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Tribuna
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Resaca y futuro

No es cuestión de rasgarse las vestiduras: pese a que un arbitraje poco amistoso influyó lo suyo, el equipo de España jugó contra la URSS a base de adrenalina y de corazón, pero sin mucha más fluidez que en días anteriores, y quedó condenado a la lucha por el quinto puesto. Y no es una casualidad ni una desdicha. La selección no ha demostrado ser mejor que ninguna de las que van a disputarse las medallas. El mal juego, los sustos y los sinsabores, cuando se producen tres veces en tan corto espacio de tiempo -Francia, Grecia, Brasil...-, reflejan de manera fidedigna que el azar bien poco tiene que ver con el desenlace y que, en esta ocasión, España no estaba ,preparada para alcanzar altas cimas.¿Fracaso? Los juicios de valor son al gusto de cada cual. De forma realista, hay que decir que el baloncesto español no es uno de los cuatro mejores del mundo y que los éxitos de los siete últimos años son engañosos. Además, algún día podremos recordar con envidia un quinto puesto...

Pasada la resaca de la frenética borrachera de nervios, tensión y esfuerzos generosos, pero bastante desordenados, al equipo español no le queda más tarea que la de sobreponerse y jugar Io mejor posible de aquí al final en busca del quinto puesto. En principio, no tiene por qué ser sencillo el envite, ya que los rivales que llegan de Oviedo son respetables.

Luego habrá que encarar el futuro. Antonio Díaz Miguel, que tuvo el valor de revolucionar, la selección después del desastre del Campeonato Europeo de 1977, no es hombre que se arrugue ante la tarea que se avecina, Ahora bien, en esta ocasión el desafío es doble. A la renovación de jugadores, que será significativa sobre todo si Fernando Martín se queda definitivamente en Portland, hay que agregar esta vez una renovación no desdeñable de los sistemas de juego.

Cuando no se dispone de reboteadores natos ni hay perspectivas (le disponer de ellos -al menos, hasta que Steve Trumbo esté en la selección-, un equipo debe depender de algo más que del contraataque para meter puntos. En los choques decisivos de este Mundobasket se ha visto que España no posee hoy esquemas de ataque estático lo bastante eficaces. La circulación rápida del balón, los bloqueos indirectos no se ven por parte- alguna. Hay que resolver esa carencia. Si no, es fácil vaticinar que el accidente del Mundial 86 se puede convertir en problema perenne y España retroceder a puestos de segundona.

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