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La deuda en aquellos países merecedores de crédito

Uno de los retos con que se enfrenta la asamblea anual del Fondo Monetario Internacional (FMI), que hoy celebra su sesión plenaria en la capital de Estados Unidos, es, sin duda, encontrar alguna solución para el endeudamiento de los países del Tercer Mundo, agobiados por unas obligaciones que no pueden asumir. El profesor Gunder Frank, una de las autoridades en los problemas económicos de los países en desarrollo, analiza la situación que atraviesan actualmente los países pobres y algunas posibles soluciones.

"El descubrimiento de América y el dei paso hacia las Indias Orientales por el cabo de Buena Esperanza san los dos acontecimientos más importantes registrados en la historia de la humanidad Sin embargo, para los nativos, tanto de las Indias Orientales coma de las Occidentales, todos los beneficios comerciales que puedan haberse derivado de estos acontecimientos se han visto hundidos y perdidos en los espantosos infortunios que los mismos han ocasionado. Es imposible que pueda haber sido percibido en su totalidad el alcance de sus consecuencias. No hay sabiduría humana capaz de prever los beneficios, o los infoRunios, que para la humanidad pueden derivarse de estos grandes acontecimientos en el futuro.Todas las naciones europeas han otorgado tales privilegios extraordinarias a las letras de cambio, que el dinero se anticipa de mejor grado fiados en ellas que en cualquier otra especie de obligación. No obstante, reemprendieron numerosos proyectos, vastas y extensos, y durante varios años se llevaron adelante sin ninguna otra clase defnndosque las respaldaran que no fueran los conseguidos con este enorme coste. Sin lugar a dudas, los promotores, en sus dorados sueños, tuvieron las más claras visiones de un gran beneficio. Sin embargo, en su despertar, yo creo que muy raras veces tuvieron la buena fortuna de encontrarlo. Cada endosante deviene a su vez responsable ante el poseedor de la letra del importe de la misma, y, si deja de pagar, desde ese momento pasa a estar también en quiebra".

Adam Smith, La riqueza de las naciones, 1776.

El Adam Smith real, lo mismo que su copia contemporánea, escribió durante un período de larga crisis económica. Hizo las dos observaciones arriba citadas, las cuales nos permiten disfrutar de una importante perspectiva sobre la crisis actual del endeudamiento.

Una de las observaciones de Smíth refleja el drenaje de recursos desde los países pobres periféricos hacia los países metropolitanos ricos, drenaje que se genera durante los períodos de crisis económica.

El saqueo de Bengala y el drenaje de las colonias esclavas del Caribe durante la crisis económica de las décadas de los años 1760 y• 1770 observados por Smith constituyen un ejemplo. Otro lo es el drenaje de la India y de otras colonias más recientes durante el período del imperialismo y el colonialismo en la crisis

que siguió al año 1873. La explotación de la Europa Central por Alemania y la gran esfera de coprosperidad de Asia oriental de Japón en la década de los arios treinta son otros ejemplos. El perverso flujo contemporáneo desde los países deudores pobres del Tercer Mundo a los países acreedores ticos no es, por consiguiente, excepcional, sino algo normal en los períodos de crisis económica.

Transferencia `perversa'

La otra observación de Smith refleja una respuesta normal ante una crisis, respuesta que se ha convertido también en un mecanismo para llevar a cabo esa perversa transferencia de recursos: la creación excesiva de crédito mediante el procedimiento de girar y re-girar letras de cambio, "a las que recurren a veces los comerciantes desafortunados cuando están al borde de la quiebra".

Smith observaba cómo los Bancos de Inglaterra y Escocia emitieron "una cantidad demasiado grande de papel" en los años precedentes. En los siglos anteriores al de Smith, así como también en los posteriores, la creación y el uso del crédito es. peculativo ha caracterizado a cada boom culminante y llevado a consecutivas bancarrotas, como las de 1620, 1720, 1873, y las de la década de los años 1880, 1907, 1929, y la que probablemente llegará.

En la crisis actual, este mecanismo financiero especulativo constituye un importante instrumento para llevar a cabo el drenaje neocolonial de recursos y capital desde los pobres a tos ricos, lo que es algo análogo a los drenajes coloniales que se produjeron durante las pasadas cri-

sis económicas. No obstante, el drenaje actual es una verdadera sangría, proporcionalmente mayor que algunas del pasado reciente.

Las reparaciones pagadas por Alemania después de su derrota en la Primera Guerra Mundial fueron de alrededor del 2% del producto nacional bruto (PNB) anual en los aüos finales de la década de los veinte y alcanzaron un máximo de posiblemente el 3,5% en los arios más negros, 1929-1931. Los pagos por reparaciones supusieron aproximadamente el 15% de los ingresos por exportaciones.

En su obra Gas consecuencias económicas de la paz, John Maynard Keyneshabía advertido que este drenaje resultaría insostenible para Alemania y contraproducente para el mundo. La resultante ascensión de Hitler demostró que estaba en lo cierto. Sin embargo, numerosos países del Tercer Mundo están siendo drenados hoy anualmente en un 5% y un 6% de su PNB y en un 30% a un 50%, y aún más, de sus ingresos por exportaciones a través de la transferencia de recursos del servicio de sus deudas.

