Presidente de Rusia
MAÑANA TENDRÁN lugar, por primera vez en la historia, unas elecciones para designar al presidente de Rusia. En ese país gigantesco, de 17 millones de kilómetros cuadrados, 110 millones de electores tienen derecho a votar, y es probable que lo hagan en gran medida. Los resultados serán fundamentales no sólo para Rusia, sino para la URSS. La persona que salga elegida por el voto directo de los rusos, después de una áspera lucha política en la que las opiniones se han expresado muy libremente -hecho desconocido en la tradición soviética-, tendrá una autoridad extraordinaria. Borís Yeltsin ha sido hasta ahora presidente del Sóviet Supremo de Rusia, pero si -según indican los sondeos- los ciudadanos le eligen presidente, su peso e influencia crecerán en gran medida con vistas a todos los problemas que la URSS debe afrontar.Tres son los candidatos, de un total de siete presentados, que merecen ser destacados. El citado Yeltsin, que tuvo que vencer grandes obstáculos para introducir en la Constitución rusa el nuevo cargo de presidente elegido por el pueblo, con amplios poderes ejecutivos, y del que el sí dado por los rusos a esa reforma constitucional en un referéndum fue ya un evidente respaldo. Por ello, todos los observadores consideran seguro que superará mañana a los otros candidatos. La duda permanece en torno a si logrará más del 50%, lo que evitaría una segunda vuelta. Pero Yelsin ya no es el anti-Gorbachov. Si bien subsisten entre ellos discrepancias, realizan ahora un esfuerzo común por acercar posiciones y permitir un acuerdo entre las principales repúblicas de la URSS sobre un nuevo tratado. Propenso en otras campanas al populismo, Yeltsin se muestra esta vez más moderado y responsable. Falta por saber el efecto que ello tendrá sobre el electorado.
Su principal contrincante es Nikolái Rizhkov, antiguo presidente del Consejo de Ministros y enemigo acérrimo del paso rápido a la economía de mercado. Es el candidato del PCUS, y especialmente de su sector conservador, ya que en el propio Parlamento ruso ha surgido un grupo de comunistas demócratas con actitudes progresistas, cuyo portavoz forma equipo con Yeltsin como vicepresidente. Rizhkov, claramente impopular, cuenta con el apoyo de un aparato comunista que sigue disponiendo de fuertes resortes de poder.
La candidatura más sorprendente es la de Vadim Bakatin, ministro del Interior hasta que fue apartado. por la presión de los conservadores. Gorbachov le ha recuperado nombrándole miembro de su Consejo de Seguridad. Estimulada a todas luces por el presidente de la URSS, la candidatura de Bakatin -sin posibilidad de triunfo propio- puede servir para medir la actual popularidad de Gorbachov y para intentar rebajar la probable victoria de Borís Yeltsin.
A partir de la elección del presidente de Rusia se puede considerar que la URSS entra en la etapa del presidencialismo. Georgia ya tiene un presidente elegido, pero el caso de Rusia tiene un alcance mucho mayor. Se crea un precedente ineludible -y ya previsto en las leyes- para que el próximo presidente de la URSS sea elegido por voto directo, lo que, al margen del debate teórico sobre las ventajas del sistema, significará un indudable avance democrático. Los nuevos partidos tienen grandes dificultades para afianzarse e imponer un pluripartidismo de verdad, lo que en alguna medida se evita si la batalla electoral se basa en individualidades. La fórmula permite una mayor libertad de elección y limita las posiciones ventajosas de los que han usufructuado el poder.
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