Las manos en Argel, los oídos en el Polisario y los ojos en Rabat
ENVIADO ESPECIALLa conversación de Alfonso Guerra con el presidente de la República argelina, Chadli Benyedid, y con el encargado de las Relaciones Exteriores del Frente Polisario, Uld Saleck, y el anuncio de la próxima visita del rey Juan Carlos a Argelia constituyen los tres hitos de la jornada cumplida ayer por la delegación española que se encuentra oficialmente invitada en la capital argelina. El encuentro de Guerra con el presidente Chadli ha con firmado las impresiones de que los máximos dirigentes de este país, más acá de los dogmatismos revolucionarios de épocas pasadas, se proponen otorgar una prioridad a la mejoría del bienestar de la población. Al ser vicio de esos objetivos se encuentra el diseño de ese acuerdo regional que se anuncia bajo el título del Gran Magreb.
El inventario de coincidencias hispano-argelinas en el campo de la política internacional parece ser bastante amplio. En el marco regional, el Gobierno español está disponible si se le solicita cualquier cooperación respecto al problema del Sahara. Se ha constatado la reticencia argelina a la Conferencia del Mediterráneo propuesta por Mitterrand, que ya ha sido desplazada a noviembre por el ministro galo de Asuntos Exteriores. En Argel, una convocatoria de esa naturaleza sólo se considera viable si descarta en su planteamiento cualquier pretensión de hegemonía regional como la subyacente en el proyecto francés. Italia ha señalado también otras condiciones, y España no quiere ver constituirse esa conferencia en un nuevo obstáculo al ingreso en la CEE o un foro para la discusión de hostilidades.
Los argelinos han sondeado a la delegación española sobre una posible conferencia de Gobiernos socialistas europeos con la participación de Argelia y Tunicia, que tendría lugar próximamente en Viena.
Samel Uld Salek, encargado de las relaciones exteriores del Frente Polisario afirmó anoche, en una conferecia de prensa, que durante su entrevista con Guerra, este le recordó que "España no reconoce la soberanía de Marruecos sobre el Sahara occidental". Salek añadió que al PSOE corresponde "borrar la mancha de los acuerdos de Madrid", firmados en 1.975, que supusieron "una traición para el pueblo del Sahara occidental y para los intereses de España".
