España y América
Don Antonio Aguilera Calderón, en su carta al director del día 31 de octubre, nos exhorta a enorgullecemos de un hecho como fue el descubrimiento de América por los españoles. No voy a preguntarle desde aquí al señor Aguilera cómo se sentiría él si su vecino llegase a su casa y, por medio de la fuerza, le impusiera su voluntad al grito de "estás descubierto, Antonio". Nos habla también de leyenda negra y del daño que hace a los españoles que residen fuera de nuestro país. Cierto es que son los más perjudicados, pues fuera de nuestras fronteras es más común encontrar quien nos eche en cara aquel vergonzoso episodio, mientras que aquí, en España, pocos tiran piedras contra su propio tejado y todos absorbemos los eslóganes sobre el V Centenario, con los que continuamente nos bombardean, con una pasividad que raya en la indiferencia, sin plantearnos el fondo de la cuestión. Y el fondo de la cuestión es, a mi entender, el siguiente: pretendemos conmemorar matanzas indiscriminadas, culturas pisoteadas, saqueos a granel y conversiones forzadas. Fuimos a América con el afán de ampliar nuestras fronteras por la fuerza, algo que ahora no está tan bien visto. Fuimos a América con la pretensión de enriquecer más a la por aquel entonces incipiente nación que sería España, lo cual está muy bien, siempre que no se haga a costa del prójimo. Llegamos allí imponiendo nuestra razón a aquellos indios ignorantes por medio de las armas, y casi acabamos con una forma de entender la vida que resultaba incomprensible para los civilizados de entonces, cuanto más para los de ahora. Nos comenta usted las tropelías cometidas en América del Norte como si ello exculpase las nuestras. Nos intenta justificar tanta codicia con el hecho de que, gracias a nuestros ilustres antepasados, ahora hablan y escriben nuestra lengua 300 millones de personas, si bien a costa de haber olvidado la suya. Nos habla del viento democrático que actualmente impulsa a América Latina como si eso, tras años de dictaduras y caciquismo, justificase todo lo ocurrido desde cinco siglos atrás. Confunde usted, señor Aguilera, los términos descubrimiento y colonización con invasión y conquista. Me tendrá que perdonar, pero este español no puede enorgullecerse de algo así. No son muchas las voces -casi todas autóctonas- que se alzan clamando justicia histórica, pero, aunque lo fuesen, quedarían ahogadas por tanta parafernalia cartujana y tanto despliegue millonario. Por favor, dejémonos de prepotencias vanas, que España, a pesar de muchos, dejó hace años de ser un imperio.- Juan F. Rodríguez Canca.
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