Alemania propone llamar euro a la moneda única
ENVIADO ESPECIAL Alemania opta por bautizar a la moneda única europea con la apelación euro, en vez de ecu, indica un miembro del Gobierno federal. "En una primera etapa podría funcionar como prefijo del nombre de las actuales monedas nacionales" (euromarco, eurofranco, europeseta) "y luego desprenderse de este segundo elemento y dejarlo en euro a secas", precisó un alto cargo del Ministerio de Finanzas a un grupo de periodistas españoles. El canciller Helmut Kohl propondrá formalmente la nueva denominación al Consejo Europeo de Madrid.
La hegemonía económica alemana, junto al hecho de que euro es también una de las posibilidades que baraja la presidencia española hipótesis a la que no hace ascos la Comisión, como reconoció recientemente su presidente, Jacques Santer, augura un alto grado de consenso a la propuesta.
"Estamos trabajando arduamente en la propuesta que llevaremos a la cumbre de Madrid, porque nuestro electorado no acepta el nombre de ecu", añadió el miembro del Gobierno federal. La cuestión no es, para Bonn, baladí. La inquina ciudadana a la apelación ecu proviene de que carece de arraigo popular en Alemania. Ni en su acepción original ("E.C.U.", siglas de la expresión inglesa: European Curreney Unit) ni en su versión vulgata, "ecu" (escudo, en francés), nombre que lucía una antigua acuñación del sistema monetario galo.
A los electores "no les gusta otro nombre que el de deutschemark, amplía el director general de Información, responsable de los sondeos, Wolfgang Gibowsky. "Sólo hay una posibilidad" para el cambio de nombre: "mantener el marco y añadirle el euro por delante", coincide. "Comparto la opinión", asiente el secretario de Estado de Economía, Lorenz Schomerus. "No es realista pensar que la moneda única acabe llemándose ecu", abunda Olaf Sievert, presidente- del banco central de Sajonia y miembro del Consejo del Bundesbank.
El arraigo del marco
Esta discusión aparentemente, nominalista encierra una profunda carga política. Para los alemanes, el marco "es más importante que la bandera" sintetiza Gibowsky. "Es el único símbolo que unifica la nación, el emblema de la reunificación y la quinta esencia de la estabilidad monetaria: todos temen que el cambio de nombre suponga el paso a una moneda menos fuerte y menos estable", indica el Ministerio de Finanzas.
La querencia por el binomio marco/ estabilidad arraiga en factores históricos (las turbulencias monetarias de la República de Weimar, que ablandaron el ascenso del nazismo y la crisis de los años 1945-48), pero sobre todo en el temor al futuro. La preocupación por la pérdida de la estabilidad es de tal calibre que, al compás del aumento del euroescepticismo global, un 71% de alemanes se manifiesta contra la moneda única en la última encuesta del Gobierno, y sólo un 17% claramente a favor.
La clase política, democristiana y socialdemócrata milita, al contrario, unánime en favor de la moneda única. "No sólo es que hayamos firmado el Tratado, es que no tenemos otra opción, o la conseguimos o perdemos nuestra competitividad a nivel mundial", resume Hans-Friedrich Von Ploetz, secretario de Estado de Asuntos Exteriores. Por eso el Gobierno ha decidido emprender una campaña de persuasión, en cuya primera fase -informativa en 1996- invertirá 120 millones de pesetas.
Bonn se plantea la conquista e la opinión interna, sobre todo, en el terreno político, exgiendo a sus socios el "cumplimiento estricto" de los criterios e. convergencia: Ese rigor no implica ampliarlos Alemania esdeña la propuesta sueca de añadirles el índice de desemleo, al menos de entrada.
Otra cosa es lo que ocurra después de iniciada la unión. Eso es lo que ha propuesto el Ministro de Finanzas, Theo Waiel", precisa Sievert.
Si para entrar en el club del euro se exige. que el déficit no supere el 3% del PIB, "habrá que garantizar luego un tope inferior para épocas expansivas de manera que en fases recesivas pueda alcanzar el 3% y el promedio no resulte desequilibrado", indica el consejero del Bundesbank, el poderoso banco central alemán. Alemania reverdece, además, su tesis de que el avance hacia la moneda única debe ir en paralelo al' proceso de unificación política.
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