El nuevo Gobierno
Un Gobierno de coalición es una experiencia inédita en España, y ésta es una de las dificultades que explican la situación de interinidad en que vive el País Vasco. De la salida que se dé a esta situación depende la credibilidad del Gobierno que finalmente se forme.Creo de justicia, en, primer término, relativizar la crítica fácil que tiende a aprovechar cualquier circunstancia para poner en entredicho a los políticos en general y a los políticos vascos en particular. Se dice, y, esto es verdad, que han transcurrido ya más de 40 días desde las elecciones y sigue sin alcanzarse un acuerdo para constituir el nuevo Gobierno vasco. A continuación se sugiere que es un plazo excesivo, imputándose el resto a la incompetencia, afanes personalistas, intereses partidistas, etcétera. Tal vez sea razonable ponderar todas las circunstancias, incluyendo las que merecen una crítica, pero también las demás.
Un Gobierno de coalición es una experiencia inédita desde la Constitución de 1978. Ni en el Estado ni en las comunidades autónomas han existido Gobiernos de coalición. Y hay que convenir que no es sencillo en ningún caso, pero sobre todo si se tiene en cuenta un componente que caracteriza de modo singular la vida política vasca, esto es, la dialéctica nacionalismo-no nacionalismo. Parecería lógico pensar que sin ese dato, que es, sin embargo, inexcusable, la tarea sería menos ardua. Si a ello añadimos que en Euskadi se registran los niveles más altos de incomunicación entre partidos y políticos, y hasta una tendencia a mantener esa situación como deseable (agudizada por los continuos procesos electorales), la situación de partida hay que reconocer que es complicada.
Ahora bien, relativizada al menos,la crítica más ligera, no faltan algunos otros aspectos preocupantes y motivos de crítica más fundada. Por un lado, en un país en que un sector del electorado es beligerante contra las instituciones, hay que manifestar preocupación ante el desinterés que se advierte en el pueblo frente a una situación de interinidad que ni siquiera tiene plazo legal para resolverse. Cuanto más tiempo transcurra, más se afianzará la impresión de que es igual que haya Gobierno que no, y en todo caso el nuevo Gobierno nacerá con menor credibilidad.
Apagón
Por otro lado, y sobre todo -salvo versiones enteradas y a menudo contradictorias-, el apagón informativo,es total. No sólo no se ha explicado cuál es el programa de cada partido y en'qué están de,acuerdo o no sus respectivos interlocutores, sino que da la impresión de que no es lo importante lo que cada partido considera programa necesario para solucionar los problemas del País Vasco, sino simplemente con quién se forma Gobierno. Y se contemplan como alternativas un Gobierno PSOE-PNV y otro PSOE-EAEE, como si el contenido de actuaciones en cada caso fueran intercambiables. Si se va con el partido X, el programa es A, y si se va con el partido Y, el programa será el B. Naturalmente, lo que se pregunta todo el mundo es, ¿su programa es el A o el B? Porque si se defiende un programa y sobre su base no se puede alcanzar un acuerdo razonable, habrá que decirlo y explicar las causas del desac'uerdo. Lo que no es de recibo es cambiar el programa, dejando automáticamente de considerar como bueno el que se defiende si ello impide la presencia en el Gobierno.
Cuestión distinta es buscar puntos de coincidencia o aproximación. Ni en materia económica, ni cultural, ni educativa, ni social, ni de estructuración interna de Euskadi (Gobiernodiputaciones), ni siquiera de talante es'igual un Gobierno PSOE-EA-EE que un Gobierno PSOE-PNV.
El PSE-PSOE, en concreto, corre el riesgo, por falta de explicitación de su postura, de aparecer simplemente interesado en conseguir un Gobierno que sea el más barato en los temas de desarrollo del estatuto. Logrado esto, el resto del programa simplemente se adecua al partido o partidos coligados y ya tenemos formado el Gobierno, que puede ser unitarista o foralista, de continuidad o de cambio, de progreso o conservador. Es fácil imaginarse a los responsables políticos preparando documentos alternativos de acuerdo de Gobierno según quienes sean los participantes con idéntica convicción sobre su indiscutible bondad.
Es hora ya de que cada partido se coloque frente a su responsabilidad, diciendo qué tipo de país quiere y a través de qué programa, y que no se utilice en fraude de ley el hecho de que no existe plazo para la constitución de Gobierno. Entiendo que hay que poner en marcha con urgencia el mecanismo parlamentario y concluir una situación de interinidad que no se compadece con los problemas nada interinos que tiene Euskadi.
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