Ética ecológica
La humanidad forma parte de una sola biosfera integral a la que quizá estemos causando un daño irreparable. Dado que el hombre no se inclina por el suicidio, resulta seguro manifestar que un nuevo imperativo ecológico, para parafrasear a Emmanuel Kant, se enfrenta a la política de los Estados, así como a la vida diaria de los individuos.Los recursos naturales que mantienen nuestras vidas son producto de antiguas biosferas. Y no debemos olvidar que el agua limpia, el oxígeno y la fertilidad del suelo son el resultado de la interacción de cientos de miIes de especies de plantas, animales y, microorganismos que son los que componen los ecosistemas. La estabilidad de los ecosistemas y, por tanto, la calidad del medio ambiente dependen de la conservación de la diersidad biológica y del equilibrio de la biosfera.
Debo admitir que en la Unión Soviética sólo empezamos a comprender recientemente la importancia vital del problema ecológico. El peligro de guerra nos ocultaba la luz. Después de la revolución, cuando comenzamos a industrializar el país, no nos sentíamos inclinados a distraer nuestra atención hacia temas secundarios, que es lo que el medio ambiente nos parecía entonces. El tamaño de nuestro país y sus riquezas alentaba también esta despreocupación por el ambiente.
No obstante, ahora estamos trabajando en una revisión de la actitud hacia la naturaleza con el fin de adecuar nuestra política de desarrollo, tomando en consideración la capacidad ecológica de los territorios para albergar zonas industriales, buscando tecnologías ricas en recursos y libres de desechos e intentando el estricto cumplimiento de las medidas de protección ambiental.
Ecologizar nuestra sociedad también implica reconocer la prioridad de los valores humanos universales al convertir la ecología en parte de la educación y formación desde una edad temprana, moldeando una nueva actitud contemporánea por la que podamos recuperar el sentido, de ser parte de la naturaleza. No es posible ninguna mejora moral de la sociedad sin tener tal actitud.
La crisis ecológica que estamos experimentando hoy en día es una prueba trágica pero convincente de que el mundo en el que todos vivimos está interrelacionado y es interdependiente.
Esto significa que precisamos una política internacional apropiada. Sólo si formulamos tal política seremos capaces de alejar la catástrofe. Es cierto que su elaboración plantea problemas difíciles y poco convencionales que afectarán a la soberanía de los Estados. Nuestros problemas tienen solución, pero sólo mediante el esfuerzo cooperativo. La URSS está a favor de elaborar un programa internacional, tan pronto como sea posible, para salvar la biosfera y reintegrarle su vitalidad. Éstas son nuestras ideas principales.
La URSS apoya totalmente los planes y acciones de conservación de las Naciones Unidas y sus organismos. Queremos que la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo, a celebrar en Brasil en 1992, tenga nivel de cumbre. La conferencia debería discutir el borrador de un código internacional de ética ecológica, siendo obligatorio para todos los Estados este código de ética y normas comunes de actitud civilizada hacia la naturaleza. Tal acción simbolizaría. la voluntad de la comunidad internacional, representada por sus principales líderes, de planificar la vida en el siglo XXI según los nuevos principios ecológicos.
La conferencia de 1992 también debería adoptar un programa global de acción para protección ambiental y uso racional de los recursos naturales. Tal programa debería incluir la protección de la atmósfera del mundo y la conservación de la diversidad biológica, sin lo cual es imposible conservar las propiedades reguladoras de la biosfera y, la vida en la Tierra.
La Unión Soviética considera necesario desarrollar un mecanismo legal internacional para proteger zonas naturales únicas de importancia mundial, especialmente el Antártico. Su gruesa capa de hielo es un tesoro inestimable del pasado de la Tierra, por su historia geológica y ecológica. Nuestros nietos nunca nos lo perdonarán si fracasamos en conservar este fenomenal sistema.
De modo significativo, el Antártico se ha convertido en la primera zona no nuclear del mundo y el único territorio que jamás haya estado completamente abierto para programas de investigación internacionales. La URSS está dispuesta a unirse a un programa para elaborar un sistema de mantenimiento de la vida para el Antártico, que es nuestro laboratorio común.
Además, ¿es que no necesitan los bosques tropicales y los arrecifes de coral -la herencia ecológica de la humanidad- nuestro cuidado y preocupación común? ¿Y qué ocurre con un fenómeno natural único como es el lago Baikal en Siberia?
La URSS cree que el mundo tiene necesidad urgente de un mecanismo internacional para la cooperación tecnológica en la conservación de recursos naturales. Estamos a favor de desarrollar un sistema internacional para intercambiar tecnologías ecológicamente limpias que resulte accesible a todas las naciones. También estamos dispuestos a abrir nuestro territorio a cualquier inspección, a fin de disipar cualquier temor de que las tecnologías puedan ser utilizadas de forma distinta a su fin ambiental declarado.
Debe establecerse un mecanismo internacional de control ecológico. Hoy las medidas para alcanzar esa confianza podrían basarse en métodos, procedimientos e instrumentos similares a los utilizados en el control de armamento, lo que incluye inspecciones del lugar. Esto podría comenzar por las reservas naturales nacionales.
El derecho a un ambiente sano debe considerarse un derecho humano básico. Por tanto necesitaríamos un sistema por el cual cada Estado pudiera presentar con regularidad su actividad de conservación de la naturaleza e informar sobre accidentes ecológicos o su prevención.
Los Estados miembros de la CE están debatiendo activamente la organización y las funciones de un organismo europeo de protección ambiental. La URSS apoya la idea de crear un organismo así y está dispuesta a participar en sus trabajos desde el comienzo. Muchas ideas merecen atención. Entre ellas la iniciativa de Austria de crear unidades internacionales de protección de la naturaleza denominadas Cascos Verdes de la ONU.
Quizá sería útil instituir una especie de Cruz Verde internacional que ofrezca su asistencia a países con problemas ecológicos. La idea soviética de crear un centro de la ONU para ayuda ecológica urgente tiene el mismo objetivo. La misión principal del centro, tal como nosotros lo vemos, consistiría en organizar grupos internacionales de expertos para enviarlos a los lugares de desastres ecológicos.
Por último, pero no menos importante, la URSS cree que ha llegado el momento en el que la limitación de la actividad militar es necesaria no sólo para disminuir el peligro de guerras, sino para proteger el ambiente. Lo mejor que se podría hacer en este sentido sería prohibir todas las pruebas nucleares. Estamos dispuestos a prohibirlas por completo y para siempre, en cualquier momento, si EE UU hace lo mismo.
La convención internacional sobre la prohibición y eliminación total de las armas químicas, que esperamos se firme pronto, no garantiza un método ecológicamente seguro de conseguir cumplir la tarea. También aquí la cooperación internacional sería bienvenida, pues vamos a eliminar decenas de miles de toneladas de estas armas letales.
En el curso de la historia los términos acuñados en una época toman un sentido nuevo en otra. El término biosfera fue un producto del siglo XIX, pero el gran científico ruso VIadímir Vernadky le dió un significado nuevo. Construyó una teoría de la biosfera que planteaba el tema de convertir el medio en el que vive la humanidad en una esfera gobernada por la razón. Su deseo era el triunfo de la trinidad compuesta por el conocimiento científico, la razón humana y los principios morales universales. Esta tarea es tan magnífica como difícil. Ojalá tenga éxito.
es presidente de la URSS. El texto que se publica es una adaptación de un discurso del autor, realizado el pasado mes de enero.Distribuido por Los Angeles Times Syndicate.
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