Desde el comienzo de la crisis de la deuda del Tercer Mundo en 1982, éste ha soportado una transferencia neta de alrededor de 200.000 millones de dólares estadounidenses a través del servicio de deuda per se (de los cuales 135.000 millones corresponden a América Latina y 50.000 millones a África); otros 100.000 millones a través de la evasión de capitales (que se incrementa proporcionalmente olor nuevos préstamos); 100.000 millones más a través de la baja de los precios de las materias exportadas y el empeoramiento de los términos de los intercambios; más los habituales 100.000 millones de las remesas

de beneficios y derechos de patentes por inversiones extranjeras y tecnología. Todo ello asciende aproximadamente a 500.000 millones de dólares en un período de cinco años, frente a un total acumulado de deuda de un billón de dólares.

A pesar,de esta enorme sangría del Tercer Mundo, la mayoría de las propuestas relacionadas con la forma de tratarla crisis de endeudamiento del mismo plantean un incremento ahora de la deuda y un servicio posterior de la misma aún mayor.

Esto es notablemente cierto por lo que se refiere al Plan Baker (el secretario del Tesoro de Estados Unidos) para aumentar los préstamos a 15 países del Tercer Mundo, y a las propuestas para capitalizar el tipo de interés y añadir éste al principal. En lugar de esas soluciones, el remedio obvio de emergencia contra esta sangría consiste en reducir la salida masiva de recursos y dinero desde estos países. Sólo tina minoría de propuestas políticas defienden una solución así.

Estas propuestas van desde las sugerencias de Fidel Castro de una moratoria unilateral en el pago de la deuda por parte de los países del Tercer Mundo, o incluso el impago de la misma, hasta la propuesta del senador estadounidense Bradley de rebajar en un 3% anual el principal de dicha deuda, y la decisión unilateral del presidente García de limitar el servicio de la deuda peruana al 10% de los ingresos por exportaciones. Sólo la última ha recibido hasta ahora un apoyo limitado por parte de las potencias que cuentan en esta materia.

Irónicamente, mientras figuras tan diversas como Henry Kissinger, Fidel Castro y Raúl Alfonsín proponen soluciones

políticas, inaceptables por los acreedores, para lo que ellos consideran como un problema político, el mercado ha empezado a ofrecer modificaciones de hecho.

La magia del mercado rebaja los valores nominales que figuran en los correspondientes documentos crediticios de esas deudas a los valores reales estimados que los nuevos compradores desean pagar por ellas en los mercados secundarios. A1 mismo tiempo, sin embargo, se mantienen los valores nominales fijados en esos documentos, sobre los cuales se supone que los deudores pagarán el servicio de la deuda a los nuevos poseedores. Este procedimiento sólo reduce dicho servicio si el deudor compra su propio documento crediticio con un descuento o si deja de pagar lo estipulado en el mismo.

Los bancos han incrementado sus reservas para deudas incobrables con objeto de protegerse contra tales posibles incumplimientos de pago por parte de los deudores. No obstante, existe también una serie de prácticas legales normales, no utilizadas hasta ahora, para reducirla sangría y complementar la rebaja realista en e( mercado de esas deudas. Examinamos a continuación algunas de estas prácticas, como pueden ser las leyes de contratos, la privatización, las cartas internacionales y las normas que rigen las situaciones de bancarrota.

Los tipos de interés

El inicio de la propia crisis de endeudamiento y buena parte de la deuda acumulada registrada se deben por ahora a la repentina y espectacular subida de los tipos de interés posterior a 1979. (Primero la Reserva Federal estadounidense subió el tipo de interés por razones internas y luego la Administración de Reagan lo hizo subir aún más al financiar mediante préstamos su creciente presupuesto nacional y los déficit de su comercio exterior generados por el enorme incremento en sus gastos armamentistas.) El tipo de interés monetario alcanzó el 20%, y descontando la inflación, el tipo de interés real se situó por encima del 10% durante varios años.

Sin embargo, cuando en la década de los setenta se concedieron los préstamos, el tipo de interés real había sido negativo (y los bancos ganaban su dinero mediante los honorarios habituales), e históricamente nunca llegó a una media de más del 2/ 0 3%. De forma que el tipo de interés ha superado en más de tres veces su norma histórica, llegando a ser mucho más alto de lo que nadie hubiera imaginado posible.

A los deudores, este nuevo tipo de interés se les ha cargado sobre los viejos préstamos existentes con anterioridad y sobre los nuevos tomados para pagar estos intereses más altos paga dos por los primeros préstamos. En la letra pequeña de los contratos originales de esos viejos préstamos, los acreedores habían incluido tiposJlntantes de interés, cuyo posterior significado no habían entendido ni imaginado en el momento de la firma ellos mismos y mucho menos los deudores.

Traducción de M. C. Ruiz de Elvira.

André Guder Frank es profesor de economía en la universidad de Amsterdam.

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