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El jurado absuelve al acusado de matar a dos 'ertzainas' por creer que no era dueño de sus actos

Aurora Intxausti

Mikel Otegi Unanue, autor de los disparos que hace un año en Itsasondo (Guipúzcoa) acabaron con la vida de los ertzainas Iñaki Mendiluze y José Luis Gonzalez Villanueva, abandonó la prisión de Martutene a las 20.15 de ayer, poco después de que un jurado popular le absolviera de la acusación de doble asesinato y atentado. El Gobierno ha ordenado al fiscal general del Estado, Juan Ortiz Úrculo, que presente recurso contra esta sentencia en cuanto esté redactada. El ministro del Interior, Jaime Mayor Oreja, no ocultó su malestar por el veredicto, acogido con estupor en medios judiciales y políticos. La Consejería de Interior vasca hizo anoche un llamamiento a la Ertzaintza para que mantenga la "serenidad y la firmeza".

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Antes de hacerse público el veredicto, el jurado exigió que no hubiera ertzainas durante la lectura del fallo y poder abandonar el palacio de Justicia de San Sebastián antes de que la noticia trascendiera a los medios de comunicación.Tras permanecer aislados durante 22 horas, los nueve integrantes del jurado popular -ocho mujeres y un hombre- decidieron que Mikel Otegi no es culpable de los delitos de "asesinato en concurso con atentado por no ser en absoluto dueño de sus actos en el momento de cometer los hechos "

Durante sus deliberaciones, el portavoz del jurado consultó al presidente del tribunal, José Luis Barragán, sobre la posibilidad, no contemplada en la ley, de abstenerse en algunas de las 98 preguntas a las que debían responder antes de emitir el veredicto. Esta actitud hizo recelar a la fiscalía y a acusación particular sobre la posibilidad que el jurado emitiera un fallo absolutorio.

Partidos, sindicatos, miembros de la judicatura y políticos vascos atribuyeron la sentencia al miedo de los componentes del jurado. El fiscal había pedido 55 años de prisión, cuatro años menos que lo que reclamaba el abogado de las familias de las víctimas.

A la espera de que Otegi fuera excarcelado, una veintena de jóvenes permanecieron a las puertas de la cárcel de Martutene gritando "aúpa, Mikel". El joven de Itsasondo abandonó la prisión en un vehículo todoterreno acompañado por varios familiares.

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El jurado declaró probado que Mikel Otegi disparó contra los dos ertzainas causándoles la muerte, pero que no tenía intención de matarlos.

El tribunal deberá devolver al encausado la escopeta de caza con la que mató a los dos agentes en la puerta del caserío Oteizabal, de Itsasonso (Guipúzcoa) el 10 de diciembre de 1995. En la vista se declaró probado que tras disparar contra sus víctimas, el acusado cogió la radio del coche patrulla y difundió por la emisora policial el mensaje: "batasun, batasun, un casero ha matado a dos cipayos [ertzainas] por la política que lleváis".

Al conocer el veredicto, jueces y fiscales de la Audiencia donostiarra cuestionaron la validez de un jurado popular elegido en una situación de presión como la que se vive en Euskadi.

El presidente de la Audiencia Provincial de San Sebastián, José Luis Barragán, y el abogado defensor de Otegi, Miguel Castells, se trasladaron inmediatamente después a la prisión de Martutene para notificar el fallo.

Según fuentes judiciales, varios miembros del jurado reaccionaron con lágrimas cuando se dió lectura a sus conclusiones. El jurado tuvo que determinar si Otegi era dueño parcial o total de sus actos o si perdió el dominio de sus acciones. Además, tuvo que pronunciarse sobre si se arrepintió posteriormente de sus acciones y si esa actitud de arrepentimiento llegó a materializarse en la declaración que hizo ante la Ertzaintza. La votación se produjo en voz alta, sin posibilidad de abstención.

El jurado tuvo que responder a 98 preguntas presentadas por el magistrado Barragán que fueron puntualizadas a lo largo de seis horas por las partes implicadas en el proceso, fiscal, y abogados de las familias de los ertzainas y del autor de las dos muertes.

Las ocho mujeres y el hombre que decidieron absolver a Otegi se trasladaron durante ocho días desde sus lugares de residencia hasta el Palacio de Justicia de San Sebastián. A lo largo de maratonianas sesiones, escucharon las declaraciones del reo, sus familiares, los ertzainas y medio centenar de testigos y peritos. No exteriorizaron nunca reacción alguna. Sólo en el momento más tenso de la vista, cuando se proyectaron imágenes de los dos cadáveres, algunos volvieron el rostro.

El jurado permaneció aislado desde las 19.30 del miércoles hasta las 18.00 de ayer. Los nueve pernoctaron en un hotel que el departamento de Justicia del Gobierno vasco tenía reservado.

El ministro del Interior, Jaime Mayor Oreja, se hizo eco ayer en Antena 3 TV del "estupor de la sociedad" ante el fallo. Visiblemente contrariado, aseguró por tres veces que el Gobierno emprenderá las medidas de "reforma legislativa necesarias" para que situaciones de "esperpento" como ésta no se repitan.

Mayor, que definió a los juicios por jurado como una "institución sin tradición en España", calificó de "riesgo inequívoco" celebrar este tipo de juicios en el País Vasco. "El Gobierno, que comparte la opinión de una mayoría en el País Vasco y España, hará lo posible para que sucesos como estos no se vuelvan a repetir, y emprenderá las reformas necesarias y actuaciones judiciales a través de la Fiscalía", añadió.

Por su parte, el Departamento de Interior del Gobierno vasco emitió anoche un comunicado en el que afirmaba que la sentencia es "incalificable" y absuelve a un "personaje violento y sin escrúpulos del hecho de quitar la vida" a dos ertzainas. En una nota "de obligada lectura" en todas las comisarías de la Ertzainza, la Consejería que dirige Juan María Atutxa anima a ésta a seguir trabajando "en defensa de las libertades, pese al profundo malestar que han originado en su seno acontecimientos recientes" y hace un llamamiento a la "serenidad y a la firmeza" de los agentes.

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Sobre la firma

Aurora Intxausti
Coordina la sección de Cultura de Madrid y escribe en EL PAÍS desde 1985. Cree que es difícil encontrar una ciudad más bonita que San Sebastián.

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