El mito de doña Manolita
La administración de lotería más popular de España ha vendido boletos por valor de 750 millones
Faltan dos días para la mañana de los transistores, cuando toda España está pendiente de la radio, y la imagen del televisor va y viene de los niños de San Ildefonso al panel de los números premiados. Hoy, todavía el protagonismo corresponde a los loteros, y dentro del gremio, decir lotería en Madrid es decir Doña Manolita, la pequeña administración que en sus 40 años de existencia se ha con vertido en uno de los elementos tradicionales de la Puerta del Sol.
Doña Manolita nunca estuvo en la Puerta del Sol. Paradójicamente, abrió su administración en la Gran Vía, en un bajo que hace muchos años cambió de manos, pero aún hoy se identifica como el antiguo local de doña Manolita, y es que, en lotería, la fama vende.El local de la Puerta del Sol es el de La Hermana de doña Manolita, sombrerera de la Reina antes de dedicarse a vender suerte, fallecida en 1967. Entonces pasó a manos de su hija, Carmen Gálvez, fallecida el 22 de octubre del año pasado; desde esa fecha, el local es administrado por el nieto-sobrino de la iniciadora de la tradición, Alfredo Salgado, que a su condición de concesionario de uno de los recintos sagrados de los buscadores de golpes de suerte une su espíritu de jugador empedernido, habitual del Casino de Madrid.
Otras administraciones de lotería madrileñas tienen tantos adictos como la propia Doña Manolita; ahí están las de La Herradura y El 13, en el mismo número de la calle Alcalá, o la de Amparito, en el 21 de Conde de Peñalver, pero ninguna como la venerable señora cuya foto preside su administración ha sabido captar el fervor popular de los jugadores, confiados en los seis premios gordos e innumerables más pequeños que ha cosechado desde su apertura, a principios de la década de los cuarenta.
La administración de la Puerta del Sol ha puesto este año a la venta 34.000 billetes, y se espera que la devolución no supere los 4.000. Treinta mil billetes vendidos, a 25.000 pesetas el billete, dan un volumen de venta de 750 millones.
Muy pocas administraciones pueden presumir de alcanzar esa cifra, como reconocieron fuentes del Organismo Nacional de Loterías y Apuestas del Estado. Tal vez alguna de las madrileñas antes citadas, la administración Oliver, en Barcelona, o la Valdés, en Valencia.
Los que le conocen aseguran que el heredero de Doña Manolita, Alfredo Salgado, es uno de esos raros humanos que han tenido su vida resuelta desde su nacimiento. Continuador de la tradición familiar, tanto él como su esposa e hijo mayor, un muchacho de 17 años, que forman la línea sucesoria, podrán vivir sin problemas económicos con los beneficios de un negocio que se mantiene a sí mismo.
El heredero no se tiene que ocupar ni de sacar las cuentas, Hacienda las hace por él: Una administración de lotería se lleva el 2,40% del importe de ventas. Este porcentaje, aplicado a los 750 millones de venta en Doña Manolita, significa 18 de ganancia bruta, referida sólo al sorteo navideño.
Frente a la entrada de la administración hay una hilera de sillas de tijera ocupadas indefectiblemente por señoras de edad que venden sus billetes de la suerte. Casi ninguna de ellas, por no decir ninguna, los ha adquirido en Doña Manolita, pero se arriman al local, como los polluelos a la gallina, buscando el calor de la masa humana que no deja descansar en toda la jornada a los tres empleados de la administración. En esos pocos metros cuadrados, famosos y anónimos guardan cola pacientemente, unidos por la emoción de tentar la suerte y por una cohorte de prácticas esotéricas y mágicas que rodean el acto de comprar un billete. Unos han soñado con tal número; otros sólo compran los acabados en cinco, siete o nueve, los más habituales. Los empleados, por práctica, entregan los billetes boca abajo, y los clientes se lo guardan sin mirarlo.
"Las veces en que ha tocado algún premio importante", dice el encargado del establecimiento es la locura. Los billetes del siguiente sorteo se venden en cuatro días, y eso va en contra de todas las leyes de probabilidad porque es casi imposible que dos premios importantes consecutivos toquen en el mismo sitio pero la gente es así".
El último premio importante que cayó en La Hermana de Doña Manolita fue en el sorteo de 1984, pero el premio gordo navideño hace muchos años que no se acerca a la Puerta del Sol.
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