeón de Europa y mejor equipo del siglo entre otros galones. Y no se puede decir que la victoria del Toledo fuera un simple producto del azar. A estas alturas, cualquier equipo se arma razonablemente bien y cuenta con un par de jugadores habilidosos. En el caso de Israel y Quini, habilidosos y rápidos. Quini se situó en una zona blanda del Madrid y sacó varias veces la zurda para conectar con la rapidez de Israel, que buscó las vueltas a los centrales madridistas en varias ocasiones.

TOLEDO 2REAL MADRID 1

Toledo: De la Fuente; Ferrer, Magano, Cidoncha, Villarreal; Gómez, Muñoz, Carpintero, Golo (Cañadas, m. 75); Quini (Raúl, m. 46) e Israel (Salvatierra, m. 87).Real Madrid: César; Celades (Helguera, m. 66), Hierro, Iván Campo, Corrales (Tote, m. 61); Ribera, Flavio (Miñambres, m. 66), Sanchis, Solari; Savio y Morientes. Goles: 1-0. M. 6. Morientes pierde el balón en el medio campo, lo que permite al Toledo montar un contragolpe fulminante. Quini pasa a Israel, que supera a César en el mano a mano. 2-0. M. 15. Cidoncha aprovecha un rechace de la defensa para marcar de volea. 2-1. M. 19. Solari se escapa con habilidad y fuerza y cede a Morientes, que se revuelve y saca un remate cruzado. De la Fuente desvía, pero Savio acude al rebote y marca de cabeza. Árbitro: Turienzo. Amonestó a Carpintero, Villarreal, Hierro y Celades. Unos 6.000 espectadores.

La conexión entre Quini e Israel funcionó desde el primer momento. Contribuyó a ello el despiste del Madrid, otra vez desconcentrado en el arranque de un encuentro. Cuando se puso a jugar ya perdía por dos goles, exactamente como en la final de Tokio frente al Boca Juniors. En estas cuestiones se trata de un equipo incorregible, incapaz de entrar en los partidos con la atención necesaria para ahorrarse papelones como el de Toledo.

El primer gol fue fulminante: Morientes se enredó en un regate, perdió el balón en el medio campo y dejó la pelota a Quini, que buscó la potente carrera de Israel, perfecto en la elección del remate frente a César.

El gol abundó en la idea previa del Toledo, bien ordenado desde el comienzo del encuentro. No recurrió a la típica defensa heroica para aguantar al Madrid. Muy agrupado, a veces con la línea defensiva adelantada, con una actitud vibrante, el Toledo negó los espacios al Madrid durante todo el partido. Y no le faltó chispa para sacar el contragolpe. No en el segundo gol, tanto de toda la vida: un centro desde la derecha, con despeje incluido y uno que aprovecha el rechace. Cidoncha, por más señas.

Contestó con cierta rapidez el Madrid. Marcó Savio y pudo pensarse en una recuperación que no se produjo. El Toledo no descompuso el tipo y encontró un buen portero cuando fue necesario, concretamente en los dos únicos ataques decentes del Madrid en la primera parte. En el primero, De la Fuente sacó un cabezazo de Savio; en el segundo, se revolvió con rapidez para desviar el toque de Morientes.

La escasa producción del Madrid fue directamente proporcional al pésimo partido de Flavio y Celades. El centrocampista brasileño está dando que hablar. Por ahora, no ofrece ni un solo dato que permite justificar su fichaje. Ni juega ni se le espera. No toma ningún tipo de responsabilidad y pasa como un espectro por los partidos. A Celades le castigó su ubicación como lateral derecho, donde se le vio incomodísimo. Fueron sustituidos cuando el Madrid se obligó a una carga desesperada que comenzó demasiado tarde. Se le escapaban los minutos y el partido.

Enfrente, el Toledo se defendió razonablemente bien y hasta encontró tiempo para cazar un par de contragolpes. Tampoco le faltó la fortuna en un remate de Savio al palo y en un error de Morientes ante el portero.

Todo eso ocurrió cuando el partido alcanzaba su máxima intensidad, en el momento de apreciar la verdadera grandeza de la Copa, un torneo que ha encontrado el formato perfecto para procurar sorpresas de gran calibre. Cómo, si no, se puede definir la eliminación del campeón de Europa por un equipo de Segunda B.

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