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LA BATALLA ELECTORAL VASCA

El gran pacto de los vascos

El acuerdo de Ajuria Enea de 1988 selló el movimiento social de los Últimos años contra la violencia

Pedro Gorospe

Nadie duda ya de que el pacto de Ájuria Enea se convirtió desde su firma, en enero de 1988, en el centro de la tercera legislatura. Su influencia en la vida política vasca ha sido decisiva al instaurar una dinámica de acuerdos y entendimiento entre partidos desconocida hasta entonces. La fuerza de la unidad de acción supuso además un acicate al movimiento social por la paz, que culminó en la manifestación multitudinaria del H 8 de marzo de 1989 en Bilbao. Bajo el lema de "Paz ahora y para siempre", la esperanza y la razón volvieron a exigir por las calles que ETA abandonara las armas.

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Firma con muchos caballos

El 14 de marzo de 1985 todos los partidos vascos, excepto Herri Batasuna (HB), suscribieron un documento en el Parlamento de Vitoria repudiando los asesinatos de ETA. El entonces jefe de la Ertzaintza, Genaro Garçía Andoain, había sido abatido a tiros durante el rescate de Lucio Aguinagalde Era la primera vez que una raya imaginaria separaba las fuerzas democráticas de quienes se guían apoyando el uso de las armas. Sin embargo, la escisión del Partido Nacionalista Vasco (PNV) y la guerra por el electorado vasco en las autonómicas de 1986 generaron un clima de conflictividad que restó efectividad al acuerdo. El número de víctimas de ETA durante 1987 fue el más alto desde 1981, concretamente 50 muertos.Tuvieron que pasar tres años desde el primer acuerdo para que los mismos partidos cristalizaran en una firma real lo que la sociedad vasca ya había consensuado: el deseo de paz. El pacto de Ajuria Enea, suscrito el 12 de enero de 1988, dio el impulso definitivo al movimiento social, al poner sobre la mesa que a pesar de las diferencias ideológicas -50 horas de negociaciones- era necesario aunar esfuerzos en contra de los terroristas y de quienes les apoyan. "A partir de hoy, Euskadi es un poco distinta", dijo el lehendakari, José Antonio Ardanza.

A partir de ese momento, el pueblo vasco está respondiendo cada vez con más vehemencia a los atentados de ETA y transformando poco a poco el miedo a opinar en posturas, públicas de firme rechazo. Actitudes como la de los partidos de la oposición en el Ayuntamiento de Llodio, gobernado por HB, al presentar durante el pasado mes una moción solicitando a ETA que deje las armas como recambio a la presentada por la coalición independentista que pedía la salida de las tropas norteamericanas del golfo Pérsico, era algo impensable hace tan sólo tres años.

Empuje social

El empuje social del pacto tuvo su momento más álgido el 18 de marzo de 1989, al canalizar los sentimientos de la mayoría del pueblo. La manifestación convocada por los firmantes en Bilbao, bajo el lema de "Paz ahora y para siempre", fue un hito en la reciente historia del País Vasco. Pero no menos importantes son las pequeñas concentraciones de grupos de gente en pueblos y barrios para condenar con el silencio el estruendo de bombas y pistolas. "El silencio como interpelación", apunta el presidente de Gesto por la Paz, Javier Madrazo. Son las dos caras de una misma moneda. ,El presidente de Gesto por la Paz confiere al pacto de Ajuria Enea una importancia vital como impulsor de las organizaciones pacifistas y cristalizador del movimiento social. Sin embargo, subraya que el consenso de la sociedad surgió antes que el de los políticos. "El cauce de respuesta social a la violencia estaba abierto desde mucho antes, sólo que a pequeña escala. En 1986, cuando todavía el tema de la violencia era un arma arrojadiza en la dialéctica de los partidos, Gesto por la Paz ya llevaba convocando concentraciones silenciosas en capitales y pueblos".

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Después del pacto, esta iniciativa ha sido adoptada por ayuntamientos y partidos. Las manifestaciones contra la violencia de Ondárroa, Ataun, Élibar o Elgólbar, convocadas por lag instituciones municipales tras atentados de ETA en 1988, son buena prueba de ello.

El pacto de los vascos ha conseguido derrotar en el terreno de la política a ETA. Así lo creen sus firmantes. El bloque social que representan las bases de los partidos, excepto HB, anula el discurso de los terroristas autoerigidos en portavoces del pueblo vasco. La consolidación de las instituciones, que ahora responden a los ataques de los violentos con un lenguaje único, y la asunción por parte de la sociedad de ese mensaje unificado son dos aspectos fundamentales que configuran la trascendencia del pacto.

Según las últimas encuestas del Gobierno autónomo, el 82% de la población opina que lo mejor para todos sería que ETA dejara las armas.

Pero todavía la batalla definitiva al temor a opinar no se ha vencido. "Nos estábamos acostumbrando a convivir con la violencia y eso está casi superado, pero todavía hay que seguir avanzando para acabar definitivamente con el miedo a expresarse libremente", explica CrIstina Cuesta, fundadora de la Asociación por la Paz de Eukal Herria. Este grupo se fusionó con Gesto por la Paz el 5 de noviembre de 1989 con el objetivo de aunar esfuerzos.

Esta coordinadora ha recibido más de cien adhesiones para la candidatura al Premio Nobel de la Paz.

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Sobre la firma

Pedro Gorospe
Corresponsal en el País Vasco cubre la actualidad política, social y económica. Licenciado en Ciencias de la Información por la UPV-EHU, perteneció a las redacciones de la nueva Gaceta del Norte, Deia, Gaur Express y como productor la televisión pública vasca EITB antes de llegar a EL PAÍS. Es autor del libro El inconformismo de Koldo Saratxaga.

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